Cerca de 2.000 soldados caen en manos rusas tras la rendición en la acería
De ellos, 80 reciben asistencia sanitaria en instituciones médicas.
Otros 771 ucranianos defensores de la metalúrgica Azovstal en Mariúpol (sureste) abandonaron en la última jornada esa instalación, con lo son ya 1.730 militares los que se han “rendido” y entregado a las fuerzas rusas desde el lunes, según informó hoy el Ministerio de Defensa ruso.
Estos centenares de soldados pertenecen al llamado Batallón de Azov, dijo el portavoz castrense, general mayor Ígor Konashénkov, en su parte bélico matutino.
“Todos aquellos que necesitan tratamiento hospitalario (cifrados en ochenta) reciben asistencia en instituciones médicas” en la localidad de Novoazovsk, controlada por Rusia a través de la autoproclamada república popular de Donetsk, y en la ciudad de Donetsk, dominada desde 2014 por los separatistas prorrusos, explicó el portavoz militar.
Rusia no reveló cuántos defensores quedan aún en la siderúrgica tras tres días de “rendiciones”, según denomina Moscú a la salida de los militares de Azovstal, o “evacuaciones”, en la jerga de Kiev, que no informa del operativo desde el martes por la mañana.
Sin embargo, el líder de la autoproclamada república popular de Donetsk (RPD), Denis Pushilin, aseguró que más de la mitad de los militares ucranianos sitiados por las fuerzas rusas en la acería Azovstal se ha rendido.
“A día de hoy más de la mitad de ellos, esto es absolutamente exacto, ya han salido de allí con bandera blanca”, dijo Pushilin en declaraciones al canal de televisión de Telegram “Soloviev live”.
En busca y captura
Rusia ha puesto a dos comandantes del Batallón Azov en la lista de busca y captura por haber atentado supuestamente contra la vida de al menos ocho soldados rusos en la región ucraniana de Jerson, según la agencia Interfax.
Se trata de Serguéi Velichko y de Konstantin Némichev, según la misma fuente. Según Moscú estarían implicados en un atentado contra la vida de al menos ocho soldados rusos en la región de Járkov, en el sur de Ucrania.
Tanto Kiev como Moscú exigen juzgar e incluso imponer la pena de muerte a los “criminales de guerra”, término con el que algunos diputados califican a los miembros del Batallón Azov.