Binoviembre
PSOE y PP, convencidos de que subirán si se repiten nuevas elecciones frente a Podemos y Cs.
“PP y PSOE, misma mierda es”. Este grito se coreaba en muchas plazas españolas hace ocho años. El 15-M y la crisis económica hacían tambalear el sistema. Bipartidismo era la palabra más odiada en la calle. El símbolo para muchos del establishment y de un sistema caduco que hacía aguas.
Entonces las instituciones y los partidos se tuvieron que hacer un lifting exprés. Llenaron sus discursos con palabras como primarias, transparencia y regeneración. Cambiaron muchas caras. Y aparecieron Podemos y Ciudadanos, que llegaban para protagonizar un gran cambio en la política tradicional. Entonces, en los cuarteles generales de los viejos partidos se hablaba de una nueva cultura, del diálogo, de los pactos. Renovarse o morir.
Pero en estos estroboscópicos días, lo nuevo se vuelve viejo y lo viejo se vuelve nuevo sin que nos demos cuenta. España está al borde de una repetición electoral: la fecha sería el 10 de noviembre. Y una sensación que recorre entre dirigentes del PSOE y del PP es que ante el escenario de inestabilidad sus partidos podrían recuperar votos y superar los resultados porque los electores pueden buscar ahora un refugio y premiar a las grandes formaciones. Tanto encuesta internas como de medios les arrojan mejores resultados.
De hecho, este pensamiento se traduce ya en las estrategias electorales que (más o menos) disimuladamente empiezan a desplegar socialistas y populares. El presidente del Gobierno y los principales dirigentes del PSOE hablan de que sólo ellos pueden garantizar la estabilidad, de que la señal fue clara el 28-A, de que debe haber un Gobierno fuerte de un solo partido en el Consejo de Ministros.
El PSOE sigue “inamovible” en esa postura, según denuncian desde UP. Y los morados tienen en mente que los socialistas, según fuentes del partido, no tenían en la reunión del pasado jueves ganas de negociar un Gobierno. “Solo vinieron a presentarnos el programa electoral”, sostienen los morados. “Lo que nos transmiten es: o gobernamos en solitario a pesar de no tener mayoría absoluta o a elecciones”, comentan desde Podemos.
La sensación en UP tras el acto de presentación de las medidas y la reunión del jueves es que “o Sánchez ha decidido llevarnos ya a elecciones o está esperando al último minuto para volver a hacer una oferta de colación”. Y siempre tienen en mente los de Pablo Iglesias que en la estrategia de no llegar a un acuerdo e ir a las urnas está detrás el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo.
Y esa corriente gana adeptos cada día dentro del propio Gobierno y de la dirección del PSOE al entender que a lo mejor un acuerdo ahora con Podemos podría suponer arrancar la legislatura pero duraría apenas unos meses con un Pablo Iglesias dolido y haciendo una oposición tan dura como la del PP o Ciudadanos. En Ferraz quieren no solo votos para la investidura, sino que sea un acuerdo de legislatura.
Oficialmente el PSOE repite que no quiere elecciones. Pero cuando le preguntan por las encuestas, como recordaba el propio José Luis Ábalos esta semana, recuerda que “no decrece, crece”. Y una parte importante del partido también piensa que podría ser la oportunidad asimismo de terminar de hundir a un Podemos en caída libre. No obstante, también otros dirigentes tienen miedo a que no haya una alta participación como en abril y los números no sean tan buenos frente a la derecha.
Además, durante la posible precampaña habrá dos factores que pueden producir inestabilidad y temor entre los votantes: la situación en Cataluña tras la sentencia del 1-O y los vaivenes por el Brexit en Reino Unido y la UE. Esto, según dirigentes de los dos grandes partidos, puede llevar a los votantes por decantarse por opciones que representan la estabilidad y el funcionamiento del sistema.
En este contexto, en la sede del PP es donde están más convencidos de que recuperarán muchos votos si hay comicios en noviembre. Por un lado, creen que ya se ha llegado a ese suelo de votos y que se inició la recuperación en las municipales, donde lograron subir al 22,2% después del fatídico 16,7% del 28-A un mes antes.
También en Génova 13 hay muy buen sabor de boca tras el festival de pactos municipales y regionales. Han logrado como buques insignias el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid, además de ser el partido gobernante en Murcia, Castilla y León, Andalucía, Ceuta y Galicia -que suman más de 21 millones de personas-.
Los populares creen que está calando el mensaje de que la división de la derecha ha facilitado la victoria de la izquierda y, por ello, está impulsando la idea de España Suma -aglutinar candidaturas junto a Cs y Vox-. La sensación también es de que la ultraderecha de Santiago Abascal va a la baja, como se comprobó en las municipales. Y, además, se ve cómo Ciudadanos es el que más cae en todas las encuestas, además de estar atravesando una dura crisis interna con la marcha de dirigentes como Francisco de la Torre, Toni Roldán y Javier Nart.
Se acaricia esa vuelta al bipartidismo -imperfecto-. Una idea que siempre ha defendido y dicho hasta en público el líder, Pablo Casado. “Aspiro a volver al bipartidismo”, proclamó después de ganar las primarias frente a Soraya Sáenz de Santamaría en el verano de 2018.
Una de las apuestas más arriesgadas de Casado durante estas semanas ha sido la del nombramiento de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz parlamentaria, algo que incomodaba a los sectores más centristas. Pero ya en el primer Pleno en el Congreso se ha podido ver que para su público puede ganar al supuesto efecto Inés Arrimadas -cuyo aterrizaje en Madrid está siendo por debajo de la expectativas- y al portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, acorralado ahora por el escándalo de las obras en su chalé en Madrid.
El bipartidismo puede ser tendencia en esta temporada de otoño político. Todos pendientes de si se sacarán de nuevo las urnas.