Catalanes y españoles tienen una cosa en común: el cabreo
Rajoy, Puigdemont, el independentismo, el españolismo se desatan por tierra, mar y aire e invaden los medios, las conversaciones, nuestras vidas. En paralelo, con la misma intensidad y cabreo, una masa silenciosa de gente –incluidos catalanes- acelera su desconexión de los políticos y los medios. El gesto de levantarse de la mesa o de bajar el volumen cuando entran en escena, es cotidiano en hogares, bares o en espacios sociales de encuentro. Para el 70% de los españoles el principal problema imbatible es el paro, y solo a un 2,6% les quita el sueño Cataluña, según apunta el último barómetro del CIS.
El jueves 31 de agosto es ya un día negro para estos encontronazos entre realidad política y social. La fecha ha pasado a la historia por ser la jornada en que se destruyeron 266.362 empleos. Barcelona es la provincia donde más puestos de trabajo se perdieron en agosto con respecto al mes de julio: 7,446. El lunes 5, cuando se conocieron los datos, no había más que entrar en un bar, en el mercado o en el trabajo para toparse con alguien que se lamentaba del desastre y de lo poco que se ocupan los políticos y los medios de lo que "realmente sufre la gente, están todo el día con el independentismo". El calibre del calificativo dedicado a la clase política o a los periodistas que olvidan "lo importante, lo que esta en la calle", dependía en parte de la situación económica y laboral de quien lanzaba el comentario.
¿Existe ese abismo entre los problemas sociales y los políticos? Y si existe ¿qué consecuencias puede tener? ¿Crece la distancia entre la ciudadanía y los dirigentes? Y ¿es demagogia comparar lo que ocupan públicamente temas como el independentismo catalán –esta semana y las que vienen es lógico- con lo poco o nada que sienten la recuperación económica los más perjudicados por 10 años de crisis? ¿Esa masa silenciosa que da la espalda a la tele cuando salen banderas de uno u otro signo, y qué está muy cabreada, tendrá efectos electorales, dejará de ser silenciosa con lo que vote en las urnas?
"La sensación de que, cuando abres la prensa te parece que estás asistiendo a una obra de teatro, existe. La gente se pregunta ¿pero qué tiene que ver esto con mis preocupaciones? Mi impresión es que los ciudadanos no dan tanta prioridad a Cataluña como los políticos al referéndum catalán. Hasta ahora a la gente les preocupa más el paro, la situación económica, la desigualdad que Cataluña. No sabemos después de este mes y el 1 de octubre" responde Belén Barreiro, directora de la consultora de investigación social 'Myword' y ex presidenta del CIS.
Sobre las consecuencias entre el electorado de los distintos partidos, Barreiro explica que "el electorado del PP se da la vuelta en cuanto oye hablar del referéndum, ni escucha; el de Podemos sí quiere oír hablar del referéndum, lo tienen claro ambos grupos de votantes. El electorado socialista está compuesto por gente de las dos partes, está dividido. Al PSOE, el asunto territorial no le favorece porque tiene votantes en los dos grupos".
Para Narciso Michavila, sociólogo y especialista en análisis electoral y en Opinión Pública, presidente de GAD3, aún siendo evidente que "los programas y los telediarios se hunden en cuanto se habla de Cataluña. Es cierto que estos días habrá una inflación de temas vinculados al asunto, hasta el referéndum del 1 de octubre, pero al día siguiente los catalanes se estarán preguntando ¿Y ahora qué?". El sociólogo, que realiza estudios demoscópicos para grandes grupos mediáticos, es consultor de cabecera del PP de Mariano Rajoy y de empresas clave de este país, constata que "la tensión independentista es difícil de mantener en el tiempo, y llevamos con el asunto desde el 2012, cinco años".
"Está pasando como en Quebec y Escocia añade Michavila-. La población catalana tiene un sentimiento dual, tal y como muestran los sondeos. Quieren ser de los dos sitios. De hecho, el gobierno catalán, que es consciente de que el catalán no quiere renunciar a ninguna de los cosas, apunta en la ley de ruptura que se podrá elegir seguir siendo español además de catalán. Ahora mismo este es el reto más importante que tiene que solucionar el Gobierno Rajoy".
Un Gobierno para el que las tensiones son grandes también desde dentro del su partido. Fuentes próximas a Moncloa reconocen que desde el atentado del 17-A en Barcelona, las presiones para que la alerta antiterrorista se elevará al nivel 5 han sido enormes, y Rajoy se ha resistido. El temor a la reacción de cualquier "loco" ante soldados del Ejército por la calles –aunque sea por la lucha antiterrorista- ha enterrado la alerta 5: "La consigna es no calentar el ambiente. Ser comedidos y no dar un paso en falso. La vicepresidenta tiene las riendas y hay orden interna de no responder a las provocaciones. Quien se exceda en sus declaraciones tiene claro que tendrá consecuencias".
Para el PP, la realidad social está aparcada frente a la catalana. Pero el dato del paro es la muestra de que la recuperación no toca a las víctimas de la crisis, la clase media y baja, a los trabajadores pobres que desconectan del sistema con tanta celeridad como los independentistas. Cuando se habla de esta segunda desconexión y el abandono, mezclando el tiempo empleado en el problema catalán y con pésimos resultados por parte de los protagonistas –sea Rajoy o Puigdemont- se recurre al calificativo de que la comparación es demagógica.
No corren buenos tiempos para los moderados ni los equidistantes. Cómo escribía este verano el politólogo y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Vallespín, la polarización es lo que se impone en el problema catalán. Pero ¿también entre realidad política y social?
"Son cosas diferentes, -responde Vallespín- El tema catalán es una crisis de Estado, la primera vez que se convierte en una amenaza para el sistema nacido del 78 y se merece, creo, la atención necesaria. Hay otros asuntos también muy graves como el paro, la corrupción; o amenazas como la de Corea del Norte, con dos locos como Trump o Kim Jong-un.
Ponderar el valor relativo de los problemas es muy difícil. Los medios ponderan lo que mayor eco o transcedencia tiene. La fragilidad del empleo, del paro, está asumida en nuestra sociedad, por eso ese dato tremendo ocupa un segundo lugar".
El politólogo añade un dato clave en esta presunta bipolaridad de la realidad. "Se habla del número récord de parados que se ha producido el 31 de agosto y hay una nueva situación, que la gente no captado aún. La gran fractura política y generacional de quienes vivimos el franquismo y la Constitución del 78 y sabemos lo que nos costó. Los jóvenes lo desdramatizan todo, no tienen nuestras vivencias, sufren sus propios problemas y no evalúan como nosotros. El 60% de los jóvenes catalanes son independentistas, el independentismo es su utopía".
Díficil predecir hacia donde va la utopía del resto de los jóvenes españoles ni el de la sociedad desconectada de la clase política, sea del signo que sea.