Cataluña, España, la política y el arte de lo posible
Más que buscar culpables o elaborar diagnósticos sobre las causas de lo que está sucediendo en Cataluña, puede resultar interesante preguntarse por posibles soluciones. Supongamos que podemos prescindir del pasado. Elaboramos una lista de dificultades que hay en el presente. Olvidémonos del ´cómo hemos llegado hasta aquí´ e intentemos orientarnos hacia ´cómo podemos salir de aquí´. Si entendemos que la política es el arte de lo posible, quizá estamos aquí ante el arte de lo imposible.
- En Cataluña hay una mayoría social y parlamentaria muy amplia (en torno al 70%) que no está conforme con su ley de autogobierno.
a) Dentro de esta mayoría, unos desearían más autogobierno (los menos) y otros quieren la independencia (los más).
b) No está claro cuántos de los que desean la independencia estarían dispuestos a aceptar un pacto de más autogobierno.
c) También hay en Cataluña una minoría, en torno al 30% (la suma de Cs y PP) que considera que se ha ido demasiado lejos con la autonomía.
- Los catalanes que quieren la independencia son un grupo muy amplio, muy cohesionado, y muy movilizado desde hace cinco años. No alcanzó por poco el 50% de los votos en las últimas elecciones. No disponen en el Parlament de la mayoría cualificada que se requiere para una reforma del Estatut.
- Los catalanes que no son independentistas carecen de un proyecto común, no tienen líder ni estrategia, ya que son un grupo heterogéneo y con subgrupos incompatibles entre sí.
- En Cataluña hay una mayoría social amplísima que desea votar sobre la independencia, no necesariamente a favor.
- La Constitución Española señala que la soberanía reside en el conjunto de los españoles
- En el conjunto de España hay una corriente política, no articulada, pero muy perceptible, y transversal, que sugiere que se ha ido muy lejos en algunos aspectos de la autonomía catalana.
- Todavía es más amplia y más clara la mayoría social y parlamentaria española que considera inaceptable la posibilidad de que los catalanes decidan sobre la independencia.
- La mayoría parlamentaria independentista ha aprobado unas leyes para alcanzar la independencia con la exclusión de la mitad del Parlamento catalán. Se han situado al margen de la legalidad española, creando una nueva legalidad, en una maniobra parlamentaria que ha concitado un rechazo tajante en la sociedad española, y muy notable en la sociedad catalana, aunque la mayoría de independentistas considera que se trata de un mal paso necesario.
- El Gobierno de España se enfrenta al siguiente problema: tiene que hacer cumplir la ley en un territorio de España en el que tiene las autoridades locales en contra, y ante una población que, de manera mayoritaria, se siente poco comprometida con esa ley. Además, ni las autoridades locales ni buena parte de la población reconoce la autoridad del propio Gobierno. Es, en definitiva, un Gobierno con muchas dificultades para ejercer su autoridad en una parte del territorio de España.
- Para hacer cumplir la ley, el Gobierno presiona política y judicialmente a las autoridades locales, que sí son reconocidas por una mayoría de la población como autoridades legítimas, para que rectifiquen su desobediencia y acaten el marco legal constitucional.
- Si las autoridades locales no ceden en la desobediencia, el Gobierno de España tiene las siguientes opciones:
a) Imponer la ley por la fuerza.
b) Abrir una negociación que incluya el previo acatamiento de las leyes.
c) Dimitir.
Un Gobierno que no es capaz de garantizar el cumplimiento de la ley no tiene razón de ser.
- Si el Gobierno de España opta por la fuerza corre el riesgo de sumar a la protesta independentista la protesta antigubernamental, obligándose a una espiral de fuerza que le desautorice ante toda España y la opinión internacional; o desembocar en unas elecciones autonómicas con un Parlamento catalán abrumadoramente independentista. Además, en las Cortes españolas no hay una mayoría clara a favor del uso de la fuerza. Mariano Rajoy no dispone de carta blanca.
- Sobre una negociación: una parte muy importante de los apoyos políticos de Mariano Rajoy considera que la aceptación del diálogo político, en sí misma, significaría la victoria de los independentistas, ya que habrían obtenido ventaja de la vulneración de la ley. Es decir, Rajoy tiene dificultades para dialogar, y también para hacer uso de la fuerza.
- Para el Govern de Cataluña, el mayor riesgo es una radicalización de la protesta, que se convierta en violenta y deslegitime la causa; o que la fuerza del estado surja efectivamente efecto y la protesta se reduzca.
Para recomponer pacíficamente este sudoku, sumando las exigencias de todos, se precisarían los siguientes ingredientes:
- Una declaración de disposición de llegar a un acuerdo.
- La aceptación por parte de las autoridades catalanas del marco legal, y la desconvocatoria del referéndum.
- Un compromiso para la búsqueda de una ley de autogobierno que pueda ser aceptada y votada por una mayoría cualificada de catalanes, y que al mismo tiempo sea aceptable para una mayoría cualificada de españoles.
- Un compromiso en la búsqueda de una fórmula para que los catalanes puedan votar sobre la independencia y que respete la soberanía del conjunto de los españoles.
Esto, como es obvio, aparece ahora como algo muy difícil. Precisamente el hecho de que esto se perciba como algo tan difícil va empujando a cada ciudadano a posiciones fatalistas: no hay nada que hacer, sean de un lado o de otro. Unos, declaración unilateral de independencia; otros, derrota inequívoca de la rebelión catalana. No sabemos cuánto tienen que empeorar las cosas para que un pacto parezca más atractivo que el mantenimiento de las posiciones máximas.