Carta de un médico de urgencias a domicilio en plena crisis del coronavirus (parte 2): Vamos a peor
¿Pero quién narices (porque por respeto no voy a irme a una parte mucho más baja de nuestra anatomía) gestiona todo esto? ¿Espinete? ¿Bob Esponja?
Hace unos días describí en este mismo medio la situación tan deplorable en que nos encontramos los sanitarios que hacemos visitas de urgencia a domicilio en Córdoba a los asegurados en compañías privadas, tipo Sanitas, Adeslas, etc, que por otra parte son las únicas que nos hacen algo de caso y nos dan algo de soporte en esta situación, y a las que desde aquí quiero agradecer de corazón su apoyo.
La situación no solo no ha cambiado en los últimos días sino que va a peor. Me voy a explicar:
Seguimos sin recibir por parte de nuestra empresa ningún material de protección, ni siquiera unos guantes, y mucho menos una simple mascarilla quirúrgica. Al parecer no hay mascarillas por mucho que se anuncie en la prensa y por los políticos de turno, la verdad es que nadie las ha visto, al menos en Córdoba. Tenemos una mascarilla, conseguida por nosotros mismos, que cuidamos como si fuera una hija porque no sabemos si volveremos a tener otra.
Mientras tanto nosotros, los sanitarios de segunda, porque no nos “dejamos la piel” en hospitales abarrotados y UCIs desbordadas, sino que simplemente vamos a los domicilios a ver pacientes que en un 60% no tienen patología alguna pero que “MIENTEN” cuando dan los síntomas por teléfono porque lo que quieren es que vaya un médico a su casa a “DESCARTAR EL VIRUS” o simplemente a tomar la tensión a la abuela que hace mucho que no se la toman no vaya a ser que haya cogido el “bicho” y nos lo pegue a todos (son respuestas que me han dado en algunos domicilios).
Sí, somos sanitarios de segunda porque nuestra labor es en la sombra y no estamos en donde está la noticia que “vende”, estamos exhaustos como nuestros compañeros de los hospitales (bravo por vosotros de corazón) pero no vamos de astronautas ni somos mediáticamente interesantes.
Pero entérense de una vez políticos de palestra, atril y “unidos venceremos al virus”, población en general y demás implicados (empezando por nuestras empresas): somos la primera línea de posible contagio o de posible transmisión, y nadie ha pensado en nosotros o ha dicho media palabra sobre nosotros.
Lo de los test rápidos es mentira (al menos en Córdoba) y ahora resulta que son falsos o malos y los tienen que devolver. Joder (y perdón por la expresión), parece de película de Berlanga (con todos mis respetos a tan magno cineasta). ¿Pero quién narices (porque por respeto no voy a irme a una parte mucho más baja de nuestra anatomía) gestiona (aquí pondría el icono de la carcajada) todo esto? ¿Espinete? ¿Bob Esponja? No, probablemente lo harían mejor.
Hace cuatro días me encontraba mal, me puse el termómetro y tenía 37,9. Además, empecé a toser con algo de mucosidad y llamé al teléfono que hay en Córdoba para pedir cita para los “test rápidos” (icono de carcajada) en el Centro de Salud de Castilla del Pino (vulgarmente el de ‘Las Setas’). Me atendieron dos señoritas muy amables que me tomaron toda serie de datos y síntomas, y me dijeron que en breve me llamaría un médico para darme la cita e ir a realizar el “test rápido”. Casi cinco días después aún no me ha llamado nadie. Me he pasado tres días aislado en mi despacho durmiendo en una colchoneta en el suelo, pero ya no aguanto más, y como la fiebre y la tos han desaparecido he decidido romper mi enclaustramiento y diagnosticarme una simple gripe.
Esta es la realidad de este país, que puede que tenga un excelente sistema sanitario y un cartel de profesionales de los mejores del mundo, pero que sufre de unos políticos inexpertos, arrogantes, soberbios, “huevones” y todo lo que se os ocurra en este sentido, que no tienen ni puñetera idea de las aguas en las que están nadando, que han metido el pánico a la población como primera medida pero que no son capaces de dar una información certera, real, técnicamente entendible y tranquilizante, y que se escudan en cifras de casos, de muertos, de denuncias y de 550 millones de mascarillas (Dios mío, si tocamos casi a 12 por español), de promesas de picos de curvas que ni saben lo que es (se llama campana de Gauss, por cierto).
Voy a jugar un poco su juego. Señores políticos, el porcentaje de muertos sobre confirmados a nivel mundial anda sobre el 4,5%. En todos los países de Europa, menos en Italia, no superan este 4,5%. En España superamos el 7% y según el “guiñol” que tenemos por presidente (sin acritud señor Sánchez) y sus colegas de comparecencias, lo peor está por llegar. Quizás en su próxima aparición televisiva deberían explicar qué es lo peor, ¿que sigan muriendo cada día el doble que el anterior? ¿Que los ancianos de las residencias caigan como moscas (con todos mis respetos y condolencias)? ¿Que mis compañeros sanitarios no solo se dejen la piel sino también la vida? ¿Que nos vuelvan a estafar los chinos? ¿Que sigan “no apareciendo” las mascarillas? ¿Que sigan ustedes ahí, gestionando (icono de carcajada)? ¿O quizás que nos hartemos de ustedes y en cuanto nos dejen salir a la calle vayamos a darles una patada en donde más duele?
Esto es serio, de verdad, y sé de lo que hablo. Por favor, no jueguen con los españoles que esos tiempos ya pasaron. Digan la verdad con claridad, o sea que no tienen ni idea de Who, What, Why and When (traduzco: del porqué, del qué, del quién y del cuándo).