Aviones eléctricos: cómo el transporte aéreo comercial será ecológico
Esto es lo que tiene que pasar para que los esta tecnología despegue.
A medida que los coches eléctricos se convierten en algo más habitual, es natural que surjan ideas sobre las posibilidades de construir un avión eléctrico. En marzo de este mismo año la compañía EasyJet se alió con la start-up americana Wright Electric para intentar explorar formas de viabilidad comercial para un avión de este tipo, especialmente para vuelos cortos de menos de 500 kilómetros.
Si el avión eléctrico se convierte en realidad tendrá enormes beneficios para el medioambiente. Los aparatos convencionales expulsan cada año alrededor de 500 millones de toneladas de dióxido de carbono hacia la atmósfera, por lo que la industria de la aviación comercial representa un 2% de todas las emisiones producidas por el hombre. Estas cifras podrían aumentar en un 22% hasta 2050 si nos basamos en las estimaciones actuales. Si lo piensas de otra forma, tu huella de carbono personal en un viaje de ida y vuelta entre Londres y Nueva y York es la misma que la resultante de calentar tu casa durante un año.
Tal y como sucede con el coche, el avión eléctrico no es un concepto nuevo. Durante los años 70 y 80 ya se experimentó con la utilización de energía eléctrica en parapentes. El foco en este caso se centraba en convertir la energía solar a través de paneles en las alas, culminando cuando en 2016, el Solar Impulse 2 suizo se convertía en la primera aeronave en navegar alrededor del mundo enteramente con energía solar. A pesar de su importancia, no fue práctico. A una velocidad máxima de 87 millas por hora, por no mencionar el daño a sus baterías durante la ruta, lo que llevó a retrasos que hicieron que se completase el desplazamiento en 16 meses.
En lo que se refiere a utilizar energía almacenada en baterías recargables (lo mismo que en un vehículo eléctrico), la historia es muy distinta. A día de hoy existen muchos aviones eléctricos capaces de volar a dos o seis personas en distancias relativamente cortas. El e-Genius, por ejemplo, desarrollado por la Universidad de Stuttgart, es un avión de dos plazas capaz de llegar hasta los 20.000 pies de altitud, alcanzar velocidades de 142 millas por hora sin quemar combustibles y provocando cero emisiones.
El e-Genius ya tiene competidores sustanciales, ya sea el Taurus G4, fabricado por la compañía eslovena Pipistrel, el Airbus E-Fan, que cruzo el canal de la mancha en 2015, o el Lilium, con sede en Munich, por decir solo tres. El Lilium es, de hecho, más cercano al coche volador que los científicos llevan décadas prometiendo. Concebido como un taxi que vuela de cinco asientos, un prototipo de dos asientos ya ha perfeccionado la combinación de despegue y aterrizaje vertical.
Como podías esperar, el avión eléctrico ha levantado el interés de la Nasa, que el año pasado lanzó una serie de proyectos de investigación que pretendían encontrar formas de hacer este tipo de desplazamiento comercial posible. Está trabajando en un concepto llamado X-57 Maxwell que utiliza motores eléctricos para conducir catorce hélices en una aeronave de cuatro asientos, volando hasta a 175 millas por hora y utilizando un quinto de la energía de un avión privado normal.
NASA tiene mayores ambiciones, más concretamente adentrarse en el mismo mercado que ha provocado la colaboración entre EasyJet y Wright Electric. Si un avión eléctrico es capaz de amenazar a los transportes comerciales, la recompensa será enorme. Se espera que el mercado se exceda en 22 mil millones en los próximos quince años, y todo mientras estos aviones están en fase de desarrollo. De convertirse en una realidad, el ahorro el costes de combustibles para las aerolíneas sería incalculable, por no hablar de los beneficios medioambientales.
Pero es precisamente al mismo tiempo que el concepto del avión eléctrico escala al nivel de un aparato normal de pasajeros que transportan a al menos 150 personas, cuando los problemas empiezan a presentarse. Lo más destacable es la tecnología de las baterías. Incluso las mejores baterías se quedan muy cortas en comparación al volumen de energía que aporta el combustible. La capacidad de un Boeing 787 Dreaminer es de alrededor de 100 kilos, lo que significa que el peso de una batería con su equivalente energético sería de casi dos millones de kilos, un número inviable.
La tecnología de las baterías continua avanzando, y los científicos están investigando más allá de las baterías de litio-ion que abastecen a los coches eléctricos, para decantarse por otras que utilicen el oxígeno como un portador de electrones. Una cosa está clara: con el énfasis puesto en la reducción del peso y en la aerodinámica, los aviones eléctricos serán sustancialmente diferentes a los que vemos hoy, quizás eliminarán la cola al completo e introducirán hélices móviles y alas, permitiendo volar sin utilizar tanta energía.
Lo que probablemente veamos sea algo parecido a la progresión que hemos visto con los coches, es decir, un cambio hacia la tecnología híbrida. La start-up estadounidense Zunum está desarrollando un avión que combina energía eléctrica y combustibles tradicionales. Cuando la batería se empieza a agotar, una turbina que se abastece de combustible para mantenerlo en el aire. Esto podría reducir los costes de combustible en un 40-80% y reducir el ruido del motor casi en un 75%.
El Boeing SUGAR Volt pretende hacer lo mismo. Esencialmente, el combustible podría utilizarse en momentos en los que el avión necesite más energía, como en el despegue, pero cuando alcanzase cierta actitud, se volvería a la energía eléctrica. Los ingenieros involucrados en el proyecto sugieren que podría ser una realidad comercial entre 2030 y 2050.
Esta estimación es muy vaga ya que nadie puede decir con seguridad cómo la tecnología se desarrollará. Si hay un enorme avance en el tema de las baterías, que el tiempo de previsión decrecerá.
Así, cuando las tecnologías involucradas en coches eléctricos, vehículos autónomos, drones o incluso el turismo espacial comiencen a converger, este mayor conocimiento tendrá un impacto exponencial en la aviación. Quién sabe, quizás dentro de una generación el avión eléctrico nos llevará silenciosamente hasta las nubes.
Electrify the World es una iniciativa de Nissan. Como pionera en vehículos eléctricos, Nissan cree en la necesidad de actuar ahora para un futuro más sostenible. Descubre más sobre estilos de vida inteligente y sostenibilidad.