Carme, la mujer fuerte de corazón frágil
Van pasando las horas, pero aún no me hago a la idea. Carme nos ha dejado, de repente, sin avisar, en un silencio que se espesa con el paso del tiempo. Todas las palabras se quedan cortas para expresar un sentimiento de estupor, incredulidad y rabia. Esperaba verla en Madrid la semana que viene con motivo de la presentación de mi libro, por cuya publicación me había felicitado. Nada hacía pensar en esto. Es verdad que a veces nos recordaba su cardiopatía congénita, pero era tal el contraste con su vitalidad, su energía, su coraje y su capacidad de trabajo, que se hacía difícil pensar en ella como persona en situación de riesgo cardiovascular. Pero así era.
Probablemente, fueron sus ganas de vivir y de superar ese hándicap las que le llevaron al baloncesto, la política y la maternidad. Ella podía con todo. Se convirtió en un símbolo para todos cuando pasó revista a las tropas embarazada de su hijo, Miquelete, como le llamaba cariñosamente. Pero ese corazón iba un día a romperse, y ese día fue ayer domingo. El mazazo de la noticia se confundía con las demandas de que confirmásemos su fallecimiento, cuando nada sabíamos. Cuando nos llegó la confirmación del SAMUR, tuvimos que rendirnos a la evidencia. Carme se había ido, y no habíamos podido ni siquiera despedirnos de ella. Quedan sus obras, su compromiso y su ejemplo. Quedamos los socialistas más tristes, más solos, sin poder contar ya con su consejo y su compromiso permanente. Maldito domingo.
La militante de Juventudes que llegó a concejal de Esplugues de Llobregat y después a ministra. De vivienda, primero; de Defensa, después. De fuertes convicciones y con gran capacidad de convicción, seguramente lo uno y lo otro van de la mano. En ella, desde luego, iban de la mano. Aunaba firmeza con emociones y afectos. Compañera de todos y, además, amiga de sus amigos. Una amistad que pasaba por delante de todo, acompañando aventuras, venciendo dudas y temores. Quiso encabezar el PSOE como secretaria general, y halló el apoyo de muchos y de muchas. La recuerdo en Sevilla con Pepe Griñán, Susana Díaz, Máximo Díaz Cano y Amparo Rubiales. Se refugiaron en la tarde del viernes en mi habitación, planeando y soñando una operación a la que poco faltó para el éxito. Allí se trenzaron complicidades y afectos que ayer domingo se desvanecieron.
Pero Carme se granjeó el afecto y la admiración de muchos y muchas, por su discurso claro, la fuerza de sus ideales y su capacidad de trabajo. Siempre se supo parte de un proyecto colectivo y, aunque apasionada, sabía tomar distancia para recuperar perspectiva y objetividad. Indignada por el proceso secesionista, por su falsa simplificación de temas bien complejos, se exigía y nos exigía claridad. Conocía bien la cuestión quebequesa y, como profesora de Derecho Constitucional, participó activamente en la elaboración de la propuesta de reforma constitucional impulsada desde el socialismo catalán y que luego encontró cauce en los acuerdos de Granada.
Respetada también por sus adversarios, su muerte prematura nos ha sobrecogido a todos. Nos queda Miquelete, su familia rota por el dolor y nos quedan sus acciones y su compromiso. Que la tierra le sea leve y que su recuerdo nos ilumine el camino para seguir construyendo los sueños que compartimos.