Camila Sosa: "La palabra trans se queda corta para la imaginería travesti"
La actriz y escritora que saltó a la fama con el libro 'Las Malas' presenta 'Soy una tonta por quererte'.
“Tengo varias firmas predeterminadas con una frase que dedico a los lectores como ‘eres un tonto por leerme’ o ’que las malas te acompañen y te lleven a un reguero lleno de dinero, así ahorro algo de tiempo”. Camila Sosa tiene sus propios trucos a la hora de hacer frente a las jornadas de promoción, como los que tendrían las protagonistas de sus libros. La actriz y escritora argentina, que adquirió la fama del gran público con Las Malas (Tusquets) publica Soy una tonta por quererte (Tusquets), un libro de cuentos en el que recoge varias historias en la misma línea de Las Malas y con la misma visibilidad de las mujeres trans y la prostitución que hizo en su primera novela.
A pesar del conflicto que hay actualmente entre cierto sector del feminismo, denominado TERF [Trans Exclusive Radical Feminist], Sosa reivindica que hay luchas mucho más importantes y que siempre han “convivido con enemigos” o con personas que las “querían muertas”. “Hemos sobrevivido en un mundo en el que no existíamos, que éramos totalmente basura y ahora tenemos leyes”, señala.
Sosa prefiere utilizar la palabra travesti a la hora de definir su identidad y su personalidad. “Trans parece que higieniza esa palabra que es maravillosa, que tiene una musicalidad encima que me parece fantástica”, detalla. Sosa cree que las mujeres trans no han recibido justicia en la industria audiovisual más allá de la serie Veneno, pero tampoco pide a todas las mujeres trans que escriban su vida.
Pasó con Las Malas y ocurre con Soy una tonta por quererte, se dice que es autobiográfico, algo que has dicho en alguna ocasión que te molesta. ¿Por qué?
La Munro [Alice Munro] decía que la vida de las mujeres es lo que es autobiográfico, es la forma no en el contenido. De lo que me quejo es del desprecio sobre eso y que los que me lo dicen lo hacen sin conocerme. Nadie sabe qué es autobiográfico ni mis padres se reconocen en ese libro.
Hacen como que las travestis solo pueden contar su historia. Eso es con lo que me peleo, una vez se pusieron a comerme el hígado [criticar] en las redes no me acuerdo por qué —porque además de todo esto tengo que ser una persona muy humilde que diga todo el tiempo ‘gracias por haberme descubierto’ como si yo no hubiera hecho nada antes de Las Malas—. Me dijeron: ‘¿pero esta qué se cree si solo escribió un libro autobiográfico?’ Ese es el tipo de desprecio que digo.
Hace poco estuve en el barrio de Los Mártires de Bogotá, que es donde están las travestis asentadas y donde ejercen la prostitución porque allí además no es ilegal hacerlo. Entonces van allí a hacer talleres y los profesores insisten todo el rato en que escriban sobre su vida, que escriban su historia, y yo dije “no, inventen. Escriban sobre animales que no existen, personajes que nunca vieron en su vida, cosas que quieren que pasen, no sobre la experiencia solamente”. Por supuesto que se puede escribir sobre una misma, pero no para todo. Hacer ficción es un derecho, además se puede introducir parte autobiográfica, pero no es que una agarre el diario de la adolescencia y lo desgrane así tal cual. Es un invento y es mi derecho a hacerlo, si no ¿qué sentido tiene escribir?
También se busca siempre en cuanto a las mujeres trans una historia dramática, algo que tú tampoco plasmas tal cual.
Siempre se espera el punto sórdido del travestismo, de la prostitución… Más que dramático pienso que debe ser algo reconocible, nada es absolutamente trágico ni absolutamente cómico. Por ejemplo, para salir de la literatura Fleabag es un poco así entre comedia y risa y que la sonrisa se queda como amarga, ¿qué es todo tan gracioso? Es porque es reconocible, es así la vida.
¿Es cierto eso de que te has cansado de actuar?
No tengo más ganas de actuar, pero en realidad lo que ocurre es que yo siempre gestiono mis obras de teatro, que son como artefactos que creo yo, son como epifanías que tengo como la de la difunta o la Frida, que son imágenes que me aparecen. La de la Frida era, ya sabes que a ella la colgaban bocabajo para que el corsé se ciñera sobre las vértebras ordenadas, entonces quería empezar la obra así con ella colgada y gritando del dolor, e hice una obra así. Con la Difunta Correa era ella muerta con esos pájaros negros revoloteando arriba del público. Así hice casi todas las obras. Ahora hace muchísimo tiempo que no me ocurre lo de tener una imagen así.
A partir de la popularidad de Las Malas, muchos directores de cine se han acordado de mí, pero yo estoy un poco resentida porque me dejaron sin trabajo por ser tránsfobos, entonces ya no quiero, eso no quiere decir que sea para siempre, por ahora sí.
¿Ha cambiado cómo ve la industria audiovisual al colectivo trans?
Salvo con La Veneno, no hay nada más que haga justicia a las mujeres trans, esos dos chicos [Los Javis] han hecho una maravilla con esas actrices.
Pero se han hecho otras producciones también con actrices trans como Pose.
Pose está bañada por una cosa yankee, los yankees tienen mal gusto, no me enganchó ni un poco, nada de nada. La Veneno no podía parar, creo que la he visto tres veces. Se la recomendé a todo el mundo, la vi con mi mamá, la vi con mi novio que es la persona más heterosexual y básica del mundo. La vimos y lloraba, un tipo básico que tiene una banda de rock and roll y queda con los amigos para jugar al fútbol. Él no entiende nada, pero como la cuestión de mi travestismo no fue un valor de intercambio sentimental sino que se enamoró y luego tuvo que reflexionar eso, en un momento determinado lo aceptó, pero no fue un impedimento.
¿Por qué travesti y no mujer trans?
Acá en Europa no se usa o se usa de forma despectiva, aunque en Latinoamérica y en Argentina también. Muchísimas travestis hemos empezado a apropiarnos de ese término como un juego de palabras, como una disputa lingüística como con la palabra “mujer” o la palabra “maricón”. Es una propuesta, no es más que eso. De todas maneras, el término transexualidad viene de la medicina, de la psicología más rancia y encima europea, blanca, patriarcal… Parece que higieniza esa palabra que es maravillosa, que tiene una musicalidad encima fantástica. La palabra travesti te trae a la cabeza una escena, la palabra trans se queda corta para la imaginería travesti.
¿Estás al tanto del movimiento TERF en España y las críticas que reciben las mujeres trans?
Sí, porque las TERF argentinas le prestan muchísima atención a las españolas. Esas cosas han pasado siempre, no sé por qué nos afecta tanto convivir con enemigos, con personas que no nos aceptan o que nos quieren muertas. Eso ha ocurrido toda la vida y hemos sobrevivido muchísimas y encima ahora tenemos leyes. Hemos sobrevivido en un mundo en el que no existíamos, que éramos totalmente basura y ahora tenemos leyes. Es una disputa lingüística también y tenemos herramientas para darla. En algún momento me causó enojo, me enfadó, me dije “pero qué dicen estas”, pero se están expresando y nos están invitando a hablar de otras cosas también, bárbaro, que así sea, no me preocupa, hemos pasado por cosas peores.
¿Cómo está la situación en Argentina?
Latinoamérica es un territorio muy peligroso para las mujeres, donde están muy presentes el catolicismo y las dictaduras todavía, las persecuciones... Existe la trata de mujeres y de personas, matan una mujer cada 23 horas, en México creo que cada 3. Por eso digo, con cosas tan serias que pasan decir que estamos en peligro porque no nos dejan ir a una marcha feminista me parece olvidarse de algo mucho más importante. Pero es brava Latinoamérica, Brasil ahora por ejemplo es el sitio más peligroso del mundo para las personas trans. Hace dos semanas le prendieron fuego a una chica trans, que sobrevivió, pero le prendieron fuego. Es muy peligroso y esta semana me dijeron que acá en Madrid mataron a cuatro mujeres. Hay un orden de prioridades también que hay que respetar, respetar el sufrimiento.
Hasta que se produzca un cambio, ¿no?
Ya hemos cambiado. Veo a mi vieja y a mi papá, mi papá friega los platos ahora y eran de los de “mientras haya una mujer en la casa, un hombre no tiene que tocar un plato sucio”. Ahora termina de comer, se levanta de la mesa y se va a lavar los platos, lava su ropa y limpia la casa. Hemos cambiado nosotras y eso es muy importante y siempre se le achaca a los gobiernos, al movimiento feminista… Y es una cosa que hemos cambiado nosotras por dentro. En Argentina el movimiento de mujeres era tan grande que inmediatamente los partidos políticos se han apropiado de eso. Luego, cualquier signo se estabiliza. Gabriel Giorgi, el psicólogo estadounidense, decía que los signos se estabilizan entonces siempre hay que confiar.
También se apropian de la lucha LGTB. Con el Orgullo muchas empresas e instituciones se cuelgan la bandera. ¿Qué te parece esa capitalización?
Era inevitable que pasara, la consecución de derechos inmediatamente igualaba a algo mediocre, nunca se nivela hacia arriba, siempre hacia abajo, porque la sociedad es muy mediocre y nosotros también lo somos. Lo que pasa es que el peligro, la marginalidad da cierta acidez, viveza, que se entiende cuando los estados te asimilan.
Pero luego, las personas trans siguen teniendo una tasa de paro que en España es más del 80%. ¿Sigue siendo la prostitución una solución?
En Argentina hay un cupo laboral trans y creo que trabajan tres personas. Y eso que hay un decreto y todas las empresas tienen que tener en sus plantas contratadas personas trans. Además las travestis van muy por detrás porque además no terminan la secundaria, son grandes, no saben manejar Excel, no saben inglés, no saben adaptarse al mercado laboral como ellos esperan. Siempre termina siendo una solución para las chicas trans de clase media que son mucho más jóvenes y que han tenido un mundo más fácil para vivir porque sus padres no las echaron de casa y a esto se suman los no binarios, que son personas muy jóvenes que han estudiado, entonces siempre terminan marginadas y por detrás. Las travestis siempre son pobres.
¿Deberían ir la lucha travesti o trans de la mano de la lucha feminista?
La lucha siempre es por hacer un mundo más vivible, un mundo mejor, no sería solo la lucha LGTB, de las travestis, de los migrantes, de los negros o de los pobres. Es hacer un mundo mejor, se hace de a poco, cada cual hace lo que puede, lo que me parece necesario es tomar conciencia de que el mundo no tiene arreglo. También como una propuesta, si el mundo no tiene arreglo, que el fin del mundo nos pesque bailando, riendo, viviendo mejor… Creo que no tiene arreglo.
¿Cuál es la solución para un mundo mejor entonces?
Cuidar la salud, cuidarse y ser saludable y refugiarse en los amigos, en los afectos. Esa es la única salida.
¿Por qué no una segunda parte de Las Malas?
Veo muy elegante irse de las fiestas antes de dar ocote, como decimos en Córdoba (Argentina), es decir, antes de hacer el ridículo. Las Malas fue un libro y ya, es una tentación igual, pero lo que sí hice fue tomar personajes, que eran algunos que ya existían antes de Las Malas, los hombres sin cabeza, por ejemplo, que existían en algún otro poema que había hecho, o La Machi también, y voy a volver siempre a ellos. Eso me parece que está bien, pero no puedo hacer una segunda parte de Las Malas porque además todas terminan muertas.
¿Cómo surgieron esos ‘hombres sin cabeza’?
Los hombres sin cabeza eran mucho más crípticos, hablaba en el poema de un hombre que no tenía cabeza e iba a una tienda a elegir cuál le quedaba mejor y apareció en Las Malas como el novio de la tía Encarna, pero no explicaba nada de él y me parecía que estaba bien hacer ese silencio en torno a él, pero el editor me dijo que teníamos que contar algo más de eso y me vi en la obligación de tener que escribir e inventarme una historia, que igualmente está bonita, que es un grupo de hombres, que son muy educados además, que actúan también como contrapeso de todos esos hombres que son tan desagradables y son tiernos, dulces con ellas. De hecho, el final del libro es con ellas, que las acompañan en silencio y con discreción hasta el parque.
También recuperaste a la Difunta Correa de tu obra Carnes Tolendas.
Difunta Correa me pareció muy bonito de recuperar por mis padres por esa promesa que hicieron mis padres por una impotencia que era no poder ayudarme de ninguna manera más que con la fe. Eso me parece muy poético y no solamente porque ellos lo pidieron, sino que además se cumplió, ocurrió el milagro.
¿Cómo surgió el capítulo que da nombre al libro Soy una tonta por quererte, en el que aparecen Billie Holiday y Louis Amstrong?
Al final lo que hacía ella era un jazz muy popular. Leí su biografía [de Billie Holiday] Lady sings the blues, que escribió un periodista para ella presionado por su entonces marido, en ella cuenta que tenía dos amigos maricones que a veces le pedían prestado el vestido y los visones para salir por Nueva York y los metían presos. Así que tenía que ir a rescatarlos de la comisaría para rescatar sus vestidos, dije, ”¿por qué no hacerlos crecer y hacerlos travestis y no maricones?”. Así se plasmó la conciencia del travestismo, además a ella la tenía muy estudiada porque había hecho una obra sobre ella y había estudiado mucho y leído mucho de su vida, por dónde caminaba y demás. Lo escribí del tirón.