Cinco cosas que no sabías sobre 'La Bella y la Bestia'
Los detalles de la historia original que poco tienen que ver con la película.
Fui a ver La Bella y la Bestia el día de su estreno, en la madrugada del 15 al 16 de marzo. Creí que me encontraría una sala llena de adolescentes. Nada. La cola de las palomitas era toda de gente como yo: treintañeros que vieron la película de principios de los 90 en VHS o incluso en el cine y que se quedaron enamorados de la historia.
La nueva película de Disney es bonita. Tiene una dirección artística minuciosa, un reparto estelar —de Emma Wastson y Dan Stevens en los papeles protagonistas a los siempre brillantes Ewan McGregor y Ian McKellen— y una música muy buena. No oí una conversación paralela en toda la proyección y, al final, casi todo el mundo aplaudió.
La historia es famosa y ha inspirado cuentos de hadas mucho más modernos, como Shrek. Pero poca gente conoce los de detalles de su origen.
1. Para empezar, el texto más antiguo es de la francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve
El cuento que tú conoces es una mezcla de la versión de 1956, de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, y algunas ideas de la película de 1944 del cineasta Jean Cocteau.
En realidad, Jeanne-Marie hizo una especie de La Bella y la Bestia para dummies del original de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, publicado en 1740.
Este último tiene algo menos de 200 páginas, está dividido en tres subtramas y presenta algunos de los principales estándares de los cuentos como la dualidad belleza vs. fealdad, virtud y vicio, bondad y maldad, estupidez e inteligencia y el rito del paso hacia la edad adulta (que inspiró aquella famosa frase de Neil Gaiman: "Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos").
La Bella llega hasta el castillo de la Bestia para ofrecerse en lugar de su padre y todo acaba bien.
2. ... pero está inspirado en el siglo II
El Asno de Oro de Apuleius (o Lucio Apuleio, como se traduce su nombre a veces) es posiblemente uno de los libros más bonitos de la Historia. Uno de sus cuentos más conocidos, Cupido y Psique, sirvió de inspiración a Gabrielle.
No voy a decir nada más, pero es lo típico que merece la pena leer varias veces en la vida.
3. La Bestia vuelve a ser príncipe cuando se acuesta con Bella (y no cuando le jura amor verdadero)
Los cuentos de hadas son casi siempre eróticos (y nosotros, más allá de intelectuales y morales, somos carnales).
Cada noche, la Bestia encuentra a Bella a las nueve en el comedor y antes de decir 'Buenas noches, Bella', le pregunta: '¿Bella, te gustaría acostarte conmigo?' (en francés, el término usado es coucher, lo que no deja ninguna duda sobre sus intenciones).
O sea, sólo cuando Bella cede a los deseos carnales de la Bestia y pasa una noche entera en su cama (sin consumar), el hechizo se deshace.
4. No existe Gaston (y la Bestia no es muy inteligente)
Una Bestia culta es mucho más seductora que una Bestia estúpida.
En el libro original, su vocabulario se reduce a una docena de palabras y casi no hay diálogo (¿hablar sobre Shakespeare en ese momento?, ni pensarlo). Es verdad que Bella tiene muchos pretendientes, pero ninguno tan sobresaliente como Gastón. De hecho, quien hace de antítesis de Bestia es ella misma. Todas las noches, Bella recibe la visita de la versión príncipe de la Bestia y se enamora perdidamente de su belleza, su cultura, su inteligencia. Pero sabe que eso es una ilusión, como los espectáculos que ven desde uno de los salones del castillo. Elegir a la Bestia supone el triunfo de la realidad frente a la fantasía.
5. Bella es en realidad una princesa
La única cosa que no me gusta del libro original: en vez de una campesina de una aldea francesa cualquiera, Bella es en realidad hija del futuro rey, que debe dar la bendición para la unión de los dos.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición brasileña de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del portugués.