Uno de los asesores del Gobierno para la desescalada responde a las críticas mandando un mensaje de unidad
Bruno Sánchez-Andrade Nuño ha valorado como positivo el resultado final, aunque ha reconocido errores.
Bruno Sánchez-Andrade Nuño puede presumir de un nuevo punto en un currículum ya de por si extenso. Este ovetense de 39 años, doctor en astrofísica, ha trabajado en proyectos de la NASA, ha sido director científico de Mapbox en Sillicon Valley, ha liderado el trabajo de big data en el laboratorio de Innovación del Banco Mundial y ha vivido en Bután durante un verano trabajando en impacto social.
También fue el representante en España de Volt Europa, el partido paneuropeo que participó en las elecciones europeas del pasado mes de mayo. Y desde ahora, ya puede añadir que ha sido uno de los asesores a los que el Gobierno ha acudido para desarrollar el plan de la desescalada.
Desde el pasado 26 de marzo ha trabajado conjuntamente con otros 14 expertos de campos tan distintos como la epidemiología, salud pública, economía, nuevas tecnologías, filosofía, desigualdad, inteligencia artificial, y relaciones internacionales. Y subrayan que lo han hecho con el objetivo de trasladar a España hacia esa nueva normalidad.
El día en el que echa a andar la fase 0 de la desescalada, Sánchez-Andrade se encuentra confinado en su pueblo, Soto del Barco (Asturias), tras regresar una semana antes de que se decretara el estado de alarma de París, su lugar de residencia.
¿Esperaba en algún momento formar parte del equipo de la desescalada?
No diría que he formado parte del equipo, diría que he sido uno de los asesores que ellos han pedido que aporten sus habilidades y experiencias. Ofrecí mi ayuda y finalmente decidieron contar conmigo. Es un honor ser parte de ese grupo.
Cuando usted aterriza, ¿cómo estaba el plan?
Ese grupo no venía de cero, cada uno tenía experiencias profesionales y unas habilidades muy grandes. Desconozco si habían empezado mucho antes, pero la mayor parte del trabajo empezó a partir de ese día. Había que crear un documento conjunto que recopilase todas las ideas que teníamos para la desescalada.
¿Costó mucho llegar a un criterio común?
No, había diferencias de opiniones algunas veces, pero en general era un ambiente muy constructivo. Sabíamos que era difícil y que no dependía de una faceta en concreto, como podía ser solo de la ciencia, la economía, las relaciones internacionales o los datos. Dependía de una combinación de todo esto y a su vez en cada campo había interrogantes que no sabíamos. Fue un ejercicio muy constructivo poner todos esas piezas del puzzle y crear una figura única.
¿Cómo se organizaron?
Fue por videoconferencias. A veces éramos todos juntos, otras eran con miembros del Gobierno o también podía ser bilateral con uno de los miembros. Compartíamos archivos en plataformas online para poner comentarios y teníamos una forma de funcionar más en capas. Nosotros hacíamos nuestros trabajos y luego entre los ministerios reportaban al presidente.
¿Cuál fue su función?
No era uno de los actores principales, pero la razón por la que me pidieron que fuera parte de este grupo es por mis habilidades en la ciencia y en la tecnología de datos. También por la experiencia de haber trabajado con otros gobiernos a nivel mundial como independiente o como funcionario del Banco Mundial.
Una de las cosas que teníamos que hacer era compilar experiencias de otros países como Singapur, Corea del Sur, China o Alemania y ver en qué estaban funcionando. También buscar soluciones tecnológicas. Necesitábamos aplicaciones para tracear y registrar la movilización, aplicaciones de geolocalizacón o colocalización, es decir, saber dónde está la gente y cuándo están cerca unas de otras. Pero además de estos países, también hubo un montón de grupos que se ofrecieron a crear aplicaciones de software libres. Miramos todos para ver qué ventajas e inconvenientes presentaban.
Nuestro trabajo en el fondo era recopilar experiencias y la tarea del Gobierno decidir qué hacer. Era un trabajo difícil y por eso necesitaban la asesoría.
Corea del Sur ha sido uno de los grandes ejemplos de buena crisis por sus test masivos y sus aplicaciones
Hacer test es básicos y tener la capacidad de hacerlos es muy importante, pero hay más cosas. En Corea del Sur ya sabían perfectamente que tenían que usar las mascarillas desde el primer momento porque es una medida muy efectiva. Aquí hasta esta crisis no lo sabíamos y su uso es importantísimo. Corea partía con ventaja porque tenía una cultura de preocupación a ese nivel mayor que la de España. También tenía una mayor digitalización que España, aquí hay mucha gente que no usa tanto el teléfono o que directamente son invisibles a él y a las nuevas tecnologías.
¿Va a jugar algún papel los raestradores en las próximas semanas?
No lo sé, pero es una buena pregunta. Sería muy importante, muchos países han creado esa figura y es necesaria porque si no puedes hacer test a todas las personas todos los días, o incluso en caso de poder hacerlos, es clave conocer la cadena de contagios.
¿Está contento con el resultado final?
Hay muchas cosas que se pueden mejorar. Es innegable que se han cometido fallos y también lo es que ha habido aciertos. Cuando llegue el momento de hacer las críticas, habrá que hacerlo para mejorar en casos futuros. Estoy bastante contento por cómo se ha actuado con datos muy poco concretos en medio de una crisis histórica. Aunque hay que decir que esto no es algo que pensáramos que nunca iba a pasar. Hay muchos científicos que llevan años diciendo que esto sí podía suceder. Sin embargo, la realidad es que casi ningún país estaba preparado para afrontarlo porque la preparación que implica es muy grande.
Es una lección que tenemos que aprender. Para la próxima pandemia espero que tengamos mucho ganado, tanto para saber el tipo de respuesta que necesitamos como para conocer la formación que hay que tener, ya sea por lo que hayamos hecho o por lo hubiéramos tenido que hacer.
Este lunes, Casado ha dicho que no se dan las circunstancias para prorrogar el estado de alarma. En caso de que esto finalmente suceda, ¿qué ocurrirá con el plan?
No lo sé, pero no me gustaría entrar a nivel partidista, no creo que sea el momento de entrar a nivel partidista. Entiendo que tienen que jugar un papel de vigilar que se haga lo mejor posible, pero ese tipo de discusiones creo que están fuera de lo que yo puedo aportar ahora.
¿Qué respuestas tienen a las críticas que ha habido en los últimos días?
Personalmente hay que reconocer que es un momento frustrante y que estamos todos muy fastidiados y sufriendo, pero nos necesitamos unos a otros. La idea de conciudadanos es más importante que nunca. Hay que ayudar a un vecino si necesita algo. Si el bar de la esquina abre, ofrece comidas a domicilio y si quieres que exista en un futuro, hay que colaborar con todo lo que se pueda.
Ese sentimiento de ayudar unos a otros es vital, cuando salgamos de la desescalada será porque todos hemos sido parte de ese éxito independientemente de que también necesitamos de una estrategia que el Gobierno ya ha aprobado. Pero esa estrategia sin la gente no iría a ningún lado. Son las dos cosas necesarias.
Estamos ya en la fase 0 y ha habido cambios como el aforo de las terrazas, que ha pasado del 30% al 50%. ¿Va a haber más estos días?
No lo sé. Mi tarea era asesorar para crear una estrategia y el Gobierno es el que toma las decisiones. Ha habido cambios y es natural que los haya. Este plan tiene que dar una respuesta a todos los tipos de personas, sus trabajos y es imposible pensar en que no va a haber cambios. Además, vamos conociendo más al virus poco a poco y cómo está siendo la respuesta de la sociedad. Es normal que los haya.
¿Se llevaron las manos a la cabeza al ver a los niños jugando juntos el primer día que pudieron salir o las fiestas en calles del centro de Madrid de este fin de semana?
Quiero pensar que es más anecdótico y que la gente lo ha hecho bien. Es verdad que hay imágenes que duele verlas porque con que uno lo haga mal puede perjudicar a toda una región. Hay que recordar que toda la crisis mundial es por una persona, el primer caso, pero estadísticamente lo hemos hecho bien y ojalá vayamos aprendiendo de estos comportamientos.
¿Está encima de la mesa la posibilidad de un rebrote a mediados de este mes?
Alemania está viendo que si se aumenta la movilidad se aumenta el riesgo y eso es algo obvio. Aunque hay que erradicar el virus, el objetivo no debe ser eliminarlo ahora mismo, tiene que ser compatibilizar algo de movilidad, de trabajo y de vida social con el coronavirus. Cuando estás dejando más movilidad tienes el riesgo.
El problema es que hay gente que nunca tiene síntomas o que les tarda mucho en salir, los asintomáticos y presintomáticos. Vas un poco a ciegas en ese aspecto, porque si los diera desde el principio sería más fácil, ya que podrías poner más cámaras térmicas para controlar la temperatura, etc.
¿Puede ser decisivo el estudio serológico?
Es una suposición muy lógica y casi científica que cuando pasas el coronavirus estés inmunizado, pero no está confirmado al 100% y hay que ir con cautela. De confirmarse sería un espaldarazo para los países que han sufrido más, porque tendrían un mayor número de personas inmunizadas. Luego están los esfuerzos de crear un tratamiento o una vacuna. No podemos apostar a estas opciones aún. Y el hecho de que aún pueda tardar en llegar un fármaco no quiere decir que tengamos que estar encerrados. Hemos visto países como Nueva Zelanda, que aunque el hecho de ser una isla ayude, lo ha hecho genial y no tiene ni un caso desde hace días.
¿Ha gestionado bien Europa la crisis?
Se podría haber hecho mucho más. La Unión Europea está preparada para ofrecer paquetes de dinero que van a dar mucha ayuda, pero al principio países han competido entre ellos. Es muy difícil, pero se podría haber hecho mucho mejor y ha faltado un sentimiento de decir que estamos en esto todos juntos.