Ciudadanos y las 48 horas en las que se abrió en canal
Aquel partido que acariciaba La Moncloa en las encuestas... vive su mayor crisis interna.
Nada volverá a ser como antes. En apenas 48 horas Ciudadanos ha sufrido un terremoto, a Albert Rivera le han salido canas políticas, se acabó con el sueño del partido de centro transversal, ha habido adioses dolorosos. Ahora el ‘naranja’ se juega todo y a cara descubierta a su intento de arrebatar el liderazgo del centro derecha, rodeándose de fieles y dejando por el camino a aquellos con los que esbozó aquel sueño liberal.
El domingo por la noche nadie dentro y fuera del partido podía imaginar los dos días trepidantes que seguirían, aunque ya había habido marejada con la carta triste y dura de su mentor político Francesc de Carreras y con el desmentido público desde el Palacio del Elíseo sobre la supuestas felicitaciones de Emmanuel Macron por los acuerdos tras el 26-M.
Pero ese ruido interno nunca se había verbalizado ni había supuesto dimisiones en un partido en el que el culto al líder había sido una norma. O casi una obligación. Y las estocadas llegaron por varios frentes. La más punzante: la marcha total de la política de Toni Roldán, un producto naranja y que había sido uno de los ‘niños mimados’ durante estos años. Luego vendrían el lunes por la tarde la dimisión de su puesto en la dirección por parte de Javier Nart -la cara de la irrupción en las europeas de hace cinco años- y el abandono también de Juan Vázquez, el candidato en el Principado de Asturias.
Flancos por muchos lados. Y por la noche Arcadi Espada, uno de los fundadores de Cs, pedía públicamente un Gobierno de coalición de Cs con el PSOE. Una idea que ha respaldado esta misma mañana de martes el candidato ‘naranja’ en Castilla y León, Francisco Igea, que se ha convertido en uno de los grandes barones en un partido sin gran implantación territorial. Cada hora, un titular.
Unas 48 horas en la que no ha faltado la revelación de que Rivera, un político que se reivindica como figura de Estado, ha sido capaz hasta de rechazar reunirse en La Moncloa con Pedro Sánchez a petición del propio presidente del Gobierno. Y al que va a seguir plantando cara ideológicamente en el ámbito interno otro de sus grandes fichajes, Luis Garicano, que en unas declaraciones a El País decía este martes: “Voy a seguir dando la batalla desde dentro”.
Rivera guarda silencio y recompone su equipo en la dirección mientras. Fuentes de su entorno hacen esta reflexión a El HuffPost sobre cómo se encuentra: “Albert está muy bien, reforzado tras la votación de la Ejecutiva de ayer, con ganas de ejercer ya su labor de oposición y cumplir así el mandato de los 4,3 millones de votantes que le respaldaron cuando fue el único que dijo antes de la campaña que no apoyaría a Sánchez”.
El plan de Rivera... y el factor sopresa de Vox
A pesar de estas consideraciones, todos estos movimientos suponen un mazazo para el liderazgo de Rivera, que hasta ahora había vivido más o menos plácidamente en la cuestión intramuros. En los últimos meses sí se habían producido algunas especulaciones internas sobre su futuro especialmente por el traslado de Inés Arrimadas desde Barcelona a Madrid para ejercer como portavoz parlamentaria, pero no se había tocado públicamente su imagen.
Lo que ha sucedido este lunes y este martes tiene un origen muy claro y preciso: la asamblea de Coslada de 2017, que abrió un silencioso camino que ahora se está materializando y cuyas críticas no se había verbalizado. En aquella importante cita, Cs borró de su ideario la palabra socialdemocracia -se alejaba ya de la izquierda desde los propios estatutos- y se posicionaba en la derecha al adquirir la condición de “liberal progresista”. Y se marcaba un objetivo: entrar en los gobiernos a partir de 2019. El plan de Rivera on the road.
Y la hora de la verdad ha llegado precisamente este año. Lo que entonces nadie adivinaba era que en apenas unos meses surgiría una fuerza de ultraderecha, Vox, que se ha convertido en imprescindible para llegar a acuerdos. A pesar de que los naranjas no paran de repetir que no llegan a pactos con los de Santiago Abascal, a lo largo y ancho del país se ha visto cómo recibían sus votos para lograr puestos en las asambleas y consistorios, e incluso para hacerse con alcaldías (Palencia y Granada, por ejemplo). Incluso en el documento desvelado por Iván Espinosa de los Monteros (Vox) este mismo martes suscrito con el PP se citaba la expresión “los gobiernos de coalición “PP-Cs-Vox”. Desde Cs se defienden, en palabras de Inés Arrimadas: “Vox puede decir misa”. Sus socios europeos no entienden nada cuando la norma es poner el cordón sanitario a la extrema derecha y no a la socialdemocracia.
A Rivera le salen las sumas internas
Todo esto ha hecho que Cs envejezca de repente y se expresen en público y con discrepancias las dos almas del partido. Eso sí, numéricamente Rivera sigue dominando en la dirección. El lunes se ratificó su estrategia de vetar la investidura de Sánchez, y sólo cuatro miembros apoyaron facilitarla -Luis Garicano, Javier Nart, Francisco Igea y Fernando Maura-. Rivera sumó en esta votación de la dirección 24 a su favor, y se registraron tres abstenciones (Marta Martín, Ignacio Prendes y Orlena de Miguel).
Todo esto además se suma con las dudas que hay dentro del partido sobre si la estrategia es la adecuada o no después de ver cómo el 26-M no se logró el anhelado sorpasso a un moribundo Partido Popular. Y durante esta temporada de negociaciones se ha comprobado que hay dos bloques férreos, que apenas se han mezclado y que Cs ha optado claramente por la derecha. Solo se ha aliado con el PSOE en casos concretos como en Castilla-La Mancha o en Alcañiz (Teruel).
Una deriva además que se recrudeció especialmente una vez se aprobó la moción de censura contra Mariano Rajoy. Cs era entonces el partido de moda en España y muchas encuestas le daban posibilidad de llegar a La Moncloa. Pero aquella jugada de Sánchez descolocó a Rivera, quien no apoyó al PSOE.
Rivera decidió desde ese momento hacer una durísima oposición al PSOE, compitiendo bruscamente con Pablo Casado por la derecha. Atacó especialmente al presidente por el tema de Cataluña y además puso en el debate el escándalo de la tesis, un punto que supuso la ruptura total con el socialista. Una agresividad que tendría como punto álgido la foto en la plaza de Colón junto al PP y Santiago Abascal.
Y todo ello ha cristalizado internamente en estas 48 horas. Aquella foto dolió al sector más socialdemócrata y a su aliado Manuel Valls, con el que han roto relaciones después de que haya facilitado el gobierno de Ada Colau en Barcelona.
En esta nueva etapa de Cs van a coger fuerza algunos de los fichajes estrella durante la campaña. Desde Ciudadanos se ha intentado contrarrestar la crisis anunciando este martes que algunos independientes se han afiliado como Marcos de Quinto, Edmundo Bal y Joan Mesquida. También se han hecho el carné María Muñoz, Daniel Pérez y Nacho Cuesta. Las explicaciones públicas han corrido a cargo de Inés Arrimadas y José Manuel Villegas durante estas horas de vértigo. El mensaje: que den un paso al lado los que no estén de acuerdo con el ‘no’ a Sánchez.
Pero la fuga sigue en otros territorios en estas horas de forma simbólica. El presidente valenciano, Ximo Puig (PSOE), tiene previsto nombrar en los próximos días como Comisionada de Asuntos Europeos a Carolina Punset, que fue en las autonómicas de 2015 la candidata naranja en la Comunitat y que se distanció de Rivera por ese giro ideológico.
Pero lo que tienen claro en la dirección es que van a seguir en su “no es no” a pesar de las semanas de presión que llegan. Sánchez no ha conseguido cerrar la investidura y trata de que PP y Cs se abstengan en su investidura con la excusa de no tener que depender de los independentistas, una teoría que secunda una parte importante del empresariado. Todo suma... o resta.
Estos azotes internos, asimismo, se producen en mitad de las negociaciones en varias comunidades clave para la derecha y en las que será necesario el concurso de Vox para que puedan gobernar los populares y Cs: Murcia, Castilla y León y la Comunidad de Madrid.
Ciudadanos y las 48 horas en las que sufrió sus crisis interna más dura.