Así será viajar en transporte en la nueva normalidad
Los ciudadanos escogen más el coche y la bici después de la pandemia en detrimento del transporte público.
Nada volverá a ser como antes. La pandemia del coronavirus ha marcado un antes y un después en la vida de muchos españoles que, de la noche a la mañana, se vieron encerrados en sus casas ante el riesgo de contagio. Sin darse cuenta, fueron cambiando muchos de sus hábitos. Ahora, con la desescalada, retoman actividades que habían dejado de hacer como ver a amigos o irse de cañas. Pero todo ha cambiado, incluso la forma de moverse por la ciudad.
La irrupción de la covid-19 supuso un verdadero shock. Se cerraron colegios, comercios y museos, todo lo que no fuera imprescindible. El confinamiento de los ciudadanos en sus domicilios durante el estado de alarma decretado el 14 de marzo hizo caer en picado la movilidad.
“Al reducir todas las actividades, se redujo también la movilidad. Hemos llegado a unos niveles bajísimos, un 10% de lo habitual. Al final, la movilidad existe porque a alguien le sale a cuenta ir a algún sitio ya que le aporta un beneficio personal y por eso incurre en el coste de moverse″, señala Javier Ortigosa, profesor colaborador de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y asociado de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).
Ante el cierre de los colegios, universidades y el parón de gran parte de la actividad económica como los comercios o la hostelería, el tráfico disminuyó notablemente en las ciudades. Esto generó otros efectos como una reducción de la contaminación en grandes ciudades como Madrid y Barcelona.
“La pandemia tuvo tres ventajas relacionadas con el transporte: la disminución de la contaminación, del ruido y de los accidentes. Esas ventajas van a ir despareciendo en la nueva normalidad”, reconoce Rafael Puyol, catedrático de geografía humana y presidente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Así se redujeron los desplazamientos a los lugares de trabajo:
Esa reducción no iba a durar eternamente. Una vez iniciado el proceso de desescalada de la cuarentena, la movilidad de los ciudadanos empieza a recuperarse con la reapertura de los negocios que estaban cerrados. Sin embargo, ese parón tan grande todavía se nota.
La primera semana de junio se alcanzó un nivel medio de movilidad del 70% de un día laborable normal, según el estudio de big data del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Esto implica un movimiento mucho mayor que el 46% que se registró en la primera semana del estado de alarma.
“La movilidad ha ido incrementándose a medida que se cambiaba de fase en el confinamiento. Las provincias de fase 2 están a un nivel en torno al 50%, mientras que las que están en fase 3 están alrededor del 70%”, apunta Ortigosa.
A corto plazo: más coche privado
Los expertos coinciden en que el coronavirus ha afectado al modo de transporte que los ciudadanos eligen para desplazarse, aunque diferencian entre lo que está ocurriendo actualmente y lo que pasará en el futuro. Dos escenarios completamente distintos.
La pandemia ha provocado que los ciudadanos opten más por el vehículo privado en un primer momento tras la cuarentena. “La tendencia que se está viendo a corto plazo es un incremento en el uso del coche privado por el posible miedo al contagio”, afirma Gustavo Romanillos, profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
“Se está recuperando mucho más rápido el transporte en vehículo privado que el público. Estaríamos en un 70% de lo que era la situación anterior, mientras que en el transporte público podemos estar en torno al 40%”, asegura José Manuel Vassallo, catedrático en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
La razón para utilizar más el coche es el miedo al contagio, un miedo que se superaría si se encontrara una vacuna a la enfermedad. “El predominio del transporte individual seguirá en detrimento del colectivo hasta que no dispongamos de una vacuna que dé seguridad a la gente”, señala Puyol.
Una reciente encuesta del Real Automóvil Club de España (RACE) apuntaba a que el 20% de los encuestados que iba al trabajo en transporte público cambiaría al vehículo privado.
“Hay usuarios que, frente al temor de compartir el espacio público, optan por el transporte privado. Este incremento debe ir acompañado de medidas para garantizar que esos desplazamientos van a ser seguros y con agilidad”, afirma Antonio Lucas, director de seguridad vial del RACE.
El gran perjudicado por el coronavirus es el transporte público colectivo, como el metro o los autobuses, que muchos ciudadanos evitan ante el miedo al contagio. “Al menos en una primera fase, los vehículos particulares aumentarán su presencia en la movilidad urbana en detrimento del transporte público colectivo”, apunta Puyol.
Sirva como ejemplo lo que ocurre en la Comunidad de Madrid. Antes de la irrupción del covid-19, un 25% de los viajes se hacían con transporte público. Actualmente, no llegaría al 10%.
Ante esa posibilidad de contagio, el Gobierno obligó a llevar mascarilla en el transporte público desde principios de mayo. Una medida que pretende extenderse después del final del estado de alarma, previsto para el 21 de junio.
Así han evolucionado los viajeros de los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid durante la pandemia:
Debido a la pérdida de viajeros y su correspondiente descenso de ingresos, el Gobierno tiene previsto aprobar un fondo de 800 millones de euros para compensar.
El uso de la bici aumenta
Otro de los efectos que ha dejado el coronavirus es un aumento de las opciones de micromovilidad para los trayectos más cortos, como son los desplazamientos a pie, en bicicleta o en patinete.
“La gente joven se va a subir a estos medios para distancias cortas, en lugar de ir en bus o en metro, porque la percepción de riesgo es menor. Aunque su potencial de subida está limitado por sus características. No es un modo de transporte universal”, asegura Vassallo.
“Una persona usa una bicicleta en unas condiciones climatológicas concretas, con una distancia máxima y una capacidad física determinada”, coincide Lucas.
Durante la cuarentena, los ciudadanos apenas salieron de sus barrios, volvieron a comprar en los supermercados y en los comercios más cercanos a sus casas, porque las grandes superficies permanecían cerradas. Las ventas de bicicletas y patinetes se han incrementado para realizar esos trayectos de corta distancia con comodidad, que antes se hacían en pocas paradas de autobús o metro, o para poder hacer deporte.
Otros recurrieron por primera vez a los servicios públicos de bicicleta para moverse tras la pandemia, como Bicing (Barcelona), que ha ganado 7.000 usuarios durante la desescalada,, y BiciMad (Madrid), que ha alcanzado un récord de abonados en pleno confinamiento.
“BiciMad ha recuperado prácticamente los niveles de uso de antes del confinamiento, algo que no ha pasado con ningún otro modo”, señala Adrián Fernández, responsable de movilidad de Greenpeace.
Así han evolucionado los viajeros de BiciMad:
La movilidad ciclista está también limitada a distancias cortas, para viajes de menos de 10 kilómetros. Un ciudadano que viva en Fuenlabrada (municipio al sur de Madrid) no puede desplazarse hasta Las Tablas (barrio del norte de la capital) en este medio de transporte.
“En Madrid, hay 16 millones de desplazamientos diarios y solo el 11% se producen dentro de la almendra central. La movilidad ciclista puede ser una alternativa para ellos”, apunta Romanillos.
No toda la movilidad se ha recuperado
Un factor importante a tener en cuenta para hablar de la movilidad en tiempos de coronavirus es que no todos los desplazamientos que se hacían antes se han recuperado. Esto se debe a multitud de factores, ente los que destacan que muchos colegios y universidades permanecen cerrados hasta septiembre, no se celebran eventos masivos como conciertos, los partidos de fútbol son a puerta cerrada y no funcionan las discotecas.
“La actividad al 100% no se va a recuperar, porque esa nueva normalidad todavía no tendrá los niveles de actividad presencial que tenía la antigua normalidad. Si muchas empresas continúan con el teletrabajo, va a haber una movilidad que no se recupere”, asegura Ortigosa.
Antes del coronavirus, un 27% de los viajes en una día laborable en la Comunidad de Madrid se realizaba por motivo de trabajo y otro 16% por estudios, según la Encuesta de Movilidad 2018, realizada por el Consorcio Regional de Transportes.
Unos niveles que no se han recuperado todavía y que tardarán meses en recuperarse. “La movilidad aumentará tras la vuelta del verano, porque en septiembre está prevista la vuelta a las aulas”, apunta Puyol.
La crisis económica derivada de la pandemia también se dejará notar en un menor número de viajes. “La pérdida de empleo es absolutamente proporcional a la bajada de la movilidad. Como ahora entramos en un periodo de recesión económica, destrucción de empleo y cierre de comercios, hay una movilidad que no se recupera asociada a esto”, afirma Ortigosa.
Las empresas tendrán mucho que decir en el futuro de la movilidad en las grandes ciudades. Si apuestan más decididamente por el teletrabajo se reducirá el número de trayectos que se producen diariamente, como ya ha ocurrido durante la cuarentena.
Eso servirá además para evitar aglomeraciones en transporte público Algo que también ocurriría si se fomentara una mayor flexibilidad en horario laboral. “Si algo nos ha demostrado esta crisis es que el que todos entremos a la misma hora al mismo sitio es un poco absurdo. El trabajo puede ser más flexible”, señala Vassallo.
Los límites del coche en el medio plazo
Los expertos creen que el crecimiento del vehículo privado será menor que lo aseguraba la encuesta del RACE. Esto se debe a que no todos los usuarios pueden acceder al él, al igual que ocurría con la bici, bien por motivos económicos o por la edad.
“Hay gente que se baja del transporte público y se sube al vehículo privado, pero no toda tiene esa capacidad: los mayores, los que trabajan en el centro y no tienen aparcamiento o los que no conducen”, señala Vassallo.
Además, la acumulación de muchos coches en la carretera como suele ocurrir en las entradas de Madrid desincentiva el que otros ciudadanos opten por el vehículo privado. “Ahora que no hay tanto coche, alguien que tenga uno, lo usará. Pero cuando volvamos a los niveles de antes, eso se irá regulando”, señala Ortigosa.
“El uso del coche se está desacelerando conforme aumentan los problemas asociados a su uso, como la falta de aparcamiento o la reactivación de los parquímetros. El crecimiento se frenará si volvemos a sufrir congestión en hora punta. El atasco funciona como un limitante para la demanda del coche”, asegura Fernández.
Al metro y al bus, con mascarilla
Los viajeros que optan por el transporte público también han vivido cambios en el uso durante el proceso de desescalada. El Ministerio de Transportes modificó el pasado 6 de junio la normativa sobre la ocupación de los transportes urbanos y periurbanos, es decir, los autobuses, tranvías, metros y trenes de Cercanías.
A partir de ese día, todos los asientos del vehículo se podían ocupar, a diferencia de lo que pasaba anteriormente en el que había que dejar un espacio libre. Aquellos transportes que permiten que los viajeros vayan de pie, se permite la capacidad de dos usuarios por cada metro cuadrado.
El uso de la mascarilla es obligatorio para todos los viajeros con edades superiores a los 6 años, excepto personas con dificultades respiratorias o alguna discapacidad.
Otros actores en juego
Además de los vehículos privados y del transporte público, las grandes ciudades españoles cuentan con otros actores que juegan papeles importantes en la movilidad. Este es el caso de los coches compartidos, como Car2Go o Zity, y de los vehículos de alquiler con conductor (VTC), como Cabify o Uber.
Estas empresas también han tenido que tomar medidas para adaptarse a la nueva realidad. “Contamos con protocolos de desinfección e higiene diarias de los vehículos. Hemos dotado de mascarillas y guantes. Más del 50% de los vehículos tienen una mampara instalada”, cuenta Mariano Silveyra, vicepresidente de asuntos públicos de Cabify.
Los VTC y los taxis se han adaptado a las restricciones de aforo implementadas por el Ministerio de Transportes. “Pueden desplazarse dos personas por cada fila adicional de asientos respecto a la del conductor. Si todos los usuarios conviven en el mismo domicilio, podrán ir tres por fila”, explica.
Al igual que ocurrió en el resto de transportes, Cabify también notó la caída de viajeros en un primer momento y la progresiva recuperación de los mismos con el avance de las fases después.
“La movilidad se redujo durante el confinamiento, pero vemos que se va recuperando. Estamos registrando crecimientos semanales a doble dígito. El 49% de los traslados en la fase 0 era por motivos de trabajo, mientras que el 35% se realizaba por cuestiones de salud. Ahora, el ocio ya es el principal factor para solicitar un vehículo (49%) en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla”, señala.
A largo plazo: repensar el transporte público
El coronavirus supone una oportunidad para abrir un planteamiento sobre en qué tipo de ciudad se quiere vivir, la movilidad o el transporte público.
Importantes ciudades europeas como Londres, París y Milán han lanzado planes para fomentar medios alternativos al coche con medidas como ampliar las aceras o crear carriles bici. Estas decisiones han tenido un efecto inmediato en el comportamiento de los ciudadanos.
“Muchas ciudades están aprovechando para lanzar nuevas infraestructuras ciclistas, que pueden ayudar a generar el hábito. París o Londres han puesto sobre la mesa planes para fomentar la movilidad ciclista, pero en Madrid eso no se ha hecho”, lamenta Romanillos.
Algunas de las apuestas van en esta dirección. “Ahora hay una oportunidad de las ciudades para cambiar el reparto modal y dar espacio y prioridad a modos de transporte que no tenían tanto uso como la bicicleta o el transporte público”, señala Ortigosa. ”Hay que apostar por una movilidad multimodal, que la gente pueda coger la bicicleta para ir a la estación de origen y luego un tren”, coincide Romanillos.
“Ampliar las aceras tomando espacio en la calzada, como Logroño, habilitando carriles bus y despejar las aceras de motos y veladores para poder mantener la distancia”, demanda Fernández.
Aunque no todo el mundo comparte esa idea de abrir nuevos cariles bicis en las ciudades. “Las instituciones tienen que responder a las necesidades que tienen los usuarios, yo creo que ahora mismo hay conductores que su opción es el vehículo privado. Habrá que buscar soluciones para que estos desplazamientos sean seguros y sean lo más ágiles. Lo que estamos viendo en algunos Ayuntamientos de quitar carriles, cortar calles o poner terrazas en la calzada, no favorece lo que ahora mismo demandan los ciudadanos”, afirma Antonio Lucas, director de seguridad vial del RACE.
Otros expertos coinciden en sacar partido a los avances tecnológicos para mejorar la movilidad. “Hay que rediseñar el planteamiento del transporte público. Ya no tienen por qué ser líneas a las que hay que esperar. A lo mejor puede haber posibilidades de reserva, gracias a los servicios telemáticos”, apunta Vassallo.
“Si tú quieres desplazarte a otro lugar, la tecnología te va a ayudar a buscar el medio más adecuado, las horas más convenientes y los medios de transporte con mayor nivel de seguridad”, señala Puyol.
El debate sigue abierto.