A Sánchez se lo han puesto como a Fernando VII
En el PSOE admiten que les toca mover ficha. Podemos aguarda el próximo movimiento y ERC, PNV y Compromís, la excusa para virar de la abstención al “sí”.
A estas horas lo de las 48 horas límite ya no vale. El tiempo empezó a correr a las 14:25, que fue cuando la presidenta del Congreso proclamó el resultado: 124 “síes”, 170 “noes” y 52 abstenciones. En tres meses desde el 28-A, el PSOE solo ha hecho un amigo en la Cámara Baja. Se llama José María Mazón y se le conoce por “el diputado de Revilla”, en alusión al presidente de Cantabria, porque es de su mismo partido. Y con esa habilidad para la empatía, claro, Pedro Sánchez se quedó muy lejos de los 176 votos que exige la Constitución en primera vuelta para que un candidato a la Presidencia del Gobierno sea investido.
Ahora tiene hasta el jueves una segunda oportunidad para no pasar a la historia como el primer aspirante a jefe de Gobierno que suma a su currículum dos investiduras fallidas. Podemos cambió el “no” por la “abstención” como gesto para dejar abierta la puerta a retomar una negociación que ha tenido mucho de impostura dada la implacable argumentación que el secretario general del PSOE expuso ante los miembros de su Ejecutiva hace tan solo cinco días para rechazar de plano un gobierno de coalición con Unidas Podemos.
Salvo alguna excepción, toda la dirección federal salió de allí convencida de que España transitaba hacia una repetición de las elecciones en noviembre porque Pablo Iglesias seguiría hasta el final empeñado en formar parte del Gobierno. Sánchez se fue después a La Sexta y declaró que el principal escollo para el acuerdo se llamaba Pablo Iglesias. Nunca pensó, y así lo explicitó ante su reducido círculo, que el líder de Podemos se echaría a un lado para facilitar el pacto. Erró en el pronóstico y tuvo que cambiar el tercio. Más después de que su número dos, Adriana Lastra, diera por hecho que no había problema alguno para que Irene Montero formara parte del Gobierno.
No suele Sánchez reprender en público a nadie de su equipo, pero Lastra había ido demasiado lejos en sus afirmaciones, por lo que el presidente utilizó el canal de wasap que comparte la dirección de Ferraz para afearle su “creatividad declarativa”. Fue la primera señal de que no quería el entendimiento y había entrado ya en modo elecciones.
Ahí empezó todo. Iglesias aprovechó la rendija que dejó abierta la vicesecretaria general de los socialistas y anunció su renuncia para no ser ni obstáculo ni el responsable de una repetición electoral. Los errores en política se pagan y el de los morados ya pagó un precio en 2016 por arrastrar a España a una segundas elecciones generales en seis meses. Durante dos días se reunieron los equipos de negociación, se impuso el cerrojazo informativo para evitar filtraciones y se conminó incluso a los negociadores a sentarse en torno a una mesa sin teléfonos móviles.
Lo que pasó realmente hasta el desacuerdo anunciado el lunes por la mañana, dos horas antes de que empezara el debate, pocos lo saben, pero Podemos ha logrado dar la vuelta al relato y señalar a Sánchez como responsable de la repetición electoral si se diera el caso. Iglesias clama por un acuerdo al que nacionalistas vascos y catalanes no podrían ni reparos.
Pero la política anda tan disparatada que en las últimas horas hemos visto a un candidato que no emite señales de querer que le invistan y a hasta cuatro grupos parlamentarios casi rogando que les permita hacerlo. A Sánchez le está pasando lo mismo que con la moción de censura, que ni tenía ganas de presentarla ni movió un dedo para sumar los votos necesarios. Y esto a pesar de que Podemos no hace más que allanar el camino. Basta con que el PSOE desista de su intento de que los morados sean un apéndice decorativo del Gobierno y doten a esa vicepresidencia que ofrecieron para Irene Montero de contenido para que no quede en un escaparate que dé visibilidad en las labores de representación que se le otorguen. Eso fue exactamente lo que Calvo ofreció en la negociación e Iglesias rechazó por considerarlo humillante.
En el PSOE admiten, tras el fracaso de la primera votación y el temor a que Iglesias haya conseguido que el relato de la responsabilidad del fracaso cambie de bando, que les toca mover ficha. Podemos aguarda el próximo movimiento y ERC, PNV y Compromís, la excusa para virar de la abstención al “sí”.
Así se las ponían a Fernando VII, que ya saben que fue un monarca al que sus súbditos siempre dejaban ganar al billar, pese a su nefasta habilidad para acertar una jugada por sencilla que fuera. Pues eso: que a Pedro Sánchez le ofrecen las mismas posibilidades para ser presidente. Está en su mano. El sentido común esta vez está del lado de Iglesias. Lo admiten hasta en las filas del socialismo, donde hay varios que se declaran perplejos, además de desinformados de los planes del presidente en funciones.