Carme Chaparro: "Una vez descubres qué es el feminismo ya no puedes dejar de ser feminista nunca más"
La periodista publica su segundo libro, 'La química del odio'.
Comenzó con paso firme y seguro en el mundo del thriller. La periodista Carme Chaparro ganó con su primer libro, No soy un monstruo, el premio Primavera de Novela 2017, y consiguió llegar con la historia a 150.000 lectores, una motivación más que suficiente para ponerse pronto con el segundo, La química del odio.
Su segundo libro ha llegado en tiempo récord: empezó a escribirlo hace un año y se ha publicado esta semana, a costa de menos horas de sueño, más madrugones y malabares para aprovechar esas solitarias mesas de cafetería mientras sus niñas hacían actividades extraescolares. Sin embargo, la explicación es mucho más sencilla que la práctica: "Cuando empiezas una historia y te metes es difícil parar", explica la escritora.
Acostumbrada a lidiar con las emociones cada día en su trabajo al transmitir las noticias en televisión —y verse obligada a contener las lágrimas en alguna ocasión—, la periodista intenta ahora contagiarlas a través de su ficción, que está "llena de Carme Chaparro".
La presentadora de Noticias Cuatro ha hablado con el HuffPost sobre su segundo libro, esas emociones (buenas y malas) y cómo pueden llegar a dominar a las personas, la importancia del feminismo y sobre los prejuicios que existen contra los escritores que vienen de la televisión.
El título de tu segundo libro, La química del odio, ya es una declaración de intenciones. ¿Por qué nos odiamos tanto? ¿Es sólo química?
Todo lo que hace nuestro cerebro es química, pero cuando estamos entre amigos, en cualquier conversación, siempre sale a relucir algo de odio. 'Mira lo que me ha hecho este o mira esto otro'... Sin embargo, cuando se trata de hablar de amor nos da más vergüenza, quizás porque sabemos que nos hace vulnerables, que muestra nuestros puntos débiles. Creemos que el odio nos hace más fuertes, que nos sitúa por encima de los demás. Por eso igual el odio es ese animal que nunca se cansa de devorarnos, que tiene tanta fuerza.
Hablas en la novela de que es más fácil soportar el miedo a trozos. ¿Cómo se puede dividir el miedo?
Todas las cosas a trozos se digieren mejor. A veces el miedo y el dolor son tan grandes que necesitas asimilarlos muy poco a poco. De hecho el duelo tiene fases, no puedes asimilarlo de golpe, y con el dolor emocional pasa lo mismo.
Hay muchas voces que hablan de miedo precisamente ahora, en esta época convulsa que estamos viviendo. ¿Te asusta lo que ves en las nuevas generaciones, en nuestro futuro?
El odio siempre ha estado ahí. Es algo innato y va en paralelo a la capacidad de un ser vivo de ser racional, de pensar y de sentir, y cuando sientes odias. Lo que pasa es que ahora, con las redes sociales, toda esa gente que odia en silencio en su casa y que no tenía cómo expresarlo ha encontrado un altavoz magnífico para odiar en público. Hacen todos mucho ruido y parece que haya más odiadores, pero en realidad siempre han estado ahí.
¿Entonces se está alimentando ese odio y se puede contagiar?
Lo que hace es que los odiadores se ponen en común, se conocen entre ellos. Cuando lo hacen y alimentan un odio contra cierta persona —lo hemos visto con linchamientos en las redes sociales contra cierta persona o situación— pueden llegar a hundirle. Nuestra obligación es relativizar todo eso. Al final las redes sociales son una parte pequeña de la población. Los que estamos ahí pensamos que es el mundo entero, pero son 5.000 en un país de más de 46 millones. Se han acostumbrado a hacer mucho ruido, se sienten protagonistas y eso alimenta más al monstruo. Ojo con esas cosas. Lo mejor es no hacerles caso ni darles eco.
Tus libros hablan de expectación, de odio, de emociones... ¿Son el reflejo de una época?
Son el reflejo del ser humano. No creo en esos héroes, esos seres indestructibles como James Bond. Están bien para entretenerse y pasar un buen rato, pero no hay un James Bond en la vida real. Prefiero construir personajes sobre los que el lector piense que podría ser su vecino. Humano, que odia y ama, y se enfada y quiere hacerlo bien y lo hace mal. La literatura es ese reflejo de todos los seres imperfectos que somos todos.
Y en tu caso, que trabajas presentando Noticias Cuatro, ¿cómo se pasa del exceso de realidad diaria en el que vives, que a veces supera a la ficción, a escribir la ficción 'de verdad'?
Mis tramas son ficción completamente. Cuando empecé a escribir No soy un monstruo pensé 'qué pena que este personaje no hubiera hecho esto antes, porque aquí me iría muy bien por la trama'. De repente, me di cuenta de que podía ir dos capítulos atrás y cambiarlo. Cuando hago un informativo no lo puedo hacer. Para mí es un cambio brutal, pero sí que es cierto que en mis dos libros hay muchísima verdad porque quiero que los personajes sean de carne y hueso, que sean vulnerables. Son situaciones reales. Si algún escritor escribiera las cosas que contamos todos los días en el informativo, igual el lector no las creería.
¿Has tenido que aguantar las lágrimas o la emoción en algún momento dando alguna noticia en directo?
Sí, muchas veces. Son noticias con las que trabajamos desde primera hora de la mañana, por lo que cuando llego a plató ya sé la historia y sólo tengo que contarla. Hay sucesos muy duros y emocionantes en los que nos cuesta aguantar las lágrimas en la redacción y cuando llegamos a plató tengo que hacer un esfuerzo de contención muy importante, pero no para que no se note que estás emocionado. Creo que es bueno que el espectador sepa que nosotros nos emocionamos con las cosas y que cuando le contamos algo duro estamos afligidos de verdad, de la misma manera que cuando le contamos un premio de la lotería sonreímos y somos honestos en eso. Soy muy transparente. No puedo jugar al póquer porque se me nota enseguida, mi cara me delata.
No eres precisamente sospechosa de ser machista. En la novela, cuando presentas a uno de los personajes, aprovechas para hablar de sus "prótesis mamarias" y de lo que ha conseguido "por vía vaginal". ¿Estás de acuerdo con ese sector crítico que piensa que los autores deben comprometerse a crear una ficción menos cruda, para educar?
Esa frase me la pensé mucho y me planteé ese debate, pero también es una crítica a toda la gente que dice eso. También hago un retrato de lo que es un psicópata y eso no quiere decir que piense como él. Intento escribir sobre los sentimientos de las personas y por qué hacen lo que hacen. Esa frase la ha dicho tanta gente de otras mujeres... está ahí como un bofetón a la realidad. Cuando la escribí pensé que se podía malinterpretar. La dejé porque quiero que la gente vea que muchas veces dicen esas cosas y tratan así a las mujeres, como si fueran una vagina en la que hombres poderosos van a relajarse y de esa manera consiguen un ducado o un matrimonio con dinero. La dejé a propósito para que eso generara algo.
Utilizas las redes como altavoz. ¿Han significado algo negativo para ti, personalmente?
Sí. Mucho más positivo que negativo. Al principio contestaba cada crítica e intentaba hacerlo bien, porque me gusta mucho debatir. Hay gente cuyo único argumento es el insulto y al final, a base de golpes y disgustos, aprendes que esas personas que te insultan son las mismas que cuando se cruzan contigo en la calle te piden un selfie, y luego lo suben a las redes sociales. Estos odiadores profesionales que insultan a una actriz se la encuentran en la calle y se les cae la baba. Entonces dices 'mira, a tomar por saco'.
Se supone que tanto contacto con la gente debería fomentar tu tolerancia, pero dices que ahora eres "más intolerante con los estúpidos"...
Eso es algo de la edad. Más que intolerante es que no me importa. Ya tengo 45 años, estoy en el ecuador de mi vida y no voy a perder mis recursos emocionales en estar con personas que no me aportan.
Ahora que vivimos un momento tan importante para las mujeres, ¿crees que hay una proliferación del postureo dentro del feminismo?
Sí, claro que hay postureo. En todo. Pero me alegra. Recuerdo cuando Dan Brown publicó El Código Da Vinci y la gente decía 'qué horror que este libro sea el más vendido'. Pues bien, porque eso hizo que gente que no leía se fuese enganchando. La gente que piense que es una moda, bueno... Los que se aproximan al feminismo por postureo se acercan. Una vez descubres realmente qué es el feminismo y se te cae la venda ya no puedes dejar de ser feminista nunca más. Bienvenidos todos aquellos que postureen. Porque igual se les cae la venda, y todos los aliados son pocos.
Sin embargo, hay gente que ve a las feministas como tú —que tienen más visibilidad—, como oportunistas en busca de protagonismo...
Sí. Hace 20 años no era feminista. Descubrí el feminismo gracias a varias amigas, hace 16 años, al poco de llegar a Madrid. Llevo desde entonces peleando y escribiendo sobre feminismo, por lo tanto que se vayan a la hemeroteca a buscar. La gente que te critica con un insulto no tiene argumentos.
¿Crees que vendes más por salir en televisión?
No. Por eso me presenté al premio Primavera con seudónimo, porque no quería que el jurado premiara a alguien conocido. Hay más de 150.000 personas que han leído No soy un monstruo. La moda es que lo compren mil, 'ah pues lo que sale en la tele', pero si no les gusta ahí se queda y no se produce este fenómeno. Yo creo que incluso me ha perjudicado porque se trata de 'otra más de la tele que saca una novela'. Pero como esta ya es la segunda, el que repita lo hace porque le gustó la primera.
Estarás harta entonces de escuchar lo de 'los autores de la tele'... ¿Qué te hace diferente para no ser uno más de ellos?
Acuérdate cuando se publicó La Catedral del Mar. Su autor era abogado y nadie dijo 'ay, los abogados que escriben libros'. Nosotros somos figuras más públicas y entonces se nos conoce más y estamos en la diana. Mira Christian Gálvez, el éxito que está teniendo y es uno de los principales expertos en Europa de Leonardo Da Vinci. Cuando un periodista de prensa escrita publica una novela nadie le dice 'uy, otro periodista que publica una novela'. ¿Qué pasa, que los de tele somos una categoría inferior de periodista?
¿Entonces crees que hay una actitud rancia, o es clasismo?
Igual puede haber un poco de prejuicio hacia la gente que está en la tele y escribe. Pero cada vez es menos.
Eres de las pocas que trabajan en televisión y se atreven con el thriller. ¿Qué tiene este género que has empezado con él y lo sigues trabajando?
Leo de todo y soy muy fan de la ciencia ficción. Me encanta leer y empecé con el thriller porque se me ocurrió el final de No soy un monstruo, y era un final de thriller. Y esta segunda parte la he hecho por agradecimiento a todos los lectores, me vi en la obligación de decirles cómo continuaba la historia.
En ese primer libro hablabas también, a través de tus personajes, de la ambición y de todo lo que algunos arriesgan por conseguir sus metas, al precio que sea. A veces, incluso, generando un poco de mal rollo con la historia. ¿Has conocido a alguien así?
Hay un detalle en la novela de un periodista que ponía bombas en Tarragona que es real. Yo era becaria en la SER allí y lo conocía. Hablo de lo que hace la gente por tener notoriedad. Al final las motivaciones, la fama o el odio, pueden ser más fuertes que la persona y acabar dominándola hasta hacer cosas terribles.
La historia de No soy un monstruo se va a llevar a la pantalla, aún no sabemos si del cine o de la televisión. ¿A quién te gustaría ver en el reparto?
Tengo muchas amigas actrices. Ojalá Toni Acosta, Belén Rueda o Maribel Verdú. Me encantaría que estuvieran en el reparto.
Hace unos meses contabas que sufres síndrome de Menière, una enfermedad rara que afecta a tu oído derecho. ¿Es duro no disfrutar del silencio?
Muy duro. Sobre todo por las noches, cuando te pita el oído, pero como nunca he conocido el silencio... Me lo puedo imaginar, lo que sería mi vida sin el pitido.
¿Qué conocemos de Carme Chaparro a través de La química del odio?
Muchas cosas. Invito a los lectores a que me pregunten y les contestaré por Twitter. Hay mucho de mí, mucha emoción, muchas cosas que me han pasado, muchos sitios que conozco. La química del odio está llena de Carme Chaparro.
¿Cómo te has tomado que Mediaset cancele Las Mañanas de Cuatro?
Personalmente me da mucha pena porque tengo a muchos compañeros del programa sentados a mi lado y son profesionales magníficos. Estoy convencida de que los veremos pronto trabajando en otros programas porque se han dejado la piel para levantar un programa fantástico.