Borrell acierta
Acertó al hacer público el secreto de transferir 28 cazas de Polonia a Ucrania.
Borrel, político gestado en el espíritu del 78, suele atinar. Estados Unidos y parte de los países de la UE culparon al alto representante de airear el secreto de transferir 28 cazas de Polonia a Ucrania. A cambio Varsovia recibiría otros tantos de fabricación americana. Borrell acertó al hacer público un alto secreto que nos hubiera metido de lleno en la III Guerra Mundial. Si las informaciones de un periódico nacional son veraces, que al parecer lo son, los mencionados aviones de combate procederían de un país de la OTAN. El ogro ruso habría respondido bombardeando la frontera polaca. El resto de los miembros de la organización atlántica, en base a ley, hubieran acudido a su defensa. No es lo mismo mandar armas ofensivas de tierra y aire que aviones, con los que los ucranianos hubieran borrado del cielo a los depredadores rusos, inclinado la balanza de la maldita guerra de su parte. Borrel, además, acusa a Putin de crímenes de guerra. Este socialdemócrata al uso no contemporiza, no habla de dejar una puerta abierta al dictador. Borrel, forjado la cultura del consenso, no ofrece validez al Kremlin.
Con Borrell y Ursula von der Leyen estamos en buenas manos. Imaginen lo contrario, que a la cabeza de la UE estuvieran los líderes charlatanes de la extrema derecha, los que venderían a nuestras madres por un trozo de la tarta del poder. O los vende humos de la extrema izquierda. Los últimos, por ahora, se mantienen callados.
Podemos no sabe gestionar la cosa pública y Vox pretende desmantelar la cosa publica. Sean, dirigentes de ambos partidos, adultos; permitan al PSOE y al PP ocuparse de lo nuestro, de España, de la solidaridad con Ucrania, de la imperiosa urgencia de derrocar a Putin. En el orden y el desorden de las dos formaciones de Gobierno aparece la ironía. La ministra portavoz, en tono amable, con mala leche fin, le metió una manita dialéctica a un señorón de la derecha. El señorón o señorito había olvidado que el lenguaje político se centra en la igualdad o pierde consistencia.
Nadie conoce en realidad que tiene en la cabeza la bestia parda de Putin, así que caminemos sobre las brasas del conflicto con una prudencia de hierro, huyamos de intervenir con fuego en Ucrania, aunque nos duela. Todo lo que hace y declara Putin apesta a mentira y a trampa. Zelensky afirma que su nación no firmará con la OTAN, a lo que contestan desde Moscú que hay un plan de paz en marcha. Zelensky, sin embargo, no se ha pronunciado sobre su aspiración de abrazar a la UE. Era una de sus proclamas electorales, pedir la adhesión. Y también sus visitas y sus palabras en plena campaña electoral se referían a la necesidad de defenderse en el ámbito de la OTAN.
Comentaristas y redactores negacionistas trufan los programas de televisión. Escucho a tertulianos dedicados a vilipendiar a los Estados Unidos pasando por encima, de puntillas, de la dictadura del telón de acero, y de la regla de sangre que corrigió a los antiguos disidentes a base de campos de concentración, cárcel y fusilamientos. Existen malos contadores de historias que acusan a la OTAN de la agresión moscovita.
Los países bálticos entraron en la OTAN desde posiciones legitimas y del todo democráticas. No se contemplaron en los países manifestaciones o ruidos de sable que derribasen a sus respectivos gobiernos ni que atacasen a los soldados de la OTAN recién instalados. Lo mismo pasó en Ucrania. Zelensky fue elegido mediante las urnas. A quién se le ocurre que los dirigentes de una nación no puedan entrar en la organización que deseen siguiendo el mandato popular. Los occidentales que reprochan a Ucrania la posibilidad de adherirse a la UE y antes a la OTAN niegan el mismo sentido de la democracia, el aval incontestable de los votos. Cuestión diferente es que las naciones de la UE no pongan calendario a la futura incorporación de Ucrania, porque pertenecer a la UE significa estar en una potencia económica y en su caso militar. Y claro, la sensatez de los parlamentos rechaza la visión de soldados rusos en nuestras calles. Debido a la distancia, aunque España esté en guerra, no presenciaremos a ivanes en nuestras plazas, pero sí sentiremos el daño de las bombas, solo de producirse una agresión zarista a la OTAN.
Con Putin la peor de las posibilidades, menos la nuclear, adquiere carta de naturaleza. Con Putin el viejo pesimismo que nos define marca una muesca en la culata del revolver, el de la historia que avanza entre altibajos, pólvora y calamidades. A España, pensando en lo peor, no le saldrá gratis la defensa del Mediterráneo occidental.
Estamos fallando en los cálculos; la guerra dinamita las cuentas sumergiéndonos en la edad de las tinieblas. Se estimaban cuatro millones de refugiados. Pronto el número, si no lo ha hecho cuando escribo, saltará por los aires. Los artilleros de Putin enviarán a un exilio obligado a muchas más personas. Deducir un dato de refugiados resulta una entelequia, y avanzar el número de civiles muertos al final de la contienda. Nadie, tampoco, posee la respuesta de la fecha de término. La masacre, que lo es, y la resistencia heroica van para largo. Zelensky acaso ceda pensando en la destrucción de su nación, momento en que exigirá un ejército multinacional que asegure la paz. Putin impedirá una fuerza de la ONU; tiene a la mayoría del planeta en contra. El halcón ucraniano explicará con razón que no se rendirá ajenas las garantías de seguridad. Al ogro ruso se la bufa que la sombra de la contienda sea eterna. Moscú es capaz de sumir a su población en la hambruna con tal de ganar la guerra. Pregunten a los coreanos del norte, o a los bielorrusos, o a los venezolanos, o a los nicaragüenses. Los dictadores llenan las panzas arrebatándole el pan a sus ciudadanos, cortándoles la lengua, sumiéndoles en la oscuridad.
Las medidas económicas no chirrían en los bolsillos de los oligarcas ni les sume en la ruina, ni siquiera a los que Putin se dispone a escupir como a moscas revoltosas, o a liquidarlas; lo ha dicho él.
En Europa sentimos la crisis económica de la guerra mientras Ucrania carece de recursos para enterrar a sus valientes.
¡Gloria a Ucrania!