¿Lo escuchan? Huele a leche en Ciudadanos
El partido de Inés Arrimadas se desintegra en una sangría de deserciones.
Fran Hervías, Toni Cantó, Pablo Cambronero, Ruth Goñi, Emilio Argüeso, Marta Martín... son muchos los que se han sumado a la tendencia política del año: abandonar Ciudadanos. Algunos, incluso, se han atrevido con la última moda y se han marchado al PP.
La tendencia se inició en Murcia, cuando el partido de Inés Arrimadas y el PSOE decidieron por sorpresa presentar una moción de censura contra el presidente de esa región, Fernando López Miras.
Esa moción no salió adelante porque tres de los firmantes dieron marcha atrás y la hicieron fracasar, convirtiéndose dos de ellos en consejeros del nuevo Gobierno murciano.
Aquel movimiento político provocó un seísmo que acabó con otra moción en Castilla y León, que previsiblemente tampoco saldrá adelante, y con la ruptura del gobierno de Madrid tras la convocatoria de elecciones por parte de Isabel Díaz Ayuso.
Según El Español, fue Fran Hervías, quien había sido secretario de Organización de la formación con Albert Rivera, el que ayudó a que dicha moción quedara en nada, poniendo en contacto al PP con los diputados tránsfugas.
Y ha sido él quien, según El Español, ha tendido un puente entre su expartido, que dejó horas después de conocerse el fracaso de la moción en Murcia, y su actual formación, el PP, donde ha aterrizado para traer consigo a los descontentos del partido naranja desde que Arrimadas tomó el control sucediendo a Rivera.
De nada sirvió la reunión de la ejecutiva de Ciudadanos en la que su líder, Inés Arrimadas, intentó contentar a los críticos incluyéndoles en la dirección y haciendo dimitir a dos de sus hombres fuertes: Carlos Cuadrado y José María Espejo, hasta entonces vicesecretarios generales del partido.
Horas antes de aquel encuentro los cuchillos entre compañeros y excompañeros ya volaban en las redes sociales entre los que celebraban la marcha de Hervías tildándole de “lastre” y “traidor” y quienes calificaban de “jauría” a los primeros.
De aquella reunión salió entre sollozos Toni Cantó, anunciando que dejaría Ciudadanos y renunciaría a su acta como diputado en Les Corts valencianas.
Lo hizo porque, según dijo a los periodistas, no se le había hecho caso. Cantó pidió que se votara el cese de la cúpula del partido, así como que se retirara “la ridícula moción de Murcia” y que “Ciudadanos fuera con el PP en coalición a las elecciones de la Comunidad de Madrid”. “Pero parece que Arrimadas no está por la labor”.
Y tras él, comenzó la sangría.
Ese mismo día, la antigua cúpula de Cs en Álava se marchaba al PP.
Al día siguiente anunciaron su marcha de Ciudadanos dos diputados del partido en la Asamblea de Madrid, Sergio Brabezo y Marta Marbán. Ambos aseguraron a El Mundo haber sido víctimas de presiones por parte del partido en Madrid para firmar una moción de censura contra Isabel Díaz Ayuso, presidenta madrileña.
Y un par de días después, las deserciones llegaban al Parlamento nacional. El primero en anunciar su marcha fue Pablo Cambronero, diputado por Sevilla, dejaba Ciudadanos pero no su acta de parlamentario, dejando al partido naranja con sólo 9 escaños.
Horas más tarde, otros dos parlamentarios, esta vez senadores, metían en un lío gordo al partido tras la dimisión de Ruth Goñi, primero, y de Emilio Argüeso, después.
Este último había sido expedientado por el partido de Arrimadas por las sospechas de que ofreció “prebendas a cargos y afiliados” del partido para que se convirtieran en tránsfugas.
Ninguno de ellos ha dejado su acta de senadores, por lo que Ciudadanos se queda sin grupo parlamentario propio en el Senado, al pasar de tener los seis que se requieren para ello a tan sólo cuatro. Una ruina económica para el partido, tal y como indica EFE, que asegura que la formación va a perder una subvención anual de 342.000 euros.
Precisamente Goñi y Argüeso se reunieron con Hervías en un restaurante de Madrid este miércoles, según El Español, “para seguir cerrando fichajes”. Con ellos estaba una de las últimas deserciones de Ciudadanos, la diputada Marta Martín, quien ha anunciado este jueves que renuncia a su acta y deja el partido.
Este viernes ha dejado dos nuevos adioses en el partido naranja. Primero, Ángel Garrido, expresidente madrileño y exconsejero con Ayuso tras ser fichaje ciudadano venido del PP, que ha anunciado que dejará la política tras las elecciones del 4 de mayo en Madrid.
Y horas más tarde, la procuradora en Castilla y León María Montero, que abandona Ciudadanos sin renunciar a su acta por “falta de liderazgo”.
El último movimiento de relevancia se producía a última hora del viernes, cuando Ignacio Aguado, exvicepresidente madrileño y hasta ahora candidato de Cs a las elecciones en Madrid del 4 de mayo, daba un paso a un lado para dejar sitio a Edmundo Bal, diputado que mantendrá su acta en función del resultado en estos comicios.
Señalan al PP
Fuentes de la dirección de Cs consultadas por El HuffPost acusan al PP de urdir “una maniobra perfectamente orquestada para atraer a cargos de Ciudadanos con el objetivo de intentar acabar con el proyecto de centro liberal español”, informa Antonio Ruiz.
“Ofrecimientos contrarios a toda ética y que no se limitan sólo a la Región de Murcia”, añaden desde la formación naranja, que condena estas “oscuras prácticas” del partido de Pablo Casado.
Lo cierto es que, mientras todo esto ocurría, desde el PP no han escondido su satisfacción e incluso su secretario general, Teodoro García Egea, ha insistido en que las puertas de su partido están abiertas para los que no crean en la “deriva sanchista” de Arrimadas.
Palabras que generan “preocupación, indignación y tristeza” en Ciudadanos, hasta ahora socio prioritario del PP en muchos gobiernos autonómicos.
Desde la formación de Arrimadas creen que estos movimientos han tenido “una respuesta en las bases de reafirmación en lo necesario que es este proyecto y en la defensa de su autonomía y vigencia”.
Esa es la idea, indican desde Ciudadanos, que tiene su líder: relanzarlo en un momento en el que el centro es “más necesario que nunca”.
Pero mientras tanto, queda por ver cómo termina esta sangría de dimisiones y cuántos mimbres tendrá Arrimadas para recomponer una organización cada vez más mermada.
Como ya dijo Albert Rivera, “huele a leche”.