Brasil, de cabeza a la derecha pura y dura

Brasil, de cabeza a la derecha pura y dura

"No podemos seguir coqueteando con el socialismo, el comunismo, el populismo y el extremismo de izquierda", ha dicho el nuevo presidente Jair Bolsonaro.

EFE

Se acabó todo lo que huela a izquierda en economía, políticas sociales y alineamientos diplomáticos de Brasil. El recién elegido como mandatario del país, Jair Bolsonaro, inicia este lunes sus actividades de presidente electo con una frase que resume sus ideas de gobierno: "No podemos seguir coqueteando con el socialismo, el comunismo, el populismo y el extremismo de izquierda".

Bolsonaro, admirador de la dictadura militar (1964-1985), ha conseguido un 55% de los votos frente a 45% de Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).

El ultraliberal Paulo Guedes, a quien Bolsonaro prometió el ministerio de Hacienda,ha anunciado su intención de "cambiar el modelo económico socialdemócrata" mediante un programa acelerado de privatizaciones y de control del gasto público, como receta para reactivar a un país que pasó por dos años de recesión y otros dos de débil crecimiento.

El presidente conservador Michel Temer, que desde que sucedió en 2016 a la destituida presidenta de izquierda Dilma Rousseff aplica un plan de severos ajustes, expresó su deseo de planificar la transición antes del traspaso de funciones el 1º de enero, "para dar continuidad a lo que hicimos".

Bolsonaro, de 63 años, carga aún con una bolsa de colostomía debido a una puñalada que le asestaron en el abdomen en septiembre, por lo cual su viaje a la capital Brasilia podría hacerse esperar.

Admirador de Trump

En el plano internacional, Bolsonaro expresó el deseo de alinearse con el presidente estadounidense Donald Trump, quien lo llamó por teléfono para felicitarlo por su victoria. Según ha indicado la Casa Blanca en un comunicado, ambos han subrayado su intención de trabajar de forma conjunta.

Trump y Bolsonaro han acordado "trabajar hombro con hombro para mejorar las vidas de los estadounidenses y brasileños, (...) así como de la gente de toda América", ha explicado la portavoz de la Casa Blanca Sarah Sanders.

En términos regionales, ese acercamiento podría llevar a acentuar la presión sobre el gobierno socialista de Venezuela, un país en pleno marasmo económico y social.

Bolsonaro llegó al poder con propuestas de blindar judicialmente las operaciones policiales y de flexibilizar los controles para llevar armas para combatir la criminalidad, en un país donde el año pasado hubo casi 64.000 homicidios.

En la senda de Trump, Bolsonaro y sus seguidores han apuntado a los medios de comunicación y a los periodistas como culpables de la situación del país.

También anunció su intención de terminar con "el activismo ecologista chiíta".

Y dijo que quiere aumentar de 11 a 21 el número de jueces en la corte suprema, lo cual le daría la posibilidad de nombrar magistrados favorables a sus planes.

Esas ideas han sembrado la alarma en organizaciones de defensa de los derechos humanos dentro y fuera de Brasil. Human Rights Watch hizo este domingo una "llamada urgente" para proteger los derechos democráticos en el país sudamericano.

Queda por ver si el Partido de los Trabajadores, derrotado por primera vez en las últimas cinco elecciones presidenciales, será capaz de llevar a cabo el trabajo de autocrítica que le han reclamado militantes y aliados.