Cinco razones para no dormir nunca en este Parador
El Monasterio de Santo Estevo acoge uno de los hoteles más emblemáticos de la cadena pública.
Alejado del mundanal ruido, un monasterio benedictino reina en el corazón de Galicia, en pleno centro de la Ribeira Sacra. La magia recorre este espacio natural de espectacular belleza en el que confluyen los ríos Miño y Sil. Allí se encuentra desde hace 15 años el Parador de Santo Estevo. El edificio que alberga este hotel de cuatro estrellas y 77 habitaciones fue declarado Monumento Histórico Artístico en el año 1923.
Dormir en este peculiar lugar resulta toda una experiencia no apta para todos los públicos, he aquí las cinco razones por las que quizás no deberías alojarte nunca allí:
Si eres un amante de la comida basura de ciertas cadenas de restaurantes, seguro que no te gusta nada la oferta gastronómica que tiene este Parador.
Bajo una impresionante bóveda de piedra de 14 metros de altura, el restaurante Dos Abades, ubicado en las antiguas caballerizas del monasterio, ofrece excepcionales platos tradicionales de Galicia. El resultado es espectacular: los usuarios de El Tenedor le dan una valoración de 9,1 puntos sobre 10.
El monasterio está rodeado de un bosque de robles y castaños. Por eso, uno de los productos locales protagonistas en su cocina es precisamente la castaña y uno de sus platos estrella son los huevos rotos con salteado de castañas pilongas y chorizo de manzana. Tampoco se puede dejar de probar el pulpo a la parrilla con salteado de grelos, así como postres como la bica de Castro Caldelas y las filloas. Obviamente, no hay mejor compañía para la comida que los vinos de la denominación de origen Ribeira Sacra. Aquí puedes ver más platos de la carta.
Si se llega por la noche al Parador a través las sinuosas carreteras de Galicia, los viajeros apenas verán nada a través de las ventanillas del coche. Todo es oscuridad en ese frondoso bosque de la Ribeira Sacra en el que no se escucha ningún ruido. De repente, aparece como de la nada el monasterio de Santo Estevo. Las grandes dimensiones del edificio y su majestuosidad impresionan a todo visitante.
Nada más bajarse del coche, lo primero que verán los turistas será una iglesia románica, consagrada en el siglo XII, y las tumbas de un pequeño cementerio que hay a la entrada. Una vez dentro de este Parador se siente algo peculiar, una magia como nos hubieran hechizado con una especie embrujo.
El edificio que acoge el Parador está lleno de historia. Se cree que el origen del monasterio benedictino se remonta a los siglos VI y VII, se le relaciona con San Martín Dumiense, el Apóstol de los suevos. Aunque su existencia está probada desde el siglo X.
El monasterio tiene trazas de los estilos barroco y románico, con tres impresionantes claustros, uno románico, uno gótico y otro renacentista. Las habitaciones están ubicadas a lo largo de estos tres claustros y los huéspedes se sentirán como un verdaderos monjes al pasar por sus pequeñas puertas.
Si eres una de esas personas que odia la naturaleza, tampoco te gustará este Parador. Las habitaciones tienen vistas al precioso paisaje verde con montañas y montañas de bosque y a los impresionantes Cañones del Sil. El único ruido al despertarse será el del piar de los pájaros. Toda una molestia para los amantes del ruido y del bullicio de la ciudad.
Una vez alojado, se pueden realizar varias rutas por los alrededores para disfrutar de la belleza del entorno. Una de las más recomendables es navegar en un catamarán por los Cañones del Sil para ver ese impresionante paisaje de paredes verticales en las que se cultiva la uva.
Existen tres servicios de catamaranes diferentes en funcionamiento, uno en el Miño y dos en el Sil, explican en la página web del Parador. Uno de ellos sale desde el embalse de Santo Estevo, que está situado a apenas unos 20 minutos en coche del hotel. Las salidas de las rutas están sujetas al nivel de agua de embalses y ríos.
Aquellas personas adictas al estrés tampoco pasarán un buen rato en el Parador. El maravilloso enclave que rodea el hotel y el sepulcral silencio que domina en su interior son solo los primeros pasos para disfrutar de un ambiente que invita al descanso.
El Parador cuenta con toda una serie de tratamientos para que los clientes se liberen del estrés durante su estancia: un spa, masajes, baño de burbujas o de hidromasaje son solo algunas de las opciones disponibles. Por si fuera poco, el hotel tiene un jacuzzi en una terraza exterior que permite relajarse a la vez que se disfruta de ese bosque de robles y castaños de la Ribeira Sacra.