Carmen Mola: "En la serie se podía haber contratado a una actriz de 50, la edad del personaje"
Los tres escritores tras el seudónimo acaban de lanzar la cuarta entrega de la saga de 'La novia gitana', 'Las madres'.
Este miércoles se puso a la venta la cuarta entrega de la saga La novia gitana, Las madres. Agotada en la preventa, la nueva novela de Elena Blanco ya se ha situado en los primeros puestos de libros más vendidos.
″¿Estamos los segundos? Pues muy mal porque teníamos que estar los primeros”, asiente riendo Jorge Díaz, uno de los tres escritores que se esconde bajo el seudónimo de Carmen Mola. Ya en serio, afirma estar feliz: “Que nos digan que se ha agotado la preventa, que la tirada no ha sido pequeña. Aunque estuviésemos los décimos ya nos parece un éxito tremendo”.
“Es algo que no podíamos prever cuando empezamos con Carmen Mola, que funcionaran tan bien y notar que la gente tiene ganas de un libro más de Carmen Mola. La novela La bestia ha ido muy muy bien. Y la trilogía, desde el principio cayó de pie. La novia gitana ha tenido un montón de lectores y se ha mantenido. Es una cosa complicada, que el interés se mantenga libro tras libro. Y que llegue Las madres, la cuarta entrega, y que la gente lo pille con ganas y tenga deseos de volver al universo de Elena Blanco”, cuenta Agustín Martínez, el segundo de los tres autores.
La primera novela de la trilogía, La novia gitana, fue un fenómeno superventas en 2020, sin que sus editores gastaran un euro en promoción. Después llegarían La red púrpura y La nena: más de 500.000 ejemplares de la saga vendidos en todo el mundo.
“Esa maldición que parece haber en las trilogías de que la tercera entrega suele decaer mucho no ha sido nuestro caso porque La Nena es un novelón, potente. Y si ya con la cuarta, las primera reacciones son muy buenas… Eso está muy bien porque eso es que no bajamos el pulso y el nivel de exigencia”, interviene Antonio Mercero, el tercero de los novelistas.
¿Es La nena vuestra novela preferida?
Antonio Mercero: Para mí es La red púrpura porque tiene la escena más brutal que yo he visto en una novela, que es el final. Que una pelea a muerte madre e hijo sea natural me parece lo más turbador que hemos hecho.
Agustín Martínez: En realidad es como elegir a tu hijo favorito... Sí que yo soy más de La Nena.
¿Cómo es el proceso de escribir a seis manos? ¿Quién descubrió a Elena Blanco?
Agustín Martínez: Nosotros partimos de que tenemos una experiencia muy grande como guionistas de televisión y un día nos hicimos la pregunta de qué pasaría si ese sistema que utilizábamos como guionistas nos lo lleváramos a la literatura, y ese fue el origen. Más que la mecánica de cómo nos dividimos el trabajo, el verdadero misterio es haber encontrado el equilibrio entre los tres, respetarnos mucho y ser los tres muy conscientes de que lo importante es que nos salga la mejor novela posible.
Jorge Díaz: Bueno, hay venganzas sucesivas. Si a mí él me quita algo, yo le quito algo después —bromea—. Cuando empezamos con Las madres, el primer día que nos reunimos uno dijo: “A mí me gusta cuando aparece un cadáver al que le falta algo”. Eso inicia una conversación que no sabemos dónde va a llegar… Y entonces uno, no se sabe cuál, dice: “¿Y si en lugar de faltarle algo le sobra algo?”. Y después de decir mil cosas distintas, uno suelta: “Tiene un feto dentro”. En ese momento da igual quién lo haya dicho. ”¿Y quién se lo ha metido? ¿Y por qué? ¿Y por qué lo han matado así? ¿Y de dónde sale ese feto?”. Pues ya están Las madres. De esa discusión entre los tres, la idea va creciendo, va creciendo hasta que lo convertimos en novela. Pero lo fundamental es ese primer momento porque, de repente, del frontón entre los tres van saliendo cosas, cosas, cosas hasta que llegamos a algo que nos plantea un montón de preguntas.
¿Así que primero habéis encontrado el cadáver y no la temática en la que vais a adentraros?
Antonio Mercero: En este caso es como se ha contado. Un creador puede decir “voy a escribir sobre la inmigración” y de ese deseo de explorar ese mundo surge la trama. Pero en este caso es al revés, una imagen impactante lleva al tema. Y el tema de Las madres, las mafias que hay detrás de los vientres de alquiler, es un supertema que está bien ponerlo sobre la mesa.
No os ponéis límites ni con los temas ni a la hora de dibujar cada escena con toda la violencia…
Agustín Martínez: Esto parte del origen de Carmen Mola, cuando escribíamos bajo seudónimo y nadie sabía quienes éramos. Y eso lo hemos mantenido después. Nosotros escribimos con mucha libertad. No nos coarta nada y no nos censuramos en ningún lugar. Y eso pasa a nivel temático y con determinadas escenas. ¿Dónde está el límite? En lo que es pertinente, es necesario y tiene valor dentro de la historia. Cuando se convierte en morbo, ese es el límite. Si describimos una violencia determinada es porque el lector tiene que tener la imagen en su cabeza. Lo contrario es un poco mojigato. A nivel temático tampoco hay un tema que nos dé especial miedo tratarlo.
La inspectora al mando de la BAC (Brigada de Análisis de Casos), Elena Blanco, ha pasado del negro en La novia gitana, al gris oscuro en La red púrpura, al gris azulado de La nena… ¿Cómo la veremos ahora?
Jorge Díaz: Elena Blanco ha tenido una gran evolución a lo largo de las novelas. En La novia gitana era un personaje más utilitario: teníamos un crimen y queríamos que alguien lo investigase y así nació. Quisimos que fuese una inspectora, con una serie de características: que conduce un coche antiguo, que tiene sexo con desconocidos, que va a karaokes, que bebe grappa… Después le encontramos un elemento que sí definía al personaje, que es la historia de su hijo. Y a partir de ahí empezó a crecer. Tenemos un personaje que empieza muy oscuro, casi alcohólico y con una vida desordenada, y llegamos a Las madres en las que es un personaje que está buscando la luz. Ha ido ordenando su vida a través de todos los golpes que ha recibido y de lo baqueteada que está, y de repente quiere formar una familia y quiere adoptar una niña y tener una relación comprometida con Ángel Zárate. Nuestra obligación entonces es ponérselo difícil. Ha ido creciendo de novela en novela; en la primera era muy funcional y lo del hijo le daba cierta humanidad, y a partir de ahí se ha convertido en un personaje lleno de caras, complejo… A mí ahora me gusta mucho más que en La novia gitana.
Antonio Mercero: Elena Blanco parte de un lado feo, oscuro y va caminando poco a poco hacia la luz. Pero como somos tres guionistas de academia y manejamos todo el rato la palabra conflicto, conflicto, conflicto... Si ella tiene esta motivación por la armonía, pues nosotros conflicto, conflicto, conflicto.
¿Elena Blanco tenía que ser Elena y no David?
Antonio Mercero: En el mundo del cine y la tele hay una fuerte reivindicación de las actrices porque a partir de los 50 caen una invisibilidad total. Nosotros es como si nos hubiésemos hecho eso, es una mujer de 50 años, con un papel de poder, con una herida muy profunda, de la que hemos hecho el centro de la historia.
Agustín Martínez: Trabajamos sobre el esquema de la novela negra clásica pero invirtiendo roles. Todos hemos visto-leído la historia del detective alcohólico al que la mujer ha dejado… Nos preguntamos qué pasaría si cambiábamos el género. Es algo que hacemos también con el personaje de la hacker, con Mariajo: no es un chavalito sino una señora de cincuenta y tantos que empezó a trabajar en los años 70 en esto.
Antonio Mercero: Y la historia de amor. Lo normal es un hombre mayor con una mujer más joven y aquí es al revés, es el hombre de 30 años el que se enamora de la mujer de 50.
Agustín Martínez: Todo eso está en el origen de La novia gitana y de manera casi inevitable genera un tema en todas las novelas que es la mujer y la violencia que se ejerce sobre ella. A lo que añadimos también la que se ejerce sobre los niños.
Pues la actriz que han elegido para la serie, Nerea Barros, no tiene 50 años…
Agustín Martínez: Creo que en eso nosotros tenemos muy claro que una cosa es la novela y otra cosa es una serie de televisión. Ellos dos han participado —Jorge y Antonio—, pero no tenemos la última decisión en la serie. Nos ha pasado también estando al otro lado: adaptas una novela y el novelista quiere que sea la novela, pero como guionistas de tele se hacen cambios. Hay que asumir que son medios distintos y que eso supone unos cambios. Nerea es una estupenda actriz y está muy bien en la serie.
Antonio Mercero: Creo que hay que aceptar que el director tome la decisión —taaaan importante— de quién va a ser la actriz protagonista y él ha confiado en Nerea Barros y ya está. Yo creo que se podía haber contratado a una actriz de 50, que es la edad del personaje, pero él es el que toma la decisión y confiaba mucho en ella. Yo creo que le ha salido bien.
¿Os ha gustado la serie?
Antonio Mercero: Sí, sí está muy bien.
Jorge Díaz: Bueno, hay cosas que harías distintas, pero hay otras en las que dices “oye, pues si volviésemos a escribir la novela, copiaríamos lo que ha hecho Paco”. Hay que tener en cuenta que es la misma historia, pero contada de dos maneras distintas. Si quieres una cosa que sea el 100% tuya, pues la haces tú, no la hace otra persona.
¿Habéis hecho coincidir la salida del libro con el estreno de la serie?
Jorge Díaz: Nosotros ahí no tenemos nada que ver… Pero nos parece bien, ¿eh?
¿Qué ha quedado de la polémica, los sabotajes y del impacto de descubrir que tras Carmen Mola hay tres hombres escribiendo? Hace un año de aquello, ¿os ha dado tiempo a asumir la que se montó?
Jorge Díaz: Lo hemos digerido hace mucho tiempo… Aquello duró una semana o dos y se apagó enseguida aquella polémica.
¿Qué os resultó más difícil de digerir: los que rechazaron a tres hombres bajo un seudónimo de mujer o a los que encontraban inaudito seis manos escribiendo?
Antonio Mercero: Nosotros nos lo tomamos con un poquito de sorpresa porque la virulencia de aquello nos asombró. Nos pareció que no tenía mucha consistencia, adoptamos un perfil bajo y, bueno, dijimos “que la gente se exprese”. Somos conscientes de que hemos hecho novelas que han gustado y las hemos firmado con seudónimo porque nos venía muy bien. Que el seudónimo sea Carmen Mola o Rubén Fernández, pues da lo mismo.
Jorge Díaz: Bueno, hubo una librería que retiró nuestros libros. Pero partiendo de que es una librería que solo vende obras escritas por mujeres, pues si detrás de Carmen Mola hay hombres, pues me parece bien que lo retiren. Y luego, cuando se dice “arde Twitter”, en realidad son 70 personas. Nosotros después hemos tenido presentaciones por toda España y Sudamérica y no hemos tenido ni una palabra fea nunca. Solo hemos recibido cariño, admiración… Supongo que hoy que salen Las Madres habrá tres o cuatro que levanten la voz en Twitter y digan “¡Los tres señoros!”.
Agustín Martínez: Yo creo que la gente se había hecho en la cabeza una imagen de qué era Carmen Mola, se había imaginado quién estaba detrás del nombre de Carmen Mola. Al aparecer nosotros, es un poco inevitable cierta sensación de fraude, engaño… Y eso es lo que pasó al principio. Pero también desde el principio hemos reivindicado que nosotros no somos importantes, que lo que importa son las novelas. Desaparecer detrás de un seudónimo y nuestro concepto de creación colectiva se basa un poco en eso, en que el autor no es tan importante dentro de la novela, que lo importante es la novela. A partir de ahí la cosa se fue suavizando. Puedes criticar La bestia o una de las novela de Elena Blanco, pero no tiene mucho sentido criticarnos a nosotros como seres humanos. La realidad ha sido que La bestia gustó mucho y que Elena Blanco gusta mucho.
Jorge Díaz: Recuerdo reproches como “Tres hombres para escribir como una mujer”. Y hubo uno que nunca entendí: “Tres hombres en una gabardina”. ¡Nunca hemos compartido gabardina!
Antonio Mercero: En cuanto al trabajo en equipo... Creo que el trabajo en equipo es muy difícil para la mayoría de la gente, por el factor humano, y por el ego y por el orgullo, y porque es muy difícil admitir que te critique otro. Pero si eso lo resolvemos, que es el gran milagro de Carmen Mola, que somos muy respetuosos entre nosotros, que nos admiramos y que tenemos un poquito de humildad, pues se puede hacer. Pero si pones a otros tres escritores a intentarlo, seguro que no pueden. No por talento, sino por el factor humano. Sabemos mantener el ego a raya.
¿Va a haber quinta novela?
Agustín Martínez: Depende de los lectores. Si a los lectores les apetece seguir con Elena, con Zárate y con el resto de la BAC… En Las madres hemos dejado algunas puertas abiertas, sí.