Ayuso revienta la estrategia de Casado
Batalla interna y malestar en el PP por torpedear la convención de Valencia: "De qué va Isabel".
“De qué va Isabel”. Esta pregunta indignada la lanza en la intimidad un dirigente del PP sobre las formas de la presidenta y su pulso a la calle Génova durante estos días. Ilustra perfectamente el sentimiento que domina a parte del partido que no da crédito con lo que está pasando y que ha llevado a los populares a una guerra cainita durante unos días que deberían ser de vino y rosas al calor de las encuestas.
Isabel Díaz Ayuso ha destrozado literalmente la estrategia de Casado. A la vuelta de las vacaciones había una orden clara desde la calle Génova: presentar a Pablo Casado como un presidente del Gobierno in pectore y exhibirse como el Gobierno que llegará, a su juicio, en La Moncloa en 2023. Todo planificado para la gran boda del PP de este otoño: la convención de octubre en Valencia.
Era el plan diseñado mimosamente por Casado y García Egea. Hasta con un hecho simbólico: cerrar esa convención llenando la plaza de toros de Valencia como en los viejos y gloriosos tiempos. Con una organización ya bajo el poder de Génova tras la “revolución silenciosa”, como lo llaman en el equipo del secretario general, de renovación interna en los congresos autonómicos y provinciales desarrollados en los últimos meses.
Madrid no tocaba, ese congreso es para el primer semestre del año que viene. Pero a Ayuso y lo suyos le han entrado las prisas, lo quieren ya. Y lejos de guardar la disciplina y el silencio que siempre ha dominado el PP, se han puesto a hacer mucho ruido. En Génova esas prisas no gustan e intentan, no obstante, desligarlas de la figura de Ayuso y apuntan, fuentes populares, más hacia Miguel Ángel Rodríguez, del que no se fían y al que ven trabajando por la presidenta como una figura más allá de la Puerta del Sol. No se olvida de la mente de García Egea cómo el protocolo lo colocó a él en segunda fila en la investidura de Ayuso mientras que Rodríguez se sentaba en primera fila junto a Casado y los presidentes Juanma Moreno, Alberto Núñez Feijóo, Alfonso Fernández Mañuecos y Fernando López Miras.
Pero el ayusismo y el viejo PP madrileño han salido en tromba para presionar a Génova. E incluso para insultar libremente: Esperanza Aguirre abría la guerra más cruda hace unos días con sus incendiarias declaraciones en El Mundo donde apoyaba públicamente a Ayuso para hacer ya el congreso frente a José Luis Martínez Almeida y llamaba “chiquilicuatres” y “niñatos” a algunos miembros de Génova. ¿Por quién iba? Algunos apuntaban a Ángel Carromero, pero también muchos han interpretado que era por los propios Casado y Almeida, que surgieron precisamente de sus faldas (uno como líder de NNGG en Madrid y el otro como secretario de su Consejo de Gobierno).
Órdagos, insultos y presiones que Casado nunca se esperaba, y más de su PP de Madrid. Ahora siente el aliento en su cogote. Pero la cosa ha ido más y más: Ayuso amenaza con no aparecer en la convención del PP porque ha proyectado un viaje a Estados Unidos. Esto no ha escapado también del radar de Génova, que ve cómo se está montando un perfil internacional a Ayuso con los contactos del viejo Partido Popular. Esta misma semana recibía un premio en Milán de un grupo ultraliberal. Se está intentando forjar una imagen allende los Pirineos con toque presidencial.
En el fondo, la batalla del PP de Madrid es una batalla del PP nacional. Pablo Casado se enfrentará en dos años a sus terceras elecciones y no es tan seguro que consiga gobernar como piensa. Una parte de los populares allana ese camino para que Ayuso sea a partir del día siguiente la líder de la formación a nivel nacional, la ven con garra, sin complejos y con un tono trumpiano que creen que puede funcionar. En Génova recelan del entorno y sentó como un tiro en el pie la entrevista de Aguirre.
El propio García Egea fue directo ante la prensa y acusaba al PP de Madrid de haber tenido un gran problema con la corrupción para contrarrestar a una Aguirre que le da la espalda a su pupilo Casado. Lo que no está dispuesta la dirección nacional es a que Ayuso le doblegue el pulso y se sigue manteniendo el congreso regional para el año que viene. Ella no se da por vencida y repite en público y en privado que es una anomalía no ser presidenta del PP de Madrid cuando el resto de presidentes sí dominan sus partidos.
El ruido de sables empieza a preocupar en otras autonomías porque creen que hace daño al partido en un momento en el que las encuestas van bien, ya que supone una guerra entre la dirección nacional y el modelo bendecido por el propio Casado y a cuya ola se subió el 4-M. También muchos critican internamente, según fuentes del PP, que ella presione para presidir el PP de Madrid cuando en su día no tuvo ningún problema en ser designada a dedo como candidata y entonces no quería saber nada de votacioness de las bases.
“Esto no tocaba, hay que centrarse en la convención nacional”, comenta un dirigente territorial del Partido Popular. Los populares pasaron en poco tiempo de ver a Ayuso como una designación a dedo de Casado a acogerla como el gran mirlo blanco, pero ahora vuelven a debatir sobre su figura por esa especie de deslealtad de hacer ruido y daño ahora al líder. Ella, en el fondo, es una outsider y juega a ello. Ha estado toda la vida vinculada al Partido Popular pero no ha ido ocupando puestos jerárquicamente y ahora no respeta los sacrosantos tiempos del PP.
Pero también hay sectores cercanos a ella que dicen que no es normal que el partido regional esté en manos de una gestora dominada por Pío García-Escudero y Ana Camíns. Por eso, Casado intenta taponar por ahora el paseíllo de Ayuso metiendo en la carrera a José Luis Martínez-Almeida, que sí podría plantarle cara. Dentro del PP de Madrid hacen cálculos de que en una votación entre los dos ganaría ella pero con un nivel más bajo de apoyo, con un resultado tipo sesenta vs. cuarenta por ciento. Asimismo, hay otra batalla de fondo que es la elaboración de las listas para las municipales y autonómicas del 2023 (la mayor bolsa de empleo para un partido).
Este ruido preocupa además de cara al ciclo electoral que se puede acelerar si finalmente Moreno y Mañueco deciden adelantar elecciones en Andalucía y en Castilla y León. El PP parte como favorito, pero no le viene bien tener a un partido enfrascado en una lucha interna con el bastión madrileño. Cuando habla Ayuso, todo el mundo escucha y tiembla en el PP. Quiere el poder total ya. Nadie habla de la convención para gloria de Casado. Le ha reventando su estrategia.