¡Autodeterminación para el delta del volcán!
Debemos exigir a las autoridades españolas que permitan un referéndum de autodeterminación del nuevo delta.
¡Libertad para las naciones oprimidas! ¡Basta de colonialismo fascista! ¡Fuera las fuerzas de ocupación de los nuevos territorios sin Estado! Estamos asistiendo en estos días a la aparición geográfica de un nuevo terreno, cuyo estatuto jurídico se enfrenta a un vacío legal que está siendo aprovechado por el Estado que forman las diferentes naciones encerradas en el Estado español para usurpar su independencia y soberanía, colocándolo bajo el yugo de la corona de Madrid. La comunidad internacional se inhibe, como tantas veces ha hecho, ante esta muestra del imperialismo español, y no está reaccionando ante la ocupación —periférica por el momento, pero no tardará en ser total— de un terreno que debería ser libre para decidir su futuro.
Sólo por el mero hecho de que las rocas que lo forman emergieron a la superficie dentro de una demarcación estatal, ya se está suponiendo que el nuevo territorio forma parte del Reino de España, olvidando que, tan rápido como emergieron, dichas rocas mostraron desde el primer momento su empeño por abandonar las fronteras nacionales y precipitarse al mar, en un claro anhelo de independencia. Debemos escuchar la voz de la naturaleza, que claramente nos transmite un mensaje a través de las erupciones volcánicas. En este caso el planeta no puede hablar de forma más clara: tal es el carácter retrógrado, incurablemente fascista, de ese Estado que nunca debió existir llamado España, que incluso el magma que hierve bajo sus botas militares está deseando irse de aquí.
La nueva identidad delteña quizá no cuente con la historia, la lengua, el arte, ehhhh...los seres vivos... de otras identidades como la catalana, pero no por ello es menos digna de respeto. Nadie puede negar que pocas zonas del planeta están mostrando un potencial de crecimiento tan sorprendente, y deberíamos celebrar su diversidad y autodeterminación, más que intentar invisibilizarla diluyéndola en el monolitismo español. Justamente su pujante juventud la hace especialmente acreedora de que se facilite su libre desarrollo al margen de subyugaciones y violencias. “Nación”, no se olvide, proviene de “nacer”; díganme ustedes entonces si la nueva plataforma volcánica que está naciendo al oeste de la isla de La Palma no merece la consideración de nación.
Por tanto, debemos exigir a las autoridades españolas que, en cuanto las condiciones lo posibiliten, permitan un referéndum de autodeterminación del nuevo delta del volcán, que pueda iniciar un proceso de desconexión política entre la lava solidificada y el resto del Estado. Hasta que ese momento llegue, pedimos que se habilite con la mayor celeridad una residencia sita en suelo delteño para que sea ocupada por Carles Puigdemont, en la seguridad de que la Audiencia Nacional defenderá que la euroorden no puede ser aplicada en territorios que ni siquiera existían cuando fue emitida. No debemos iniciar un nuevo conflicto que se extienda otros trescientos años. La nación española y la nación delteña podrán convivir en paz, siempre que aquélla respete el hecho diferencial y la soberanía de ésta para autodeterminar su identidad.