Ayuso, una "insensata y peligrosa"
Claves de un despropósito, en cinco actos
Por muchas vueltas que se le dé, la decisión de Isabel Díaz Ayuso de adelantar las elecciones en la Comunidad de Madrid dos años, al 4 de mayo, refleja tan bien su estrategia de confrontación como acredita su incoherencia política. Un disparate con consecuencias directas sobre Madrid y daños colaterales en España.
- La pandemia. Ayuso es una insensata y una tipa peligrosa. No son palabras que nacen del rencor, sino de la propia presidenta madrileña, quien reconoció hace tan sólo un mes que habría recibido estos calificativos en caso de haber convocado, como en Cataluña, elecciones. Pues bien, hay comicios.
Que hayan transcurrido poco más de 30 días de esas desafortunadas declaraciones no resta un ápice de gravedad a la decisión. Madrid sigue atrapada en la tercera ola de la pandemia y, para su desgracia, lidera la lista de comunidades que peor han combatido y están combatiendo el virus. Si hay elecciones en mitad de una pandemia es porque se va a hacer electoralismo de la pandemia. Una irresponsabilidad cuyas consecuencias la van a pagar los madrileños. Muchos, con sus vidas. Imaginen sólo por un momento qué palabras gruesas habrían salido de la boca de Ayuso si, en el último año, Pedro Sánchez hubiera adelantado elecciones por las fricciones en el gobierno de coalición. Aterra sólo de pensarlo. Cuesta entender, en fin, cómo no se pueden reunir 500 personas para reivindicar el 8-M pero sí se puede llamar a casi cinco millones de personas a votar.
- Inestabilidad. Ayuso es corresponsable de la inestabilidad institucional en la que se encuentra hoy la Comunidad de Madrid. Ahora mismo conviven un adelanto electoral con dos mociones de censura y se escruta con celo qué fue antes, si el huevo o la gallina, la convocatoria de elecciones o las mociones de censura presentadas por Más Madrid y el PSOE. El lío es formidable y recuerda al caso catalán, cuando la Justicia debía dirimir temas de enorme enjundia basándose en el párrafo de un texto. Madrid tiene ahora mismo una presidenta que no lidera y que sólo deja fango allá por donde pisa.
El país no está para experimentos. Menos aún para perder el tiempo en unas elecciones que, como mucho, sólo servirán para cambiar a los aliados de Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid. Las prioridades de cualquier gobernante mínimamente responsable deberían pasar en estos momentos, exclusivamente, por contener la expansión de la pandemia —sí, con todo aún nos mantenemos en cifras insoportables— y recuperar la economía. Estas elecciones no logran ni una cosa ni otra, sino que las frenan. Madrid necesita un liderazgo claro, un político con las prioridades claras que vaya más allá de intentar obtener los 25 escaños que necesita para gobernar en solitario junto a Vox. Ayuso adelanta elecciones porque sabe que va a ganar. Esa es la única razón. Porque su prioridad es ella, no la pandemia ni mucho menos la economía.
- La ultraderecha. Ayuso lleva engordando el bicho del extremismo político desde el primer día porque ideológicamente se encuentra más cómoda en ese lado que en el perfil más centrado que le ofrece Ciudadanos. Hija espiritual de Aguirre, teatraliza los enfrentamientos en la Asamblea de Madrid con Rocío Monasterio pero no ha amagado ni una sola vez con dejar de beneficiarse del apoyo de la extrema derecha. La actuación de Ayuso estos años le acerca más a Vox que a su propio partido, tanto en posturas sociales como económicas, de críticas al feminismo o imposición de su ideología por la vía rápida. Con Ayuso no se dialoga, se acata.
Tiene lógica, por tanto, que tanto el PP como Vox hayan hecho causa común este miércoles defendiendo que sólo existen dos opciones el 4 de mayo: “O socialismo o libertad”. Más allá de los ecos sonoros a falangismo rancio que destila la falsa dicotomía, cabe preguntarse si de verdad PP y Vox sostienen que en los más de 20 años que España ha tenido un presidente socialista el país no ha vivido en libertad. Claro que no lo piensan, pero necesitan dividir al ciudadano, al votante, para que cale la idea de que el futuro del país se dirime entre ellos o el caos. Este pensamiento cortoplacista constituye un golpe directo a la democracia al cuestionarla como modelo de convivencia y libertad. Ellos, los de bandera en el balcón y mascarillas con la enseña española.
- La economía por delante de la salud. La idea repetida hasta el hartazgo por Ayuso de salvar el verano, la Navidad, la Semana Santa y, si es preciso, San Timoteo, para no estrangular aún más la liquidez económica se da de bruces con la convocatoria electoral. Organizar y celebrar los comicios del 4-M tendría un coste que rondaría los 13 millones de euros. Malo, pero si encima estas elecciones se van a tener que repetir sí o sí en dos años, como es el caso, lleva a cuestionarse hasta qué punto miente Ayuso cuando prioriza la economía incluso sobre la salud.
- Las compañías. El hecho de que Ciudadanos haya roto el Gobierno de Murcia por el inquietante viraje del PP de la comunidad hacia la la extrema derecha no le obligaba a reventar el Gobierno de Madrid. No es un ejemplo de acción / reacción y el caso de Andalucía —PP y Ciudadanos han certificado que el suyo es un “acuerdo serio y sólido”— es un ejemplo. Las relaciones de Ayuso con Aguado han virado en estos dos años entre malas y pésimas no sólo por la falta de sintonía personal sino, sobre todo, por sus diferencias políticas. Ayuso siempre ha sido crítica de palabra con Vox al tiempo que, a la hora de la verdad, se deshacía en arrumacos con la extrema derecha. A Ciudadanos, ni un guiño. Sorprende tener que recordarlo a estas alturas: Isabel Díaz Ayuso es derecha pura y dura.