Europa se repliega contra el coronavirus: por qué España aún no lo hace
Aunque empezamos a ver subir la curva de nuevo, los datos de incidencia no han crecido tan rápido como en Francia o Italia ni están tan al límite las UCI.
Italia confina a 40 de sus 60 millones de habitantes, Francia hace lo propio con su capital, París, y todo su cinturón anexo, Alemania aprieta para que la Semana Santa no sea un desmadre... Europa está optando por replegarse para combatir la nueva ola de coronavirus (la tercera o la cuarta, en función de los distintos ritmos de contagio), algo que aún no ocurre en España. El dicho aclara lo que hay que hacer cuando las barbas de tu vecino veas cortar pero ¿estamos aquí en el mismo caso?
Los confinamientos ligeros de los últimos meses no han funcionado como se esperaba y lo que es peor, tampoco se sabe exactamente cómo se está transmitiendo la enfermedad, más allá de que las nuevas cepas, como la británica, la sudafricana o la brasileña están entrando con mucha fuerza y son un reto que ha descolocado a todos.
La Unión Europea decidió la compra de vacunas tarde (Israel, por ejemplo, se adelantó billete en mano y ahí tiene los resultados) y ha habido falta de coordinación a la hora de tomar decisiones comunes. Se ha hecho lo poco que se podía, sin competencias sanitarias de ningún tipo en el marco comunitario. Y, así, cada país ha hecho de su capa un sayo y decide como mejor ve sobre la movilidad, la hostelería o las escuelas.
De partida, según el Ministerio de Sanidad, la situación de España es diferente a la de estos países que ven subir desaforadamente sus números. La incidencia acumulada a 14 días por cada 100.000 habitantes es de 132, al alza tras unas semanas en las que la curva dibujaba una meseta, esto es, un estancamiento. Está lejos de esos 50 casos que el Gobierno tiene como meta para poder respirar, pero es sensiblemente inferior a la incidencia de Francia (501), Italia (505) o Alemania (169), cuya curva ascendente es mucho más acelerada, más pronunciada, que la española.
Tampoco se ha disparado a niveles de los otros países europeos donde los datos empiezan a empeorar, como Polonia (583) Suecia (549), Países Bajos (411) o Bélgica (337), con datos aportados por los respectivos Gobiernos.
Con altibajos por comunidades, España salió del llamado riesgo extremo el pasado 23 de febrero, al bajar de los 250 casos. El mayor pico de incidencia de la tercera ola fue de 900 casos y el de la segunda, de 529.
En los casos más graves, los de Italia y Francia, ha sido esencial también para dar este paso el nivel límite al que han llegado los hospitales, desbordados. En las regiones más afectadas ha llegado a haber no más de un 5% de camas disponibles en vigilancia intensiva y ha habido que derivar pacientes a otros territorios menos saturados.
En la actualidad, los centros hospitalarios españoles siguen teniendo una elevada presión. El indicador se sitúa en el 18,9% de las camas disponibles para cuidados intensivos (UCI), que están ocupadas por pacientes de covid. El Ministerio de Sanidad afirma que, con este porcentaje se coloca en riesgo alto. Tres comunidades, Cataluña, Madrid y La Rioja, más la ciudad autónoma de Ceuta rebasan el umbral del 25%, es decir, están en riesgo extremo. No obstante, como pauta general, los casos de pacientes más graves bajan, aunque no los de planta.
El Ejecutivo central asume que la situación es muy seria -no hay más que escuchar diariamente a Fernando Simón, director desde 2012 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias- pero, por el momento, aboga por mantener el estado de alarma vigente, aunque ya ha abierto la puerta a prolongarlo más allá del 9 de mayo, que es cuando finaliza. Todo dependerá del “comportamiento ejemplar de la ciudadanía”, fundamental a la hora de “atajar” la Covid-19, en palabras de la ministra del ramo, Carolina Darias.
Ese decreto es un marco de mínimos que, recuerdan fuentes de este departamento, por lo que puede ser aplicado por las comunidades autónomas en función de sus necesidades. Ya hay quien está yendo más allá: si para Semana Santa se ha pactado un toque de queda entre las 23:00 y las 6:00 horas y el confinamiento perimentral de todas las regiones, hay algunas que están yendo más allá y aplican también un confinamiento provincial o adelantan el toque de queda a las 22.00 horas. “Las medidas actuales funcionan”, es lo que se venía escuchando en los últimos meses, pero “siempre hay que estar atentos a la evolución de los datos y actuar en consecuencia”, añaden.
El riesgo en las cercanas vacaciones, añaden, era “enorme”, de ahí que no se hayan suavizado las medidas. No está permitido el turismo nacional y sólo están autorizados los viajes a las islas por motivos laborales, visitas al médico o exámenes, entre otros.
En el caso del turismo, la diferencia más llamativa, quizá, con otros países comunitarios, es la dependencia económica que tiene nuestro país de esta materia, notablemente mayor, lo que hace más complicada la toma de decisiones limitantes. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reconoció el miércoles en el Congreso que no es “razonable” la llegada masiva de visitantes de estas semanas, sobre todo desde Alemania y Francia. “A partir de ahí, el Gobierno de España hace una política en respuesta a la Covid coherente y consecuente con las recomendaciones de la Comisión Europea y de la autoridad sanitaria en el ámbito comunitario”, ha apostillado. La CE animó a mantener las fronteras abiertas y a eso se aferra el mandatario socialista.
Lo que dicen los expertos
El exdirector de Sistemas de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Rafael Bengoa, constata el riesgo de una cuarta ola en un momento en que está dominando la variante inglesa del virus y “las medidas que tenemos no bastan contra ella”. “Funcionaban para la anterior, pero con la variante inglesa nos va a costar más. Por lo tanto, lo último que hay que hacer es relajar las medidas a nivel individual y a nivel colectivo, administrativo”, ha afirmado, para añadir que, “no hay que intentar salvar la Semana Santa”, informa Europa Press.
El también exconsejero vasco de Salud aboga por la estrategia que se sigue en los países orientales, donde se confina a la población de forma “más severa pero más corta”. “Nuestro primer confinamiento funcionó y por eso extraña tanto que no se entienda que eso es lo que se debió hacer en noviembre, probablemente durante un mes, lo que hubiera evitado la expansión de navidad”, ha indicado, para añadir que esos “confinamientos severos es lo más recomendable ahora”.
Aunque no lo parezca”, el Estado español es ahora mismo “el país más libre de toda Europa y con menos restricciones”, constata. Si la curva no se dispara, como en otros países, aún estamos a tiempo de que avance la vacunación y no se llegue a esos niveles.
El jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas y Coordinador General Covid del Hospital del Mar (Barcelona), Juan Pablo Horcajada, se muestra “preocupado” por los datos, aunque afina que “vamos a un ritmo distinto que otros países, estamos en la parte baja de la tercera ola”, “pero nos preocupa porque el ritmo que teníamos de reducción de casos e ingresos se ha parado. Esta meseta y comienzo de aumento de casos es muy preocupante”, señala.
“No hay que bajar la guardia y hay que ser más resistente que el virus a la fatiga hasta que tengamos es inmunidad. Tenemos que mantenernos en las mismas burbujas familiares y personales y si uno quiere descansar, no hay que mezclarlas. También es importante hacer actividades al aire libre porque es más seguro, así como mantener la distancia y llevar la mascarilla”, ahonda.
La propia OMS insiste en su llamamiento del último año: la situación es “alarmante”, denuncia, y por eso los países deben hacer “todo lo que puedan” por frenar la pandemia. Recomienda, sobre todo, “intensificar las medidas sobre salud pública y el distanciamiento social” y, fundamental, establecer un sistema fiable de vigilancia epidemiológica para identificar variantes como la británica, la que más quebraderos de cabeza da ahora mismo.
En qué consisten los nuevos cierres en Europa
Lo que están haciendo los grandes países europeos donde el coronavirus recobra fuerzas no es aplicar un confinamiento general, como el de la primavera de 2020. Las medidas difieren en intensidad, en función no sólo de los casos de enfermos y muertos, de la situación epidemiológica, sino de la coyuntura económica de cada estado.
Así, Italia ha aplicado el confinamiento más severo, hasta después de Semana Santa, sobre nueve regiones que abarcan al 66% de la población nacional. Se permite salir de casa sólo para trabajar, dar una vuelta en el barrio, hacer compra básica y por motivos de urgencia. Ha cerrado todo salvo lo esencial, incluyendo las escuelas y el ocio, y sólo se permitirán visitas (máximo de dos personas) en los días de pascua, del 3 al 5 de abril. En el resto del país, hay toque de queda además a las 10 de la noche.
En Francia, por su parte, el cierre nuevo, de un mes, afecta a París y 16 departamentos (la mayoría en la frontera norte con Bélgica), donde los datos son más graves. Sólo se puede salir por motivos laborales o excepciones, pero se puede pasear, en un radio de 10 kilómetros. No hay veto en las visitas, pero no se recomiendan, y sólo abre el comercio esencial. Los bares y la cultura siguen cerrados, como desde octubre, hay toque de queda de 23 a 6 horas y las escuelas, como respiro, siguen abiertas.