Esa caja B de la que usted me habla

Esa caja B de la que usted me habla

El día en el que los expresidentes que presumen de ‘milagro económico’ dijeron a la Audiencia Nacional que ellos no sabían nada de sus cuentas.

Rajoy y AznarEL HUFFPOST

El PP tuvo una caja B. Desde el año 1989, funcionaba como una estructura “financiera y contable paralela a la oficial”. Y con la trama Gürtel se tejió “un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional”. Así lo acreditaba la sentencia de la Audiencia Nacional de mayo de 2018. Una contabilidad en negro que quedaría avalada posteriormente en el fallo del Tribunal Supremo de octubre del año pasado durante sus más de 1.800 páginas.

La Justicia así lo sostiene. Pero parece que los dos principales líderes del partido, José María Aznar y Mariano Rajoy, no sabían nada de lo que pasaba dentro de su partido. Eso dicen. Podían dirigir un país, se han proclamado durante años como los artífices de los dos ‘milagros económicos’ de España, defendían que cuadraban el déficit como nadie frente a la derrochadora izquierda, que metieron a España en el euro… pero de las cuentas internas del PP no querían saber nada. 

Ellos dos dominaron el partido con mano férrea desde 1990 hasta 2018 (casi treinta años en total), no se movía nadie sin que ellos lo decidieran. Pero de la caja B dicen no saber nada de nada, y de sobres tampoco. Los dos han declarado este miércoles ante la Audiencia Nacional, en calidad de testigos, en el llamado juicio de los papeles de Bárcenas. Han evitado hacer el paseíllo y han conseguido que el tribunal les permitiera hacerlo por videoconferencia. Tiempos de zoom, asuntos viejos y sucios.

Cada uno a su estilo, con sus virtudes y defectos. Dos maneras muy diferentes, pero con el mismo mensaje. Aznar ha querido lucir la biblioteca del despacho de su casa, le gusta exhibirse como un ilustrado de derechas, con libros apilados por toda la estantería. Con mascarilla, algo que le han recriminado las acusaciones. A modo de máscara. Siempre agresivo, altivo, cuestionando a los demás. A los abogados les ha acusado de tener vínculos con el PSOE y Puigdemont, algo innecesario le han dicho desde el tribunal. Ups, se le olvidó decirle algo al letrado del Partido Popular, de él ha pasado. Casualidades… Siempre queriendo quedar por encima y hacer ver una ‘conspiración’ contra él.

Rajoy se ha hecho más marianista que nunca. Sí ha dado la cara sin mascarilla, pura piel de cocodrilo. No tiene tanto ego estético como Aznar, no está obsesionado con marcar abdominales (aunque el andar rápido no lo ha dejado y ha lucido tinte oscuro de pelo en contraste con la blanquecina barba). Con fondo blanco, cuadros, maceta… ¡y airpods molones! Eso sí, siempre mordaz, con risa irónica. Ese ritmo de ‘yo no voy a decir esto’, pero la cuela. Hasta el presidente del tribunal (que ha echado una mano a los expresidentes frenando muchas preguntas) le ha tenido que pedir que dejara de repetir que los abogados daban demasiada “autoridad” a Bárcenas.

Tras una sesión de más de tres horas y media, quedan varias cosas claras. Se puede ser presidente de un partido y del Gobierno sin mirar las cuentas propias. ¿Para qué? Mejor dedicarse a las cuentas de los demás. Tanto Aznar como Rajoy han dicho que sus funciones eran meramente políticas. Es decir, se dedicaban a las listas electorales, a los mensajes, a los mítines… La gestión, para otros. De hecho, hasta Rajoy ha comentado que no sabía cuando era ministro a quién se adjudicaban las obras.

Los highlights oficiales de Aznar han sido: “jamás he cobrado ningún sobresueldo”, “yo no he conocido nunca una contabilidad B del PP, ninguna contabilidad paralela”, “no, señor, no he recibido ninguna cantidad”, “ni conocía esos papeles ni conozco esos papeles”, “vengo en condición de testigo, no de tertuliano”, “no era inspector de cajas fuertes”, “no puedo dar instrucción de pago porque no tengo competencias para eso”...

Rajoy calienta… que llegan tus titulares: “No ha habido una caja B”, “es absolutamente falso”, “es un delirio de Bárcenas”, “habrá unos papeles de Bárcenas que él tendrá que explicar”, “empieza a ser una vergüenza todo lo que estamos viviendo”,  “nunca he triturado lo que nunca he tenido”, “en mis 40 años como militante del PP no he escuchado a ningún dirigente, militante ni empleado del PP hablar de la famosa caja B a la que usted ha hecho referencia”...

Los dos también han coincidido en hablar bien de Álvaro Lapuerta, el extesorero del PP ya fallecido. Aquel al que nombró Aznar y al que Rajoy pidió que siguiera unos años aunque le había pedido retirarse. Ese mismo que preparaba los sobres para dárselos a la cúpula, según la versión de Luis Bárcenas. 

Precisamente este último ha sido el flanco de todas las críticas, los dos se han afanado en echarle la culpa. Rajoy fue el que lo nombró tesorero, pero ante la Audiencia Nacional ha dicho que no tenía una relación estrecha. Se arrepiente de haberle mandado aquel sms de “Luis, sé fuerte”: “No acertamos siempre en la vida”, ha confesado el gallego. 

Ha reconocido que se reunió con él y con su esposa, Rosalía Iglesias, en 2010. Pero al estilo marianista, ha dicho que fue un encuentro de carácter “humano” y que se le permitió utilizar un despacho y el coche durante un tiempo. Lo que nunca ha hecho, ha dicho, es presionar para que no salieran a la luz los papeles. Algo precisamente que choca con la actual instrucción de la operación Kitchen, en la que el juez ha imputado hasta Jorge Fernández Díaz por el operativo policial para robar documentos a los Bárcenas y obstruir a la Justicia. 

Esa caja B de la que usted me habla...