El plan de Ciudadanos para sobrevivir
El partido prepara una gran convención y confía en reconducir la situación: “No son comparables Ayuso y Casado”.
“Estamos atravesando el desierto, es una noche oscura”. Esta es la sensación de un dirigente de Ciudadanos durante estos días en los que el partido intenta evitar los titulares que digan “crónica de una muerte anunciada”. Sangría de bajas, un PP al alza, un panorama en el que el centro no se atisba. La dirección de Ciudadanos sabe que están en coma, pero cree que todavía hay tiempo para sobrevivir.
Los de Inés Arrimadas, según confiesan fuentes de la dirección, están planificando estos días un momento clave del partido: la gran convención que se organizará en julio. Esperan llegar a ese evento sin las continuas malas noticias de marchas de cuadros y con la idea de poder impulsar el proyecto para las próximas generales. Hay espacio electoral, sostienen, para continuar.
“Hay que distinguir bajas y bajas”, explican desde la dirección. No es lo mismo la marcha de Ignacio Aguado o de César Zafra durante esta semana que la de Toni Cantó antes del 4-M. Unos han sido “leales” y otros no, subrayan desde el núcleo duro de Arrimadas. Ahora mismo están sufriendo, reconocen, una OPA hostil desde el Partido Popular. Pero esperan que esos titulares queden “diluidos” de aquí a esa convención. “Da mucho coraje que cobren protagonismo cuatro concejales, mientras hay cientos en ayuntamientos que no cobran ni un duro, pero eso no es noticia”, señala un miembro de la dirección.
Desde el entorno de Arrimadas recuerdan que esta situación no ha empezado ahora, sino que el partido ya estaba tocado desde la “debacle” de Albert Rivera en la repetición electoral de noviembre de 2019, que “hundió a la marca y al líder”. Entonces, la nueva presidenta diseñó un plan para reactivarlo, pero le fue imposible, comentan los suyos, por la llegada de la pandemia, que lo trastocó todo. Intentó coger vuelo luego con la fallida moción de Murcia: es “incuestionable”, dicen desde la dirección, que se equivocaron con ese movimiento.
Pero Arrimadas y los suyos niegan que vayan a bajar la persiana ahora. Se presentarán a las próximas elecciones generales, comentan las fuentes, que remarcan: “Tenemos ganas y fuerzas, y tenemos músculo ideológico y financiero para llegar”. “No somos un partido en liquidación ni en derribo, por mucho que se empeñen algunos en insistir”, recalcan desde la actual dirección. Se reafirman además en que irán con sus propias listas en las próximas citas previstas: las andaluzas -en principio para diciembre de 2022, pero que podrían adelantarse- y las municipales y autonómicas de mayo de 2023.
En ello están, señalan desde la dirección, para reconectar con la sociedad a través de esa convención en julio: “Para redefinirse, pero no para cambiar la orientación política, sino para reafirmarnos en nuestro compromiso como partido liberal, capaz de tomar ideas de la derecha y de la izquierda, lo más adecuado en cada escenario”.
El análisis que hacen estos días en Cs es que hay espacio político suficiente para que el partido sobreviva y dicen que hay que mirar otros modelos de formaciones liberales, como en Reino Unido o en Alemania, donde, sin renunciar a intentar ser mayoritarios, se busca un papel “bisagra”. Esto se traduce en una meta diferente a la de Rivera: ser útiles para condicionar mayorías. Eso es lo que quieren hacer ver a los ciudadanos, que hablan de los “problemas reales”.
Además, en la dirección del partido recuerdan que el escenario político español es muy volátil, que un día parece que el PP está muerto y al otro que puede ganar las elecciones, por ejemplo. Por lo tanto, no se pueden hacer vaticinios: “No sabes qué va a pasar mañana”, añaden las fuentes. Eso sí, el horizonte con el que trabajan es el de que Pedro Sánchez aguante hasta el final de la legislatura, al tener unos presupuestos aprobados. “Si puede, aguantará en La Moncloa a cualquier precio. No va a estar un día menos de lo que pueda estar. Con Unidas Podemos irá llegando a apaños e irá tirando”, pronostican desde la calle de Alcalá.
¿Pero puede calar el mensaje de los naranjas? Ellos creen todavía que pueden hacerlo y apelan al plan para intentar seducir de nuevo a los españoles: “no subir impuestos, reactivar el consumo, un partido liberal, pero con un corazón para hacer políticas sociales y con conciencia para respetar al medio ambiente”.
Uno de los puntos más problemáticos es la relación con el PP, que está intentando absorberlos pero a la vez gobiernan juntos en algunas autonomías. Lo primero que hacen en Cs es negar que haya conversaciones para esa fusión: “Nada de nada”. La diplomacia entre los dos es “correcta” en lo institucional, indican desde la dirección, pero el “objetivo es tender puentes” en las administraciones. “Tenemos que llevarnos bien con el PP, el PSOE y los partidos constitucionalistas”, señalan. De hecho, las fuentes comentan que Arrimadas y Pablo Casado han hablado estos días para temas como la renovación del Poder Judicial. Desde la dirección inciden: “Hay que volver a recuperar la normalidad con el PP, es bueno para el interés de España”.
Lo que no recuperan es la normalidad en las encuestas. A pesar de que consiguieron subidas cuando apoyaron los estados de alarma, han caído en picado desde el terremoto de Murcia y Madrid. En el último barómetro del CIS, Ciudanos seguía descendiendo y se quedaba en el 5,3%, lo que supone una caída de 1,4 puntos respecto al sondeo de abril. Todo ello por debajo del 6,86% que obtuvo en las generales de la debacle del 10-N.
El partido, señalan las fuentes, también “necesita dejar de estar pendiente de lo orgánico”, aunque ahora no le queda “otro remedio”. Quieren hacer ver que es algo “diferente” al PP y volverán a sus “banderas tradicionales”, con la obsesión de Arrimadas de que se identifique con un partido “útil”.
Asimismo, en la cúpula de Cs dibujan que Pablo Casado no es igual que Isabel Díaz Ayuso, por lo que no se puede comparar Madrid con unas generales. “Hemos sido testigos de que existe un fenómeno que se llama ayusismo porque hay muchos electores que no son del PP y la han votado. La pregunta ahora es si existe el casadismo, lo dudo sinceramente”, señala un miembro de la dirección, para vaticinar que Casado se asociará más a la siglas. A lo que agrega: “Ella ha tenido su propia personalidad política, se ha desmarcado, ha dejado claro que el partido es ella, que el proyecto era suyo, que marcaba su criterio. En absoluto es comparable”.
El gran fantasma además que planea durante estos días es hasta qué punto Albert Rivera está jugando por detrás y azuzando para una fusión con el Partido Popular. Desde la dirección dicen: “No tenemos constancia, sinceramente no tenemos indicios”. Señalan que el exlíder “tiene todo el derecho a opinar” y se resignan a creer que no se quiere cargar al partido que fundó.
Días muy complicados para intentar salvar el proyecto por parte de Arrimadas. Ella ya sabía a lo que se enfrentaba cuando tomó la decisión, comentan en su círculo. Pero tira “para adelante”, señalan, y recuerdan las fuentes que conoce muy bien la formación. Está “con ganas”, repiten, pero reconocen: “Es humana, no un extraterrestre, ha tenido algunos momentos de bajón, pero siempre tiene la capacidad de reponerse en positivo”. En sus manos está el futuro o el final del partido.