Las doce campanadas de Ayuso
Así ha sido la toma de posesión en Madrid: al borde de las lágrimas, el poder de MAR y la rendición de los moderados.
Eran las doce en la Puerta del Sol. Del mediodía. Pero como si fuera Nochevieja. Isabel Díaz Ayuso bajaba sola las escaleras desde su despacho rumbo al patio central con su vestido de fiesta, con aires de capote fucsia. Emocionada, no ha querido ni mirar a su familia cuando ha pasado a su lado. “Lo importante era no llorar, salvar la dignidad”, ha confesado luego.
Era “la gran fiesta del PP”, como murmuraba por debajo uno de los pocos socialistas que ha acudido a Sol. El Gobierno central no ha enviado a ningún ministro. La Real Casa de Correos es la gran residencia de los populares, su pequeña Moncloa. Por allí deambulaba feliz desde primera hora la expresidenta Esperanza Aguirre, que se ha plantado con una mascarilla con la corona y las siglas V.E.R.D.E (Viva el rey de España).
Tras las dos jornadas de investidura, este sábado era el día de la puesta de largo, la ceremonia vistosa de posesión, con una entronizada Isabel Díaz Ayuso, a la que han ido a rendir honores aquellos barones moderados que por debajo habían criticado sus tácticas anteriormente: Alberto Núñez Feijóo, Juanma Moreno, Fernando López Miras y Alfonso Fernández Mañueco. Ahora se suman a la ola madrileña y la defienden. El andaluz hablaba en un corrillo de que se trata de un PP “diverso”, mientras que el de Castilla y León le copia ya parte de su discurso frente al Gobierno central. “Isabel y yo”, le encanta decir desde el 4-M.
Feijóo ya no brilla tanto y le han comido la tostada como la perenne sombra para la sucesión. Ahora, si falla Casado, ya está Ayuso. Se ha traído una mascarilla del Xacobeo. Pero todos atentos a la arcada lateral, ese pasillo de mediodía, donde se cocían más cosas que delante de los micrófonos. Pablo Casado llegaba y se encontraba con Miguel Ángel Rodríguez en las puertas de esa especie de salita VIP habilitada para los momentos anteriores. Abrazo al canto y breve conversación.
Desde luego, el tridente más resplandeciente durante la mañana, el que emana poder, es el de Díaz Ayuso, MAR y Esperanza Aguirre. El grupo de Vox pululaba todo el rato por el patio, pero no genera tanta expectación ya. Eso sí, han logrado el saludo con Esperanza Aguirre (“presidenta”, le decía Rocío Monasterio) y luego Teodoro García Egea se ha fundido en una esquina en un abrazo con el portavoz de la ultraderecha en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros. Por cierto, en unos de los corrillos, los miembros de Vox hablaban de la CIA y Cuba.
No nos perdamos entre tanta conversación en voz baja, que la protagonista es Díaz Ayuso. Ella misma se ha preparado su discurso: el grueso, el viernes por la noche, y se ha levantado a las siete para rematarlo. “Emocionada, emocionada”, ha confesado luego en una conversación informal sobre sus sensaciones. Para ella, como política, es el día más importante, más que si fuera su boda, ha revelado. Por el discurso han desfilado Francisco Umbral y Emilia Pardo Bazán, y se ha inspirado también en una pareja de amigos, Antonio y Alberto, para sus palabras.
No llorar, ese era su objetivo. Por eso miraba hacia arriba durante el acto. Especialmente le hacía ilusión que estuviera toda su familia, con querencia por su ahijado Juan, de 17 años. “El de los pelos para arriba, como ahora todos”, ha bromeado más tarde. También se ha sentido arropada por Casado y los cuatro presidentes autonómicos. “Somos una piña”, decía luego Casado. Y todos los periodistas intentando desvelar el secreto de su vestido. De Vicky Martín Berrocal, color fucsia, modelo Jimena, a 207 euros ahora a la venta en la web con los special prices. Ha ironizado Ayuso que no se trataba de un homenaje magenta a UPyD, y que lo ha elegido porque los colores pálidos con su piel.
Los símbolos siempre son lo más analizado en este tipo de actos. Y las filas de sillas. ¡Atentos al protocolo! Ella se ha sentado entre Pablo Casado y Alberto Núñez Feijóo (ay, en el mismo sitio de aquel duelo de Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal). Pero, ojo, la colocación autonómica era por orden de aprobación de estatutos de autonomía. En primera fila también han puesto al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y la delegada del Gobierno, Mercedes González. Y a alguien más… Miguel Ángel Rodríguez.
Se nota quién manda. En la segunda fila los consejeros, y el ‘número dos’ del PP, Teodoro García Egea, que miraba de reojo al jefe de gabinete de la presidenta. Génova y Sol, Sol y Génova. ¡Anda! “Le sacáis punta a todo”, dicen en el PP cuando se pregunta por esa fila de diferencia. Está también Cristina Cifuentes, como expresidenta y que vuelve a lucir ex galones del Partido Popular. Ella ayudó mucho en su día a la hoy presidenta. También está Ángel Garrido, expresidente con el PP y ex consejero con Cs. Arriba la sigla.
Muy feliz por otra esquina anda Marta Rivera de la Cruz, a la que han recuperado como consejera de Cultura. Ya no le queda pasado naranja. Asimismo, se deja ver Begoña Villacís (Cs). ¿Planes de futuro? Hacen piña al lado los consejeros que repiten, de Enrique Ruiz Escudero a Enrique López con Javier Fernández Lasquetty. Algunos militares y representantes de clero en unas filas más atrás. Aforo reducido, nada de empresarios.
Todos quieren una foto con ella. Van subiendo al escenario poco a poco, la aplauden. Pero ella tiene ganas de calle y, por eso, decide salir un rato a Sol. Directa a los ciudadanos que están en la plaza, con sorpresa incluida: una manifestación a favor del pueblo saharui. “Isabel la Católica, “salva a España”, “presidenta”, “guapa”, le lanzan algunos vecinos con el móvil en la mano.
Vuelta adentro. Ya se marcha Alberto Ruiz-Gallardón, mientras Aguirre presume de mascarilla. Se la ha puesto, confiesa, porque es el séptimo aniversario de la proclamación de Felipe VI como rey. “Al pobre lo tienen secuestrado”, suelta en otro corrillo al final. Arriba otra foto de la cúpula del PP, con Jaime de Olano, Ana Beltrán y Ana Pastor, entre otros. Los socialistas, con Hanna Jalloul y José Cepeda, se van pronto, y con la queja del clima tan duro que se vivió durante la investidura en la Asamblea de Vallecas. Mónica García ejerce como gran bastión frente al PP siendo la única de la oposición que hace declaraciones, lleva como escudero a Eduardo Fernández Rubiño.
El reloj de Sol empieza a marcar esta nueva legislatura de Ayuso. Por el covid, ¡no hay ágape! ¿Dónde está mi caña?