Casado se 'independiza': trata de salvarse vendiendo Génova 13 e impone la ley del silencio
La estrategia del PP después del abismo catalán.
Génova 13 se había convertido, desde hace años, en un símbolo de la corrupción. La propia obra de reforma de la sede ‘popular’ está ahora mismo siendo enjuiciada por la Audiencia Nacional en el caso de la caja B. Factura a factura. Por allí habían entrado y salido durante décadas (como Mateo por su casa) Luis Bárcenas, Francisco Correa y Álvaro Pérez ‘El Bigotes’. En su planta noble se trituraron hasta los papeles de la contabilidad paralela.
El PP sigue en el abismo, Pablo Casado no logra remontar y el partido está destrozado desde este domingo por las elecciones catalanas. Vox le ha ‘sorpassado’ en Cataluña, esa comunidad tan sensible para la derecha, con la que ha hecho y hace política pensando en el resto de España. El nuevo líder en la encrucijada: ¿qué puede hacer para salvarse?
Pues desde el propio número 13 de Génova el líder ha anunciado ante una nerviosa y abatida cúpula del PP este martes que vende la ‘casa’. Hace daño, sostienen en la dirección del partido, a la imagen del partido y de la dirección que llegó en el pasado congreso extraordinario. Casado intentar levantar una muralla con el pasado... ese mismo en el que él también participó siendo vicesecretario de Comunicación de Mariano Rajoy y un joven líder de Nuevas Generaciones mimado por Esperanza Aguirre y José María Aznar.
Lo que pretende Casado
Casado ha emprendido una huida hacia adelante, se trata casi de una refundación completa del Partido Popular. Su plan pasa por un nuevo domicilio para el partido y celebrar una gran convención en otoño para poner a la formación al día. Pero nada de tocar a algún miembro de la actual dirección (con Teodoro García Egea siguiendo como ‘número dos’) ni de hacer autocrítica (a pesar de los dardos-mísiles de Cayetana Álvarez de Toledo en su entrevista en El Mundo).
Según explican fuentes del Partido Popular, ese cambio de sede se hará “lo antes posible”, aunque no se concretan fechas. Se acabó con ese edificio situado frente a la Audiencia Nacional (la misma que les está juzgando) en la que se celebraban las victorias electorales (saltando por el despacho de la primera planta que perteneció a Esperanza Aguirre y a Cristina Cifuentes), en el que se hizo aquella foto de Rajoy y toda la cúpula culpando a Baltasar Garzón de emprender una causa general contra el partido y en el que siempre había periodistas en la puerta. Ese mismo sitio que vio cómo entraba la Policía para llevarse documentos por la Gürtel y en el que se destruyeron los ordenadores de Bárcenas.
Ese es el pasado del PP, sí, sí. Pero Pablo Casado intenta borrarlo. Otro de los anuncios que ha hecho es que no piensa hablar más sobre casos anteriores. Algo que choca con la realidad: ¿puede decir un líder político en la España de 2021 de lo que se habla o no? ¿Puede defenderse un partido sin hablar de su pasado? ¿No tiene nada que decir el PP sobre las sentencias que dicen que tuvo una caja B desde 1989? ¿Ya no va a hablar Pablo Casado sobre Mariano Rajoy o José María Aznar? ¿Se puede renunciar a borrar esa historia y luego intentar diferenciarse con Vox subrayando la gestión en los gobiernos?
En este intento de salir adelante de Casado no hay ni un sólo ápice de autocrítica. Los resultados han sido “malos”, ha reconocido, pero la culpa… de Pedro Sánchez, de la Fiscalía, del CIS y de los medios públicos (“al servicio de un partido”). Sigue apelando a teorías de la conspiración y a factores externos y con la excusa de que lleva poco tiempo. Pero la realidad es que el líder del Partido Popular llegó hace más de dos años y medio al liderazgo del partido y se ha enfrentado a varias citas electorales. La pregunta es si los electores siguen pensando en el PP del pasado o en Casado. Hay un dato que se le olvida: Rajoy ganaba las elecciones (tanto en 2011 como en 2015 y 2016) con los casos de corrupción abriendo también las portadas.
Esto tiene muy preocupados a los principales barones del partido, que ven cómo Casado no lograr despegar y que el partido sigue siendo antipático para lograr una gran victoria a nivel nacional. Todo ello comprobando cómo Pedro Sánchez amplía el granero en Cataluña, la segunda comunidad más poblada y que en unas elecciones, junto a Andalucía, puede hacer decantar el reparto de escaños.
Había temor a que Casado decidiera radicalizarse tras el domingo catalán, pero ha prometido que va a continuar en la senda tras la moción de censura: el centro político y la moderación. El problema también es que esto no le ha servido por ahora y en las catalanas el gran refugio de la derecha ha sido la ultraderecha de Santiago Abascal
En el PP tratan de dar la sensación, y lo repite Casado, de que están en “empate técnico” con el PSOE. Pero las urnas en Cataluña han sido muy claras y en el CIS salen muy por debajo. A pesar de las críticas al organismo de José Félix Tezanos, su predicción precisamente para las catalanas ha sido muy certera.
Además, los ‘populares’ ven cómo Vox está crecido y cómo Abascal no renuncia a ese intento de dar el ‘sorpasso’ a nivel nacional. Después de la moción de censura, se creó una falsa sensación de que Casado había roto con la ultraderecha y de que ese giro al centro le llevaría a ser más fuerte, pero no se ha notado.
En la dirección se sigue pensando que es imposible ganar al PSOE si hay tres opciones a la derecha, pero ya ven que con Vox no pueden fusionarse. Por lo tanto, ahora las miradas están más bien puestas en Cs y se intentará engullir a lo que queda de los naranjas (un primer acto fue el fichaje de Lorena Roldán, aunque no ha servido para mucho en Cataluña).
Si Génova 13 ha colgado el cartel de ‘se vende’, no están muy allá en la también faraónica sede que instaló Ciudadanos en la calle Alcalá, muy cerca de la plaza de Las Ventas. Inés Arrimadas ha reunido también a la cúpula del partido y ha asumido “fallos”, como no haber sabido motivar al constitucionalismo. Pero también se aferra al cargo, piensa que es algo del pasado, y se mantiene firme en su rumbo y estrategia. Y tampoco cambiarán ninguno de los rostros que la acompañan en la dirección del partido desde asumió las riendas en marzo del pasado año.
La derecha arde. Y sólo están contentos en Vox...