El mundo da el último adiós a Isabel II tras 10 días de duelo
La reina será enterrada este lunes en Windsor, tras recibir oleadas de cariño fuera y dentro de Inglaterra. A ella le queda el descanso y a su hijo Carlos, la corona y su peso.
Ha llegado la hora del descanso. Este lunes, tras 10 días de duelo, Isabel II de Inglaterra será enterrada en el Castillo de Windsor junto a su esposo, sus padres y su hermana. Así se pone fin a su reinado, viejo de 70 años, jalonado de aciertos, errores, polémicas y aplausos, tan intenso y prolongado que la convirtió en un icono fuera y dentro de su país. La reina más longeva, la más fotografiada, la más conocida.
La monarca se va entre el fervor -y la curiosidad- de los suyos, que se han echado en masa a las calles, sobre todo de Londres, para despedirla. Eso, los que podían o lo antepusieron a todo, hasta 750.000 según aproximaciones oficiales, los que han hecho hasta dos días de cola para presentarle sus respetos. Luego están los que tenían demasiado con seguir adelante con sus propias vidas, esas que el invierno atenaza con subidas de precios desorbitadas y poco salario al que recurrir. Isabel se ha ido cuando sus súbditos lo pasan mal y será su hijo, el ya rey Carlos III, el que, secadas las lágrimas, tenga que coser a la nación en tiempos de guerra y postpandemia de coronavirus.
El funeral de estado que este lunes se vive en Londres es el colofón a unos días de auténtica montaña rusa. La reina que despide a un primer ministro, la reina que recibe a una nueva primera ministra, la reina que sonríe a la cámara aunque sea sin desplazarse desde Escocia, por sus achaques, la reina que muere dos días más tarde, con la familia llegando a la desesperada para tomarle la mano, dejando al planeta en shock. Tenía 96 años.
Desde entonces, se ha ido aplicando el plan que ella dejó dibujado en vida para que nada se torciera en su marcha. No punto por punto, porque la seguridad ha variado deseos como el de que su féretro cruzase el tren el país para que todos lo vieran y honraran. Lo demás, detalle arriba o abajo, ha sido como ella lo quiso: cerró los ojos en Balmoral, de allí a Edimburgo, de Escocia a Inglaterra, al fin a la capilla ardiente de Londres, instalada en Westminster Hall, el edificio más antiguo del complejo parlamentario inglés. Todo, en ese coche fúnebre que hizo Land Rover y del que ella supervisó los detalles.
Ha habido colas de ocho, de diez, de 14 kilómetros para verla, con una media de 20 horas de espera a veces bajo la lluvia. Ha habido que cerrar los cordones de seguridad durante horas porque era imposible manejar tal afluencia, se ha dejado un día extra, se ha visto un río humano siguiendo el curso del Támesis con banderas, flores y pancartas.
En paralelo, Carlos emprendía una gira por las cuatro naciones de las que ya es rey, en la que ha presidido reuniones extraordinarias de los parlamentos y se ha reunido con los líderes regionales, algunos de ellos marcadamente independentistas y republicanos, como en Escocia o Irlanda del Norte. De ese periplo, en el que ha estado acompañado por su esposa y reina consorte, Camila, se extraen varias conclusiones: que no tiene el mismo carisma que su madre, que tiene un genio importante y que le queda mucho trajín para hacerse con un cariño poopular siquiera parecido al que tenía su predecesora.
Paso a paso
Ya no más. Se acabó la ronda y el adiós popular. Ahora queda el peso del funeral de estado, sobrio y potente, inspirado en el de Winston Churchill, el premier favorito de la reina. En la mañana del funeral, la capilla ardiente del Parlamento finalizará a las 6:30 de la mañana (hora local, una más en Madrid). Empieza entonces el proceso más privado de preparación del ataúd y de su traslado hasta el vehículo que deberá moverlo de nuevo. Se espera que a las 10:44 horas, el féretro será trasladado en un carruaje de armas propiedad de la Royal Navy, de 123 años de antigüedad y tirado por 98 marineros, que cubrirá el espacio entre el palacio de Westminster y la abadía de Westminster, muy próximos.
Como ya ocurriera en el traslado a Westminster, tras los restos de la reina habrá una procesión, presidida por el rey Carlos, los miembros de la familia real y los miembros de la Casa del Rey.
Toda la comitiva llegará a la puerta oeste de la abadía de Westminster a las 10:52 horas. Los porteadores se llevarán el féretro hasta la abadía, que tiene capacidad para unas 2.200 personas. Allí estarán esperando desde las ocho de la mañana todos los invitados, entre los que habrá unos 500 jefes de estado y de gobierno de todo el mundo. A estas alturas, la Casa de la Reina no ha informado ni de quién está en esa cotizada lista ni quién ha declinado la invitación. No obstante, los invitados han ido llegando y se sabe que por parte de España la representación está a cargo de Felipe VI y la reina Letizia, además de por los reyes eméritos Juan Carlos I y doña Sofía. Por parte del Gobierno, acudirá el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.
Han ido llegando los mandatarios de EEUU, Joe Biden, o Francia, Emmanuel Macron, entre otros, con sus esposas. De China se aguarda una delegación “de alto nivel”. Los que no estarán son los vetados, como Rusia, Bielorrusia, Myanmar, Siria, Venezuela o Afganistán.
Junto a los cargos que sí habrá familiares, miembros de casas reales de medio mundo, representantes de la Commonwealth y las órdenes de Caballería, incluidos los destinatarios de la Cruz Victoria y la Cruz de San Jorge. Son los esperados pero se les sumarán también grupos menos esperados, muy simbólicos: casi 200 personas que fueron reconocidas con honores del cumpleaños de la reina a principios de este año o británicos que hicieron “contribuciones extraordinarias” ante la pandemia de covid-19. Todos ellos tendrán un punto de encuentro en el oeste de Londres para tomar autobuses y desplazarse a la iglesia.
Las riendas, dentro del templo, las llevará el decano de Westminster. Comandará un oficio en el que intervendrán la primera ministra, Liz Truss -que no ha cumplido ni 15 días en el cargo y apenas si ha podido sentarse con sus ministros- y representantes de la Commonwealth. Se esperan sentidos mensajes no sólo sobre su tarea política, sino sobre su papel de cabeza de la iglesia anglicana, que por algo es la parte más espiritual del adiós. El sermón será pronunciado por el arzobispo de Canterbury y el decano de Westminster dará la bendición final.
Los estrictos cálculos isabelinos fijaban que a las 11.55 horas suene un toque militar llamado Last Post, empleado en funerales y algunos eventos castrenses, especialmente en la Commonwealth, a la que hace un guiño, porque en ella quedan 14 países que, como Reino Unido, ahora tendrán a Carlos como soberano. Y, tras el sonido, el silencio, dos minutos, orden para todo el país, que se espera que se guarde con rigor y unanimidad. Para que nada interrumpa ese tiempo de respeto, ni siquiera habrá vuelos en el aeropuerto de Heathrow. Será hasta que suene el himno nacional, rompiendo la quietud y dando por cerrado el acto. Dios salve al rey, se gritará. Las calles estarán llenas, mientras, como en pocas ocasiones en Londres, en lo el que se espera que sea uno de los acontecimientos más multitudinarios conocidos en su historia. Hasta 125 salas de cine estarán transmitiendo el evento, además de las principales cadenas de noticias del planeta.
Luego queda replegarse, ir buscando la piedra del mausoleo. Carlos III y otros miembros de la familia real caminarán detrás del féretro de la reina hasta el Arco de Wellington, en el centro de Londres, desde donde será llevado hasta el castillo de Windsor, la que fuera residencia de fin de semana de la soberana y donde se instaló en el último año. Donde, como en Balmoral, era feliz, conectada con la naturaleza, sus caballos y sus perros, ese ambiente en el que se veía como una royal feliz antes de que su padre ascendiera al trono, se alterase la línea sucesoria y supiera que iba a ser reina.
La llegada del cuerpo de Isabel II a su lugar de reposo -eterno o no, cuestión de fe- tendrá lugar pasadas las 15:00 horas, de acuerdo con la casa real británica. Poco después, antes de las 16:00 horas, el féretro será nuevamente aupado para introducirlo en la capilla de San Jorge y allí el deán de Windsor oficiará un nuevo servicio religioso, en presencia de unas 800 personas. Aún un último paso hasta la soledad final.
A las 19:30 horas, Isabel II será enterrada fnalmente junto a la tumba de su marido, el duque de Edimburgo, en la capilla Rey Jorge VI en el castillo de Windsor. Será en una ceremonia privada en la que la reina, Ma’am, volverá a ser “mamá” o Lilibet. Atrás quedan los traslados, los devotos, la Vigilia de los Príncipes, los oropeles, los Puente de Londres y los Unicornios. Atrás quedan siete décadas de mando. Y fuera, un país huérfano al que le vienen tiempos duros sin la figura que les reconfortaba, aunque no fuera más que eso, aunque fuera todo eso.