Así saltó por los aires el acuerdo sobre el Poder Judicial
Reconstruimos los 18 días de negociación entre Sánchez y Feijóo. Ahora, se impone la batalla del relato con Ayuso como protagonista invitada.
Dimitió Carlos Lesmes, se agravó la inédita crisis constitucional por el bloqueo del Poder Judicial y Pedro Sánchez decidió convocar a Alberto Núñez Feijóo a una reunión extraordinaria en Moncloa para desatascar la situación. El encuentro fue bien, se esbozaron los mimbres del futuro acuerdo e hicieron llamar a quienes se tenían que encargar de la negociación, Félix Bolaños y Esteban González Pons. Ocurrió el lunes 10 de octubre, y a partir de entonces Moncloa y Ferraz se encapsularon para que el ruido no echara al traste con el que se iba a convertir en el único pacto de Estado entre ambos líderes esta legislatura. No lo consiguieron y, 18 días después, todo saltó por los aires.
En lo que coinciden ambas partes es que el pacto estaba prácticamente cerrado, con nombres ya encima de la mesa. Incluso se habían vaciado las agendas para anunciarlo públicamente, el martes 25 o el viernes 28, según Moncloa. Desde que se iniciaron los contactos y hasta este jueves, los mensajes de los protagonistas fueron coincidentes, haciendo presagiar que ahora sí el era el momento. “Es ahora o nunca”, en palabras de un alto cargo del PP en los primeros compases de la negociación. Hubo escollos pero se fueron salvando, como el perfil de los elegidos para renovar el CGPJ y el Constitucional, que debían ser técnicos y sin mácula política, como avanzó El HuffPost. El PP, en paralelo, fue modulando su exigencia de que los jueces elijan a los jueces hasta llegar a un término “intermedio”.
El relato también estuvo siempre en la mente de los negociadores. No podía haber ni vencedores ni vencidos. Todo tenía que estar atado para que tanto Sánchez como Feijóo pudieran sacar pecho. “Vamos bien”, insistían las fuentes consultadas con el paso de los días. Llegó un nuevo cara a cara de los líderes en el Senado, el 18 de octubre. En el hemiciclo, espadas en alto en materia económica, pero se cuidaron de dañar las negociaciones. En los pasillos, misma consigna: “Vamos por buen camino. Seguimos en la mesa de negociación, que no es poco. Puede haber acuerdo”.
Continuaron negociando. De forma discreta, alejados de los focos. Esquivando los codazos, provinieran de un sector del PP cada vez más inquieto o de Unidas Podemos, socios de gobierno de Sánchez. Pero a finales de la semana pasada, ese ruido que desde el primer momento quisieron obviar se hizo cada día que pasaba más fuerte. En paralelo a la negociación, Sánchez presentó sus últimos Presupuestos de esta legislatura y se dispuso a buscar el apoyo de sus socios parlamentarios. Y la posible reforma del delito de sedición volvió a la primera plana, con ERC empujando para que se haga cuanto antes.
El presidente del PP respondió contundente contra esta posibilidad, pero blindó las negociaciones del Poder Judicial. Así lo verbalizó el martes 25 su número dos, Cuca Gamarra, apuntando a que el pacto era inminente. “No va mal”, afirmó ese mismo día el propio Feijóo en los pasillos de la Cámara Alta. Es entonces cuando se produce una de las claves que dan al traste con todo poco después. Según la versión de Génova, se le pregunta a Bolaños de forma discreta pero expresa por la reforma del delito de sedición y este contesta que “no está encima de la mesa”.
En paralelo, un sector del PP se remueve y considera que “la cesión a ERC” es la gota que colma el vaso y que hay que romper la negociación con Sánchez. Los movimientos arrecian internamente y cada vez hay más dudas de que valga la pena renovar el Poder Judicial. Ayuso fue la primera en mostrar sus reservas, antes incluso de que el debate sobre la sedición estuviera en las portadas: “Sólo hay algo más peligroso y dañino que un Tezanos que arremete contra el necesario líder de la oposición y fabrica mensajes todos los días contra él para que lo repliquen los ministros sin pudor alguno. Y es llenar el Poder Judicial de Tezanos disfrazados de jueces”, dijo en El Confidencial. Comunicadores y analistas del ala conservadora también mostraron sus reticencias, algunos con una enorme vehemencia.
Los nervios empezaron a aflorar, pero la negociación proseguía. Para dar sensación de que todo iba bien, se filtró que los magistrados en cargos políticos no podrían volver de forma automática a la carrera judicial, como publicó El País el miércoles. Esto es, se reforzaba la independencia del CGPJ, como quería el PP. “El acuerdo está prácticamente hecho, a la espera de Feijóo”, se informó desde Moncloa. “De verdad, vamos bien”, se aseguró en paralelo desde Génova, incluso a lo largo de la mañana del jueves 27, cuando el runrún de una crisis era ya ensordecedor.
Ese día tanto Sánchez como Feijóo tenían programados actos con los medios de comunicación. En teoría, debía convertirse en la previa a la fumata blanca. Pero el ambiente entre los equipos ya estaba viciado por la enorme controversia pública. Las declaraciones de María Jesús Montero desde la tribuna del Congreso reafirmándose en el compromiso de reformar el delito de sedición caldearon aún más el ambiente, aunque después la titular de Hacienda intentó matizar. Pese a todo, a lo largo de esa mañana, portavoces oficiales del PP aún desligaban dicha cuestión con el Poder Judicial. “No hemos dicho nada de eso, seguimos negociando”, precisaron.
Sánchez usó su comparecencia de prensa desde Kenia para avanzar que el pacto ya estaba listo y Feijóo, desde Santander, para poner el foco en el delito de sedición y exigir garantías. El PP se apresuró en desmentir al presidente con unas fuentes pero habló de “avances” en la negociación. Ya entonces, el líder del PP tenía previsto hablar a su homólogo. Y así lo hizo ese jueves por la tarde, cuando el presidente se disponía a regresar a España. Lo que ocurrió, según Génova, es que Sánchez enmendó a Bolaños y confirmó sus planes para “complacer” a ERC. “Feijóo constató que el Gobierno prefería suspender las negociaciones con el PP que desairar a sus socios independentistas”, según el entorno del líder popular.
En nada se parece la versión de Moncloa de los hechos. Según Bolaños en la Cadena SER, Feijóo conocía los planes del Ejecutivo sobre la secesión y la prueba son las declaraciones públicas de Gamarra. Para el Ejecutivo, el problema ha sido que al líder gallego le “temblaron las piernas” y ha decidido echar para atrás ante la presión de una parte de su partido, en especial de Ayuso, y de los medios de comunicación. Y rescataron para argumentarlo la portada de El Mundo del mismo jueves: “El PP teme la reacción de la derecha política, judicial y mediática”. “No es un líder autónomo”, afirmaron los portavoces del Gobierno.
El presidente hizo escala en Angola tras su gira por África y allí habló con los periodistas sin micrófonos ni cámaras delante. Se mostró indignado, según el relato de los informadores: “Es intolerable. No pueden filtrar una conversación con el presidente. El texto ya estaba pactado, todo lo estaba. Los nombres también y hasta los suplentes. Quedamos para hablar a las 18:30 para quedar para cerrarlo, o eso pensaba. Él me ha dicho que con la sedición no puede seguir adelante. Hemos hablado una hora desde el coche camino al aeropuerto. Le he dicho que qué tiene que ver la agenda legislativa del Gobierno con cumplir con la Constitución”.
En este sentido, en el Ejecutivo se mostraron sorprendidos y enfadados por “las formas” de Feijóo. Siempre según Bolaños, Sánchez le ofreció que se vieran el próximo miércoles en Moncloa (ya que el viernes 28 no podía) y de su conversación no dedujo que la negociación quedaba formalmente suspendida. De hecho, denuncian que se enteraron de esa suspensión por el extenso comunicado que Génova hizo público cerca de las ocho y media de la tarde del jueves, confirmando que todo saltaba por los aires. “El presidente del Gobierno estaba volando, no sabíamos nada”, aseguró Moncloa.
Ya el viernes por la mañana, en pleno cruce matutino de declaraciones, Ayuso saltó a la palestra. Su equipo no dudó en desvelar que la jornada anterior, antes de que se precipitara todo, envió un mensaje al líder nacional pidiendo que no pactara. “Feijóo ha hecho lo que tenía que hacer”, enfatizaron desde Sol, sede de la Comunidad de Madrid . La dirección del PP, muy incómoda, se apresuró en aclarar que Feijóo intercambió opiniones con otros destacados cargos de la formación, y mentaron a Juanma Moreno, también crítico con el acuerdo. Pero en Moncloa vieron la filtración interesada de Sol como la prueba de que Ayuso “tutela” al gallego, y multiplicaron sus mensajes en ese sentido.
Ahora, las relaciones entre Moncloa y Génova se han deteriorado tanto que ya nadie espera una solución, pese a la histórica crisis que vive el Poder Judicial. La confianza que pudiera existir entre ambos ha dejado de existir y las partes se acusan con dureza de no tener palabra, de mentir. Los puentes están completamente rotos. “Los acuerdos de Estado llegarán con este PP pero con otro PSOE”, dijo Feijóo. Traducido, con Sánchez ya no hay nada que hacer. Bolaños le contestó afirmando que ya no es un interlocutor válido para Moncloa. Las partes se pertrechan para una guerra sin cuartel en esta larga campaña, que concluirá dentro de más de un año con las elecciones generales.