Las claves del 4-M
Todo lo que tienes que saber sobre la batalla por la Puerta del Sol.
Madrid, en plena vorágine electoral. Los partidos y los candidatos están volcados en unas elecciones trascendentales, que van mucho más allá de las fronteras de esta comunidad. El 4-M es una gigantesca contienda, con sus peculiaridades, que determinará parte del futuro de las formaciones. Estas son las claves.
Ayuso, favorita. La carrera por la Presidencia de Madrid tiene a la candidata del PP como la mejor situada en todas las encuestas, que vaticinan una victoria amplísima. Pero no llega en ninguno de los sondeos a su máximo deseo: la mayoría absoluta (que a partir de estas elecciones está en 69 escaños en la Asamblea Madrileña.
En la mayoría de las encuestas, a Ayuso le haría falta Vox para poder alcanzar la cifra necesaria para la investidura. No obstante, todavía hay partido y el sondeo preelectoral del CIS ha vaticinado un empate a 68 en número de escaños entre la derecha (PP y Vox) y las izquierdas (PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos).
El factor 20.000 votos y la movilización. Se avecina una lucha entre bloques muy reñida, por lo que en el PSOE entienden que la victoria se decantará simplemente por uno o dos escaños. Los cálculos que se han hecho es que 20.000 votos pueden hacer cambiar finalmente la balanza. La participación, por lo tanto, será clave para la izquierda, cuyos barrios y municipios más afines en el sur suelen tener cotas más bajas que los feudos de la derecha, como el distrito de Salamanca.
Según la encuesta del CIS, esta participación será muy alta. El 75,2% de los encuestados indica que “con toda seguridad” irá el 4-M a las urnas, un índice de récord. Hay que tener en cuenta que en las autonómicas de 2019 fue del 68,8%, en tanto que en las generales de noviembre de ese año el porcentaje se situó en el 70,59%. Los electorados más movilizados, refleja el sondeo, son los proclives al Partido Popular y a Vox, después van los de Unidas Podemos y Más Madrid, mientras que los apoyos de socialistas y de Cs están por debajo en intención de participación. Además, se celebran un martes, lo que podría hacer que frenara esta movilización al ser día laborable.
El temido 5%. Es el número maldito del que hablan todos los partidos políticos: es la cantidad necesaria de votos para poder entrar en la Asamblea de Madrid. Si uno consigue sobrepasarlo, tiene los escaños proporcionales a su resultado, pero si no, cero. El ejemplo que muchos recuerdan es el de Izquierda Unida en el año 2015, que se quedó en el 4,14%, y por lo tanto fuera. Si hubiera conseguido unos pocos votos más, habría entrado y logrado decantar la balanza para la izquierda entonces.
Este es el gran problema ahora para partidos de derechas. Cs puede quedarse fuera de la Asamblea regional y muchas de las encuestas señalan que no llegará por poco a esa cifra necesaria. Pero este fantasma crece también respecto a Vox, que apenas supera el 5% en la última encuesta del CIS. Los votos de los partidos que pasan la barrera son perdidos y se quedan sin escaños, por lo que podrían ser cientos de miles de votos fracasados para supuestamente la derecha. Esto ha provocado un cierto temor dentro de las filas del PP, ya que podría darse el caso de una rotunda victoria de Ayuso para luego no tener compañeros de baile para sumar frente a la izquierda. Es decir, morir de éxito.
Los futuros pactos. Todo el mundo mira al reparto de cartas del 4-M, pero a partir de esa noche empezará otra gran partida, con quién y cómo se pactará. Isabel Díaz Ayuso ya apunta directamente a Vox, descartando cualquier pacto hacia el otro lado y con la idea de que Ciudadanos no va a entrar en la Asamblea. Ella no tiene ningún reparo en acordar con la ultraderecha, a la que ha mimado (mucho más que a Cs) durante la pasada legislatura. Además, tiene la idea de incorporar “gestores” de ámbitos de Cs y de Vox -ha hablado de un futuro Ejecutivo que “trascienda a los partidos”-. Hasta el momento, desde Génova 13 se ha dejado entrever, al revés, que no habrá miembros de la ultraderecha, algo que choca, por ejemplo, con lo que ha pasado estos días en Murcia, donde Fernando López Miras ha nombrado consejera de Educación a una dirigente de la ultraderecha. Cs, al que Ayuso humilló en la etapa final, está, sin embargo, todavía a favor de intentar un pacto con los populares.
En el otro lado, Ángel Gabilondo descolocó a muchos al inicio de la precampaña situando sus preferencias para un pacto con Cs y Más Madrid, apoyándolo en la célebre frase: “Con este Iglesias, no”. Pero la realidad es que ese triángulo parece inviable por números, y una suma de las izquierdas llevaría a un acuerdo que no pueden dejar pasar. Así lo creen y los defienden desde Más Madrid y Unidas Podemos, que recuerdan que también Sánchez dijo aquello de que no podría dormir tranquilo con miembros ‘morados’ en el Ejecutivo central.
La polarización. Isabel Díaz Ayuso ha creado un marco de campaña extrema, al más puro estilo ‘trumpista’: “socialismo o libertad”, “comunismo o libertad”. Quiere un debate radical, de confrontación, de división, con el objetivo de llevarse también a los votantes de la ultraderecha (de hecho, la valoran mejor que a Rocío Monasterio). La presidenta ha desplegado un argumentario que incluso espanta en otras comunidades del PP, llegando a decir “cuando te llaman fascista es que estás en el lado bueno”.
Ante esa dureza de Ayuso, Vox ha tenido que, con el miedo a quedar fuera de combate, subir más la temperatura, por lo que azuzó esa polarización presentando su campaña en la ‘plaza roja’ de Vallecas, símbolo de luchas obreras e izquierdistas. Esto dejó estampas de violencia con la llegada de grupos antifascistas, que han provocado mayor brusquedad en el clima político. Incluso en la derecha entienden que les beneficia el aterrizaje de Pablo Iglesias en la comunidad porque mueve más a su electorado. En el centro de esta partida está el PSOE, que está intentado salirse de ese marco y venderse como la antítesis a los extremos revueltos.
Pandemia. Las elecciones se celebran en esta incipiente cuarta ola… y el coronavirus se ha convertido en un arma electoral. Ayuso se vende como la presidenta con las medidas más laxas, pensando en el voto de la hostelería y de las tiendas con Madrid volcada en el sector servicios, pero también presenta los peores datos del país. Precisamente las cifras se han convertido en un polémico enfrentamiento entre Sol y Moncloa. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llegó a dudar de los datos oficiales durante una conversación con periodistas en su viaje a África, lo que provocó la ira de la lideresa regional: “Se cree el ladrón que todos son de su condición”. Tres de cada cuatro madrileños confiesan, recoge el CIS, que la gestión de la pandemia pesará sobre su voto. La campaña también ha pillado con el final del estado de alarma, algunas autonomías han pedido que se alargue, pero la intención de La Moncloa es darlo por concluido el próximo 9 de mayo y que las comunidades pongan las medidas en virtud de la legislación actual y las sentencias de los tribunales.
Sánchez baja al barro. Los comicios se han planteado casi como unas midterm elections. Hay planteamientos nacionales y Ayuso busca la confrontación directa con La Moncloa (la que ha sido su palanca durante este tiempo de pandemia). El presidente del Gobierno ha decidido bajar al barro y va a participar activamente durante la campaña (Madrid también es su federación). Esto tiene riesgos, según algunos socialistas, para el jefe del Ejecutivo si se pierde, pero en La Moncloa piensan que hay que intentarlo hasta el final y que hay un margen todavía para darle la vuelta al resultado. Recuerdan en el palacio presidencial que todavía era más arriesgada la jugada que se hizo con Salvador Illa para Cataluña. No obstante, pase lo que pase, en el Gobierno no se piensa en adelantar las generales y se confía en mejorar las perspectivas gracias al plan de vacunación y a la llegada de los ingentes fondos europeos.
Las réplicas del terremoto. El 4-M tendrá consecuencias a nivel general. El PP fía su futuro a lo que pase con Isabel Díaz Ayuso, que se puede convertir en la gran referente del partido, por encima de Pablo Casado, si logra una amplia victoria y gobernar. El laboratorio madrileño servirá para ver qué relación se establece con Vox y puede ser la estrategia a llevar en el resto de España (las siguientes elecciones serán las andaluzas del año que viene).
Si Cs no entra en la Asamblea, será el principio del fin del partido que dirige Inés Arrimadas, que tenía en Madrid uno de sus principales bastiones (tras el batacazo en Cataluña en las elecciones de febrero). El PP ya ha puesto en marcha una agresiva OPA para engullir al partido naranja, con el objetivo de reagrupar a la derecha. Un mal resultado de Vox también dará alas a Casado, que espera iniciar una nueva etapa tras la victoria de Madrid.
El futuro de Pablo Iglesias. Sin que nadie lo esperara, hace unas semanas Iglesias dejaba el Gobierno para luchar por Madrid. Lo hacía con la idea de salvar a UP en un territorio clave (había miedo a perder ese 5%) y con la idea de que es una batalla clave contra la derecha. Esto ha supuesto una remodelación del Gobierno, que ha llevado a la Vicepresidencia Tercera a Yolanda Díaz y a la entrada de Ione Belarra en el Ministerio de Derechos Sociales.
Pero ni en su partido ni en los otros saben qué hará Iglesias después del 4-M si pierde. Pocos lo ven en la oposición en la Asamblea de Madrid. Además, no ha renunciado a su puesto como secretario general del partido y seguirá desde fuera haciendo algunas negociaciones con Pedro Sánchez (Díaz no es de la formación ‘morada’). Si no logra entrar en el Gobierno regional, podría replantearse su vida en la política y mirar a otros terrenos en los que se siente muy cómodo como la docencia, la literatura y las tertulias.
El debate. A pesar de las reticencias de Ayuso, finalmente el gran debate será el miércoles 21 en Telemadrid -una cadena a la que está enfrentada Sol-. El sorteo ha llevado a que inicie el debate Iglesias, que también tendrá el último minuto de oro. Estará moderado por los periodistas María Rey y Jon Ariztimuño.