Carmen Lamela, la juez de la que habla toda España
Así es la magistrada que envió a prisión a los 'Jordis' y llevará la causa contra Puigdemont: trabajadora, discreta y ex asesora técnica del Gobierno de Zapatero
En apenas unas horas su nombre se repite en todas las noticias. Carmen Lamela aparece en todas las conversaciones. ¿Quién es? Fue la juez que envió a los líderes independentistas Jordi Sànchez (ANC) y Jordi Cuixart (Òmnium) a la cárcel de Soto del Real (Madrid) por un delito de sedición y ahora es la encargada de la causa contra Carles Puigdemont y su cesado Govern. Todo un huracán jurídico y político cuyos efectos desconocemos.
Estábamos más acostumbrados a otros nombres en el complejo universo de la Audiencia Nacional, Lamela nunca ha buscado ser un juez estrella. Y se enfrenta a uno de los procesos judiciales más delicados de la democracia española. Le ha tocado la querella de la Fiscalía General del Estado contra el expresident Carles Puigdemont y sus cesados consellers por rebelión (que puede conllevar hasta 30 años de cárcel), sedición y malversación.
Esta juez, de 56 años, entró en la carrera judicial en junio de 1986, según explican fuentes del Consejo General del Poder Judicial. La magistrada lleva más de 31 años ejerciendo, aunque fue fichada durante un par de años por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero para un puesto de asesora técnica en el Ministerio de Justicia que dirigía Francisco Caamaño.
Es "muy trabajadora y muy concienzuda", explican a El HuffPost fuentes de su entorno. Y, además, "muy discreta". Entre los casos más sonados que han estado en sus manos en la Audiencia Nacional destacan la agresión de guardias civiles en Alsasua, Abengoa, Bancaja y la CAM. Además, fue la magistrada que envió a prisión al expresidente del FC Barcelona Sandro Rosell por blanqueo de capitales. En el juego de equilibrios de la Audiencia, es muy amiga del juez José de la Mata.
SU PASO POR LOS JUZGADOS CATALANES
Lamela tuvo sus primeros destinos, a finales de los ochenta, en juzgados en Orihuela (Alicante) y Manzanares (Ciudad Real). Y, posteriormente, recalaría precisamente en Cataluña. Entre 1989 y 1990 ejerció como juez decana en Badalona, en el juzgado número uno de primera instancia e instrucción. El siguiente escalón en su carrera fue la Audiencia Provincial de Barcelona, donde estuvo en la sección décima entre enero de 1991 y febrero de 1993. Estaba en una ciudad en plena ebullición, en pleno sueño olímpico.
La vida de Lamela tenía billete de vuelta a Madrid. Esta licenciada en Derecho por la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE) con el grado de sobresaliente y que habla francés e inglés, ocuparía una plaza entre 1993 y 1997 en el juzgado de instrucción número 25 de Madrid. Y llegaría un paso más arriba en la Audiencia Provincial de Madrid.
En esta carrera como juez, tuvo un parón para ocupar un puesto de asesora en el Ministerio de Justicia, entre 2009 y 2011. En concreto, asesoraba en la Secretaría General de Modernización y Relaciones con la Administración de Justicia bajo las órdenes de Ignacio Sánchez Guiu. Allí trabajaría en varios proyectos legislativos y en temas relacionados con la Audiencia Nacional, adquiriendo muchos conocimientos profundos del trasfondo de la AN, según ha confesado ella misma. En algunos sectores la suelen calificar de progresista, pero ella siempre recuerda que era un cargo de carácter técnico el que ocupó en el Ministerio, comentan fuentes cercanas. De hecho, en el mundo jurídico algunos dicen que algunas de sus decisiones no son precisamente de carácter progresista.
Tras el cambio de Gobierno, Lamela volvía a la Audiencia Provincial. Pero en septiembre de 2014 era destinada como refuerzo en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Su destino estaba marcándose. En octubre de 2015, obtuvo en un concurso para magistrados -que es ordinario y prima el criterio de antigüedad- la plaza del juzgado central de instrucción número 3 de la Audiencia Nacional, en sustitución de Javier Gómez Bermúdez que había sido nombrado juez de enlace con Francia. El pasado mes de septiembre, lograría en propiedad al perder su destino el anterior juez por ser una excedencia voluntaria.
Décadas en la carrera y condecoraciones por parte de la Policía y la Guardia Civil, pero estos días son de auténtico vértigo. Esta jornadas nunca las pondrá olvidar, teniendo en sus manos la decisión sobre los Jordis, Josep Lluís Trapero, Puigdemont y los cesados consellers. Con una coca-cola siempre en el despacho. Esto es lo que se conoce como la "soledad" del juez.
A pesar de su intento de discreción, su nombre está en todas las noticias y conversaciones. Cuando intenta desconectar, lo tiene claro: unos largos en la piscina.