Ayuso, gestión y látigo de Moncloa desde el apartahotel
Así es la presidenta de Madrid: reinventa su estilo de liderazgo y confronta con Sánchez
“All I ever wanted, all I ever needed, is here in my arms, words are very unnecessary, they can only do harm…”. Suena Depeche Mode, a todo trapo, es verano. Una joven llamada Isabel Natividad baila, sale con sus amigos. Siempre con un toque rebelde. Le obsesiona la portada de ese disco, Violator. Esa rosa creada por Anton Corbijn… y se la tatúa en el antebrazo.
Esa rosa que se sigue viendo en el hoy antebrazo de la presidenta de Madrid. Ahora todo el mundo la conoce por su nombre y apellidos: Isabel Díaz Ayuso. La mujer que lleva las riendas de la Comunidad desde el pasado verano y que dirige la Administración de la región más afectada por el coronavirus. Y que además se ha convertido en la voz más crítica contra el Gobierno de Pedro Sánchez.
Hace apenas un año muy pocos se sabían su nombre y casi nadie esperaba que acabara siendo la moradora del despacho principal de la Puerta del Sol. ¿De dónde salía? ¿Por qué era la candidata? A los periodistas que cubren habitualmente Partido Popular les venía una imagen, que a la mayoría de la sociedad le pasó desapercibida. En el hall de la sede del PP un caluroso 20 de junio de 2018: Pablo Casado presentaba sus avales en carpetas azules junto a un grupo de jóvenes compañeros para enfrentarse a las primarias frente a Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.
Nadie daba un euro por ellos aquel día. En la esquina de la foto había una desconocida dirigente, mezclada entre Teodoro García Egea, Belén Hoyo e Ignacio Cosidó. Sí, advinen. Era Díaz Ayuso, con una camiseta con una palabra que ahora pronostica todo: “More”. Esa amiga desde los principios de los 2000 de Casado, criados políticamente en los ambientes de Nuevas Generaciones y del PP madrileño bajo el halo de la siempre todopoderosa Esperanza Aguirre. Con amigos entre los cachorros del partido en toda España, como Santiago Abascal, con el que coincidió ayudando en una campaña vasca con María San Gil como candidata.
Diaz Ayuso siempre ha sido de Casado. Esa estudiante de Periodismo de la Universidad Complutense, un hervidero de activismo de izquierdas, que se especializó en redes sociales y fue de las primeras en hacer comunicación política en redes. Hasta el punto de llegar a gestionar la cuenta de Twitter de Pecas, el fallecido perro de Esperanza Aguirre. Y que traicionó al ‘cifuentismo’ cuando apoyó a Casado frente a Cospedal, que era la candidata del aparato del PP madrileño de entonces.
Y hoy es ella la nueva Aguirre, con su fueras de tono y su intento de marcar perfil propio intentando una proyección nacional, y la nueva Cifuentes, con sus tatoos y pendientes queriendo dar la batalla a la izquierda. Las tres comparten otra pasión: el barrio de Malasaña. El PP heavy.
Díaz Ayuso ha decidido emplear estos días un tono muy duro contra Sánchez, culpando de todo a Moncloa, desde la falta de material hasta la tardanza en luchar contra la pandemia. Obviando los diez años de recortes en la Sanidad pública madrileña e intentando confrontar en temas como el cierre de las peluquerías. A base de intervenciones en los medios y muchos tuits. Adora los 140 caracteres y contesta directamente a muchos ciudadanos, incluso pide que le pasen su caso por mensajes privados.
Unos días duros y extraños en los que dirige telemáticamente la Comunidad, pues fue una de las primeras políticas que dio positivo en coronavirus. Por prevención se trasladó a un apartahotel en el centro de la Comunidad y la podemos ver en el saloncito en todas su comparecencias con hasta un mapa de salida de incendios y la llave de tarjeta. Sin faltar dos banderas -de la Comunidad de y España-. Otro detalle que ella ha mimado y voceado: una foto junto al rey Felipe VI, expuesta detrás de su mesa para que esté presente siempre cuando conecta con un medio o da ruedas de prensa. Sus pocas intervenciones con posibilidad de preguntas a la prensa se hacen filtrando las preguntas por parte de su equipo de comunicación por Whatsapp y sin posibilidad de que los periodistas pregunten telemáticamente en directo.
A las siete de la mañana ya está en pie y lo primero que hace, mientras desayuna, es leer la prensa. Tiene la sensación, ha confesado, de que no tiene el COVID-19 desde hace tiempo y que se encuentra “muy bien”. No se hará una nueva prueba hasta que no lleguen los tests masivos para toda la población.
“No está siendo fácil porque sabe, por ejemplo, que el material es vital y está desesperada porque el Gobierno no manda lo que dice que manda”, explica una de las personas de su máxima confianza. A lo que añade: “Está organizada desde el apartahotel, despacha por teléfono, whatsapp, videoconferencias…
Los suyos refutan esa imagen de deslealtad con el Gobierno central. Fuentes populares señalan: “Se arremangó desde el minuto uno, a diferencia del Ejecutivo de España. En las consejerías de Madrid hay gente con experiencia y que sabe, mientras que en el Gobierno central acaban de llegar y no saben nada de gestión pública”.
Los socialistas en la Comunidad de Madrid tratan de hacer una oposición distinta a la de Ayuso al Gobierno, reconocen en privado. Pero todos creen que es desleal con Sánchez y las administraciones. ¿Cómo ella lleva las críticas? ¿Y sus polémicas desde que llegó al Ejecutivo? Un político de su entorno responde: “Le da igual, la izquierda la ha maltratado y le ha faltado al respeto desde que fue nombrada candidata en enero de 2019. Trataron de machacarla primero por el asunto personal de su padre -la polémica de Avalmadrid- y, una vez es presidenta, no han parado”.
No deja a nadie indiferente. Con un discurso durante estos meses que también ha ido contra muchas feministas y que para la oposición ha sido cercano a Vox. Fuentes del PP madrileño hacen este análisis: “Para nosotros Vox es como para el PSOE Podemos y Más Madrid. Si en España se les dio pátina a la extrema izquierda, pues nosotros lo mismo”
Díaz Ayuso se ha convertido en una queja constante contra el “mando único” creado por el Gobierno. Con un tono muy duro y una promesa que fue casi fantasmal: dos aviones con material desde China para la comunidad. Al final, el primero aterrizaba este jueves por la tarde después de que se alargasen los días del anuncio. ¿La justificación? El “mercado persa” en el que se ha convertido el mundo ahora, según ha declarado la propia Ayuso, con países comprando al contado antes y con unas reglas que no tienen nada que ver con las europeas. Unos argumentos que no emplea cuando dice que falta material por culpa del ministro Salvador Illa. Una de las cosas que me le enorgullecen estos días ha sido el levantamiento en tiempo récord del hospital de Ifema y sigue defendiendo las medidas controvertidas como la cuenta para donaciones en Internet y el servicio de comida de Telepizza y Rodilla para los menores sin recursos.
Desde el PSOE apuntan: “Está en la línea de Casado, no en la de Feijóo o Juanma Moreno”. “Está claramente dirigida, es un ventrílocuo, es un muñeco que hacen lo que dice”, desliza un alto cargo socialista madrileño, que añade que está haciendo más comunicación que política y busca un “perfil propio que pueda tener réditos y ganar entidad propia”. “Lo que hace es confrontar, debilitar al contrario, lo que es una incógnita es si le irá bien luego en las urnas, es una región muy de derechas”, añade.
“Está dirigida por Miguel Ángel Rodríguez”, apuntan desde el PSOE-M. El que fuera portavoz de José María Aznar es hoy el jefe de gabinete de Ayuso. Un polémico personaje, pero que sabe muy bien explotar los filones mediáticos de la derecha. La presidenta se ha rodeado en su corte en la Puerta del Sol de personajes de corte duro como Javier Fernández Lasquetty, ahora en la Consejería de Hacienda y que fue el titular de Sanidad con Esperanza Aguirre que impulsó las privatizaciones frenadas por la Justicia gracias a las mareas blancas. También ha rescatado para la política a Enrique López en Justicia, el que fuera magistrado en el Constitucional y que dimitió por conducir borracho. Estos días está muy en contacto con este último y con el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero.
En ese universo que es la Puerta del Sol Ayuso ha ejercido el hiperliderazgo durante la crisis, engullendo a Ciudadanos, dejando fuera a su vicepresidente, Ignacio Aguado, del círculo de decisiones estratégicas. En los últimos días sí le ha permitido algo de espacio con el tema de ayudas a autónomos. Fuentes cercanas a Aguado, no obstante, no ahondan en esta brecha y dicen: “La relación es muy buena, de máxima colaboración. La presidenta está aislada por el coronavirus pero pilotando la nave, ambos hablan todos los días y los consejos de gobierno son telemáticos”. Pero dos hechos evidencian la tensión: no han dado ni un ruda de prensa juntos y la responsable de prensa del político ‘naranja’ ha sido expulsada del grupo de Whatsapp que la Comunidad tiene con los periodistas.
Días duros para un país azotado por la pandemia. En pleno estado de alarma. Cuando llega el bajón, Ayuso mira su tatuaje. Esa rosa y Depeche Mode. Los días en los que todos éramos felices. Enjoy the silence...