¿Puede una cebolla hacer llorar sin llegar siquiera a tocarla? Una fotografía que ha comenzado a circular en redes sociales ha demostrado que, por lo menos, sí puede despertar sentimientos cercanos a la tristeza. Se trata de la imagen de una cebolla entera que, a pesar de estar recubierta con su piel, se comercializa envasada en una bandeja de plástico con su correspondiente film por encima.
La fotografía, publicada hace unos días en la cuenta de Faceboook del blog La hipótesis Gaia, ha sido compartida cerca de 4.300 veces y ha dado también el salto a Twitter. "Gracias por este monumento al absurdo y al desperdicio", escribió el ambientólogo Andreu Escrivàal replicar la imagen en su cuenta, donde también fue compartida por 3.200 usuarios.
Según confirma Isabel Vicente, autora del blog, la imagen fue tomada en un Carrefour Express de Salamanca hace tiempo. Sin embargo, hace unos días pasó por el mismo supermercado y pudo comprobar (y fotografiar) que las cebollas se siguen ofreciendo de la misma manera.
La "frustración" que le suponía encontrar tanto plástico en la venta de alimentos como éste impulsó recientemente a esta bloguera de temas ambientales a crear una campaña "que llamase la atención de los consumidores". Así, el de la cebolla es sólo uno de los muchos ejemplos —presentes en la mayoría de grandes superficies— que está recopilando a través de la etiqueta #DesnudaLaFruta, una iniciativa que promueve junto a Patricia Reina y Fernando Gómez, del blog Vivir sin plástico.
"He visto también un ramillete de perejil en una bandeja de plástico, berenjenas envueltas una a una... son envases totalmente innecesarios porque la propia piel de las frutas y hortalizas es suficiente para su protección", resalta Isabel Vicente. En la misma línea, Reina y Gómez se preguntan: "¿Tiene algún sentido envasar en bandejas de poliespan frutas como mandarinas, naranjas o plátanos?".
En opinión de Vicente los consumidores deberían evitar su compra como "primer paso para frenar este tipo de actos". Desde Vivir sin plástico recuerdan que "nuestra forma de consumo tiene un impacto brutal en el planeta [...] No nos damos cuenta de que estamos utilizando un material prácticamente indestructible como algo de usar y tirar".
No nos damos cuenta de que estamos utilizando un material prácticamente indestructible como algo de usar y tirar"
Como recuerda el ambientólogo Andreu Escrivà, "en el colegio nos enseñaban las tres erres —reducir, reutilizar y reciclar— pero parece que sólo nos fijamos en lo de reciclar. Parece que si compras algo con plásticos, si después los tiras al contenedor amarillo no pasa nada y no es así [...] El quid está en repensar, reducir y rechazar". Este especialista no apuesta tanto por cobrar los plásticos, sino por "enseñar a la gente que utilizarlos no es inocuo".
Para la autora de La hipótesis Gaia, los supermercados "deberían darse cuenta de la responsabilidad que tienen". "Todos quieren vender una imagen de preocupación por el medio ambiente pero de nada sirven las intenciones si no van acompañadas de compromisos reales", reflexiona. El HuffPost se ha puesto en contacto en varias ocasiones con Carrefour para conocer sus políticas pero por el momento no ha recibido respuesta.
Escrivà añade otra: "Una manera de reducir es llevar una única bolsa grande, ir pesando las frutas y verduras y poner las pegatinas fuera de esa bolsa". Eso sí, reconoce que esta práctica requiere cierta "complicidad y confianza" con el establecimiento. Y no hay que olvidar que comprar a granel no sólo es más ecológico —y más si se utilizan botes de cristal y no envases de plástico—, sino que además suele salir más económico.
Porque no deja pelusa ni restos. Se puede usar solo con agua y si queremos que sea más eficaz hacer un limpiador alternativo con un cuarto de taza de vinagre y cuatro tazas de agua tibia.
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Sirve para un roto y para un descosido, para limpiar la cocina, las ventanas y también la madera. El vinagre desengrasa, remueve manchas, es bactericida y es útil para eliminar la cal, entre otras cosas.
Se mezcla un cuarto de taza de vinagre con cuatro de agua y una cucharada de bicarbonato sódico. El producto servirá para limpiar el baño y dejarlo reluciente. Al principio no olerá demasiado bien pero luego se va.
Se trata de poner en marcha la cafetera con un buen chorro de vinagre y sin nada de café. La operación se puede repetir tantas veces como sea necesario para lograr dejarla sin nada de cal.
Se hace a partir de tres litros de agua, tres cucharadas de bicarbonato y 40 gramos de jabón neutro sin glicerina. Hay que mezclar y después calentarlo.
Es la forma de evitar recurrir a los tóxicos limpiatuberías. Sólo hay que echar el bicarbonato por el desagüe, echar un chorro de vinagre y dejar actuar durante 15 minutos. La operación se termina vertiendo agua caliente.
El método es fácil: hay que espolvorear un poco de bicarbonato en una esponja húmeda y frotar con ella las superficies. Después se enjuaga con agua y se seca.
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