Buscaba una chica de "grandes pechos" y cuando tiene enfrente a Alba sucede algo sin precedentes en 'First Dates'
"Increíble, espectacular".
"Esto es increíble, nunca había visto un amor tan de repente". Estas palabras de una de las camareras gemelas de First Dates resumen a la perfección el flechazo sin precedentes protagonizado por Francisco, un granadino de 28 años, y Alba, una barcelonesa de 23.
El chaval llegaba al programa del amor de Cuatro buscando a "una chica alegre de grandes pechos", porque "es un atributo de la mujer": "Para mí es importante", afirmó.
Ella quería que su cita fuera "un chico alto, gracioso y simpático".
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Pero todo pasó a un segundo plano cuando se vieron. "Cuando he visto a Alba ha sido increíble, es muy guapa, tiene un físico espectacular", explicó entusiasmado Francisco.
Su conexión fue tan rápida, tan intensa y tan increíble que no habían pasado muchos minutos cuando el chaval, tras una disculpa previa, se ha abalanzado sobre Alba y la ha besado en la boca de la manera más apasionada posible:
(La besa apasionadamente)
Ante la cámara, la chica no podía explicar exactamente qué era lo que le estaba sucediendo con Francisco: "Me ha dejado un poco petrificada, pero no podía separarme, no podía decirle que no. Ha habido conexión y no me podía echar para atrás", ha reconocido.
En ese momento, la sensación era que Alba y Francisco se conocían de toda la vida. Ambos bromeaban y se besaban; se reían y se besaban; se piropeaban y se besaban; se abrazaban y se besaban... se besaban y se besaban.
(Se miran)
(Se besan)
Ante la cámara, Francisco ha tratado de explicar su irrefrenable impulso de besar a su cita: "He tenido que besar a Alba porque creo que hay demasiada sintonía ente nosotros. No puedo dejar de... hay demasiada atracción física. Me siento muy bien con ella".
La chica ha ido incluso más allá: "Me dan una especie de calores porque es muy fogoso, muy pasional y era un empezar sabiendo que íbamos a acabar mal".
Y con este amor que haría dudar de lo suyo a Romeo y Julieta, y tras prometerse que eso sería eterno (y no estamos de broma), ha llegado una sentencia final en la que han sobrado las palabras:
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