Así impiden las empresas que las mujeres trabajadoras den el pecho
Una investigación del 'HuffPost' EEUU desvela que muchas empleadas tienen que usar baños sucios, no tienen permitido hacer descansos e incluso pueden perder su puesto por usar el sacaleches.
Cuando terminó su baja de maternidad en 2015, una empleada de la cadena de supermercados Walmart volvió a la tienda donde trabajaba, situada en Carson City (Nevada, EE UU), con un sacaleches eléctrico bajo el brazo. Estaba decidida a amamantar a su bebé recién nacido. La ley obligaba a Walmart a facilitarle esta labor proporcionándole un espacio privado y los descansos necesarios para extraerse la leche materna, pero el desastre que se coció a fuego lento durante sus primeras semanas es un buen ejemplo de los problemas a los que, al igual que ella, todavía se enfrentan muchas madres lactantes en sus puestos de trabajo.
Al principio, la dirección le pidió que se extrajera la leche en los probadores, pero no había ningún enchufe para el aparato eléctrico. Preguntó si le dejaban utilizar un alargador, pero se lo negaron porque podría provocar tropiezos.
Acabó extrayéndose la leche en la sala de formación de los empleados. La ley estipula que el espacio debe ofrecer privacidad, pero la mujer asegura que los supervisores y otros empleados entraron en varias ocasiones cuando tenía los pechos al descubierto y que incluso celebraron reuniones en su presencia. Los jefes le dijeron que podía usar un espacio junto a la sala de servidores, pero estaba sucia y tenía un cartel en la puerta que avisaba del peligro de alta tensión.
La siguiente solución fue proporcionarle un sacaleches manual para que lo usara en el probador, pero su cuerpo se había acostumbrado al eléctrico y su producción de leche descendió considerablemente tras el cambio. El bebé empezó a pasar hambre por la falta de leche. Sus compañeros la vieron llorar en el trabajo e hicieron una colecta para comprarle una leche de inicio que ella no podía permitirse.
Esta leche hizo enfermar al bebé, por lo que su madre tuvo que comprar una versión especial para niños con el estómago sensible. Cumplía los requisitos para comprarla con la ayuda financiera del programa para mujeres, niños y familias con ingresos bajos de Nevada, pero le dijeron que tenía que devolver el sacaleches eléctrico que había recibido de forma gratuita a través de la misma iniciativa pública. Según un portavoz, el programa pide a las madres que devuelvan los sacaleches si ya no los van a usar, pero no se les retira la ayuda si no lo hacen.
Finalmente, Walmart instaló un enchufe para que la empleada pudiera usar el sacaleches, pero tardó más de dos meses, un tercio del tiempo que los médicos recomiendan alimentar a los bebés solo con leche materna. Ya era demasiado tarde: la mujer había dejado de amamantar al bebé y se había pasado a la leche de inicio.
La historia de esta empleada de Walmart es una de las 376 inspecciones a las que la edición estadounidense del HuffPost ha tenido acceso mediante solicitudes a los registros públicos del gobierno federal. El ministerio de empleo estadounidense es el responsable de hacer cumplir la normativa relativa a las madres lactantes de la ley del cuidado de la salud asequible, más conocida como Obamacare, que exige a las empresas como Walmart dar facilidades a las empleadas que quieran extraer leche materna. HuffPost buscó casos que implicaran una posible infracción de esta ley y obtuvo acceso a registros de todo el país, desde 2010 hasta 2018. La agencia suprimió los nombres y las características que pudieran identificar a las trabajadoras, pero estos archivos proporcionan información sobre los tipos de problemas a los que se enfrentan las madres que han dado a luz recientemente cuando se extraen leche en el trabajo.
El colegio de pediatría de Estados Unidos ha fomentado la alimentación con leche materna por ser la mejor opción tanto para los bebés como para sus madres. El porcentaje de niños que toman leche materna aumentó del 73,8% al 83,2% entre 2004 y 2015, ya que cada vez más médicos del país recomiendan a las madres alimentar a sus bebés únicamente con ella durante los seis primeros meses y seguir dándoles el pecho durante un año o más. Sin embargo, la realidad es que la ley de Estados Unidos no garantiza la baja remunerada, así que muchas madres vuelven a sus puestos en menos de dos semanas. Esto significa que, si quieren amamantar a sus hijos, tienen que utilizar un sacaleches durante entre 15 y 30 minutos cada dos o tres horas, que es lo que se tarda en vaciar por completo los pechos.
Los registros del ministerio de empleo dejan claro que muchas empresas siguen incumpliendo una ley pensada para defender el derecho de las madres a extraerse leche en el trabajo, entre ellas algunas que se jactan de tratar bien a las madres. Estas empresas infringieron la ley en 255 de los casos estudiados por el HuffPost o, lo que es lo mismo, el 68%. En más de la mitad de estos casos, las empresas incumplieron la norma que exige proporcionar un espacio adecuado para sacarse la leche. En más o menos un tercio, no permitieron a las empleadas hacer los descansos suficientes. Y en prácticamente uno de cada cinco casos, las empresas incumplieron ambas normas. La inmensa mayoría de estas inspecciones se iniciaron debido a la denuncia de una trabajadora.
Los obstáculos a los que se enfrentan muchas de las madres lactantes a la hora de extraerse leche en el trabajo tienen consecuencias económicas, emocionales y físicas. El HuffPost ha identificado cinco casos en los que las empleadas desarrollaron mastitis, una inflamación de los pechos muy dolorosa que puede provocar hinchazón, ardor, fiebre y escalofríos. La mastitis puede deberse a la acumulación de leche en los pechos tras saltarse varias extracciones. En un caso, la trabajadora de un establecimiento especializado en tortitas tuvo una infección, pero no dijo nada por temor a perder su empleo, algo común en muchos de los casos.
En 22 casos, las empresas tomaron represalias de forma ilegal contra las empleadas que hicieron valer sus derechos, entre ellos el de la tienda Walmart de Carson City. La mujer que puso la denuncia afirma que le quitaron el descanso de la comida y que le pidieron contabilizar el tiempo no productivo cada vez que tuviera que usar el sacaleches, a pesar de que otra madre lactante podía hacerlo dentro de su horario. Al final, Walmart aceptó pagar 217 dólares (unos 200 euros) a modo de indemnización.
La persona encargada de esta investigación señala que esta mala experiencia no solo costó dinero a la familia, sino que también provocó malestar al bebé tras el cambio a la leche de inicio. También añade que la indemnización de Walmart debería haber incluido el reembolso de la leche de inicio que la madre pagó de su bolsillo, puesto que no tendría que haberla comprado si Walmart hubiera cumplido la ley.
Randy Hargrove, portavoz de Walmart, afirma que la empresa tiene una política que permite a las empleadas extraerse leche.
“Este incidente se produjo hace más de cuatro años y la empleada recibió la indemnización correspondiente”, declara Randy. “Animamos a las madres a que den el pecho en nuestra tienda, ya sean empleadas o clientas, y hemos establecido procesos para asegurarnos de que nuestras instalaciones están preparadas para ello. Nos tomamos muy en serio el cumplimento de la ley y, si hay algún problema, queremos saberlo cuanto antes para poder solucionarlo de inmediato”.
Aunque otros casos no son tan flagrantes, muchos de ellos tienen elementos en común, principalmente en sectores con sueldos bajos, como el comercio y la restauración, donde las trabajadoras lo tienen complicado para encontrar un lugar limpio y privado en el que sacarse la leche. Muchas acaban haciéndolo en aseos (en ocasiones, públicos) a pesar de que la ley lo prohíbe expresamente porque resulta antihigiénico.
A otras mujeres les pidieron que lo hicieran en el despacho de un superior o una sala de reuniones sin pestillo en la que podía entrar todo el mundo. Muchas tuvieron que extraerse la leche a la vista de las cámaras de seguridad. En dos casos no relacionados, las empleadas de dos restaurantes tuvieron que sacarse la leche detrás del carro con las bandejas del pan, por lo que estaban parcialmente a la vista tanto de sus compañeros como de los clientes.
A menudo, las madres que sí disponen de un lugar adecuado no tienen tiempo suficiente para sacarse toda la leche. A una empleada de McDonald’s le gritaron y le ordenaron que volviera al trabajo antes de terminar. Una trabajadora del supermercado Family Dollar pidió más tiempo para esta labor y modificaron su contrato a media jornada. Otra mujer que trabajaba en un spa tuvo que firmar un papel en el que aceptaba no tomar más descansos, por lo que acabó teniendo pérdidas de leche en su puesto de trabajo.
La legislación sobre lactancia es una de las pocas cosas de la ley del cuidado de la salud asequible en la que demócratas y republicanos se han puesto de acuerdo. Los conservadores provida que en su momento denunciaron la revolucionaria ley sanitaria que el expresidente Obama impulsó en 2010 se unieron a sus colegas liberales en la defensa de las medidas para madres lactantes. El razonamiento es muy sencillo: una mujer que da el pecho también debería poder trabajar para vivir.
Dicha ley estipula que, durante el primer año de vida de sus hijos, las empresas deben proporcionar a las empleadas un lugar privado en el que sacarse la leche, además de un tiempo razonable para la extracción. No obstante, el término “razonable” resulta ambiguo, ya que este tiempo puede variar de una mujer a otra. Las empresas no están obligadas a pagar a las trabajadoras por esos descansos a menos que formen parte de las pausas habituales incluidas en el sueldo. Las empresas con menos de 50 personas en nómina están exentas de cumplir esta ley si demuestran que supone una “carga desproporcionada”.
Al analizar los archivos del ministerio de empleo, se deduce que el número de madres que dan el pecho en el trabajo ha aumentado, quizá porque más mujeres están al corriente de sus derechos y denuncian su vulneración. De los casos que ha consultado el HuffPost, solo 42 se investigaron en 2011, año en que la ley entró en vigor. En 2017 se investigaron más de 70.
El sector más propenso a recibir denuncias por parte de las empleadas es el del pequeño comercio, que registró uno de cada cinco casos. Entre los infractores hay nombres muy conocidos: BestBuy, JCPenney, Dollar General, Lowes, Toys R Us, Costco y Kroger, entre otros. Walmart, que cuenta con seis denuncias, fue la empresa privada que registró el mayor número de casos, pero también es la más grande del sector privado en Estados Unidos con un millón y medio de trabajadores.
Varios estudios demuestran que, en general, se da menos el pecho a los bebés en familias con rentas más bajas. Las investigaciones ayudan a entender el motivo. No es solo que las mujeres con rentas bajas normalmente se tengan que incorporar antes tras dar a luz, sino que para muchas de ellas es muy difícil que sus empresas les proporcionen descansos para poder extraerse la leche.
Una trabajadora de la tienda Family Dollar de Scranton (Pensilvania) pidió tener al menos una pausa al día para poder extraerse la leche, pero sus responsables se lo negaron. El inspector indicó que “la mayor parte del tiempo trabajaba sola, por lo que sus compañeros no la podían cubrir para que pudiera hacer un descanso”. Cuando conseguía hacer una pausa, tenía que extraerse la leche en un almacén al que también entraban un proveedor y un compañero. Un portavoz de Family Dollar se negó a hablar del caso alegando motivos de privacidad.
Una tienda en la ciudad de Oklahoma de la cadena de joyerías Jared Vault no cedió a una de sus empleadas un espacio privado donde poder sacarse la leche, así que conducía a su casa y sumaba el tiempo que tardaba a su jornada cuando tenía que hacerlo. Esta solución no solo era poco práctica, sino que además le costaba dinero. A otra mujer que trabajaba en una tienda de cosméticos en un centro comercial de Miami le pidieron que utilizara los baños públicos, pero era realmente difícil por la falta de intimidad y el tránsito de gente. El agravante de tener que lidiar con su jefe y con la dirección del centro comercial sobre este tema la disuadieron de dar el pecho. Lo que dice el archivo del caso es que ”poco a poco se fue extrayendo cada vez menos leche” hasta que finalmente dejó de hacerlo. La mujer decidió denunciar a la empresa “para evitar que vuelva a ocurrir”.
Los restaurantes constituyen más del 10% de los casos, desde pequeños locales hasta grandes cadenas, como McDonald’s, Subway, Olive Garden, Cracker Barrel y Buffalo Wild Wings. Los gerentes de un restaurante de la cadena Outback Steakhouse tuvieron que declarar en 2017 por no proporcionar a una empleada un espacio en el que no la vieran sus compañeros. El inspector descubrió que la sociedad matriz del restaurante, Bloomin’ Brands, no contaba con una política empresarial clara que permitiera a las madres extraerse la leche en el trabajo, a pesar de que la ley ya llevaba unos siete años en vigor. La empresa no respondió cuando se le preguntó si ya lo habían cambiado.
En muchos de los casos, a las empleadas de los restaurantes que pedían hacer descansos para poder sacarse la leche se les dijo que no había nadie que pudiera cubrirles. La dirección de la cadena de cafeterías IHOP infringió la ley en dos ocasiones distintas al negarse a que las camareras hicieran descansos. Una de las trabajadoras de IHOP en Oklahoma comentó que el director general le denegó su solicitud de disponer tan solo de unos minutos para usar el sacaleches, limitándose a un “ahora no” o “luego”. Al final desarrolló mastitis.
Otra empleada de IHOP en Arkansas le dijo a su jefe que iba a necesitar extraerse leche durante unos 15 minutos cada dos horas cuando se reincorporara al trabajo después de dar a luz. Durante los siguientes 20 días solo le dieron dos descansos y tuvo que hacerlo detrás del carro con las bandejas del pan. Sus jefes le dijeron que nadie podía cubrir su puesto de trabajo, especialmente los fines de semana. No tardó en dejar de dar el pecho. Un portavoz de IHOP comentó que las dos cafeterías que habían infringido la ley eran franquicias.
La normativa sobre lactancia solo se aplica a las empleadas que están protegidas por la ley estadounidense de normas laborales justas (FLSA), la misma que vela por los derechos de los trabajadores con respecto a las horas extra, si bien excluye ciertos puestos ejecutivos, de mando y otras categorías. Esto significa que la ley protege sobre todo a las empleadas que trabajan por horas, pero las mujeres que tienen un sueldo habitual por encima de los 23.660 dólares (unos 21.500 euros) y que realizan determinadas funciones laborales quedan fuera del amparo de la ley. En este sentido, las mujeres cualificadas se enfrentan a los mismos obstáculos a la hora de sacarse la leche que las que trabajan en el sector del comercio, pero estas dificultades no se han visto reflejadas en las inspecciones realizadas por el ministerio de empleo.
Aunque estos casos son más habituales en empleos con sueldos bajos, el segundo sector con mayor número de denuncias tras el del pequeño comercio fue el de hospitales y centros sanitarios, que registró 62 casos de los 376. Aunque las enfermeras quizá estén más familiarizadas con la normativa y más dispuestas a interponer denuncias, también se encuentran trabas para disponer de descansos, al igual que muchas de las empleadas de los comercios. Incluso los hospitales que dicen ser prolactancia y contar con las instalaciones necesarias no facilitan a sus empleadas el tiempo necesario para extraerse la leche.
Un inspector descubrió que las enfermeras de un hospital de Bellevue (Washington) no tenían tiempo para usar el sacaleches ”por su tipo de trabajo”. Una de las empleadas acabó con una infección mamaria. Un estudio realizado en el hospital de Michigan relacionado con el tiempo de trabajo reveló que las enfermeras pasaban la mayor parte de sus 15 minutos de descanso yendo y viniendo de la sala de lactancia. Al estar en otra planta, al final solo disponían de cinco minutos para extraerse la leche. Una de las empleadas dijo que sacarse leche en el hospital era una “lucha constante”. En las residencias de ancianos y los centros de asistencia domiciliaria se registraron otros 19 casos.
Más de 40 de estos casos estaban relacionados con funcionarias. El Servicio Postal estadounidense, con ocho denuncias, registró el mayor número de infracciones de todas las administraciones públicas. Tiene una plantilla de medio millón de empleados y muchos cuentan con protección por parte de los sindicatos, quizá por eso se sienten más seguras al presentar denuncias por el tema de la extracción de leche.
A una empleada de una oficina de correos del sur de California no le concedieron suficientes descansos y tenía que ir al baño a escondidas para extraerse la leche. Le dolían tanto los pechos que tenía que tirar la leche por el inodoro para aliviarse. Al no contar con un espacio higiénico, tuvo que sacarse la leche sentada en el suelo del vestuario. Su encargado la suspendió siete días por hacer demasiados descansos. El ministerio de empleo decidió que la sanción interpuesta como represalia era ilegal y el servicio de correos tuvo que retirarla del historial de la empleada.
Un portavoz del servicio postal comentó que la empresa no habla de los temas personales de sus trabajadores, pero que “se tomaban muy en serio su obligación de cumplir con las directrices del ministerio de empleo” en relación con la lactancia materna.
Las trabajadoras del sector público aparecen una y otra vez en los informes. Un supervisor del departamento de agua y alcantarillado de Detroit indicó a una de las trabajadoras que hacía el trabajo de campo que se extrajera la leche en el baño de un McDonald’s. Una trabajadora del departamento de transporte de Indiana no consiguió que sus jefes le dieran suficiente tiempo para utilizar el sacaleches y la acabaron despidiendo, alegando que se ausentaba sin permiso. Tras investigar los hechos, el ministerio de empleo negoció su readmisión y tuvieron que abonar a la empleada más de 26.000 dólares (unos 23.500 euros) por las nóminas no pagadas.
En una empresa subcontratada por el gobierno de Oklahoma, una trabajadora dijo que tuvo que aguantar la humillación de tener a su responsable, que era mujer, plantada en la puerta de la sala de lactancia cronometrando el tiempo que tardaba en extraerse la leche. La responsable amenazó con sancionarla si no dejaba de hacerlo en cuatro meses, aunque la empleada se quedara hasta tarde para compensar el tiempo de lactancia. Al final desarrolló mastitis. Según el archivo del caso, su jefa le preguntó por qué seguía lactando si tenía una infección.
En muchos casos, los responsables directos aparentemente desconocen las políticas de lactancia que hay en vigor. Algunos admiten sin reparos su desconocimiento de la ley, mientras que otros sabían de sus obligaciones, pero no querían tomar las medidas necesarias para adaptarse a sus trabajadoras. En otras ocasiones, las empresas hicieron lo que parecía un esfuerzo de buena fe, pero aun así no cumplían con la ley.
Por ejemplo, la empresa Boeing Company estableció un programa de lactancia en su planta de producción de Everett (Washington) en el que las madres podían inscribirse desde el área privada de la página web interna de la empresa y reservar una sala para extraerse leche. Todas las salas contaban con una cerradura, una silla y un frigorífico para guardar la leche. El problema con el que se encontraron las empleadas fue que había mucha demanda: 20 mujeres necesitaban usar a la vez un número limitado de salas de lactancia. La trabajadora que puso la denuncia afirmó que no podía sacarse la leche cuando lo necesitaba.
Un portavoz de Boeing declaró que la empresa había doblado prácticamente la capacidad de las instalaciones para madres lactantes tras la denuncia. Como las salas de lactancia se encuentran bastante lejos de los puestos de trabajo de algunas de las empleadas, la empresa está llevando a cabo un programa piloto con espacios de lactancia móviles. La empresa también ha dado a las madres lactantes que viajen por trabajo la posibilidad de enviar la leche a casa con los gastos pagados por la empresa.
Otras empresas resultaron menos ‘generosas’ cuando el inspector llamó a la puerta. Una empleada de la fábrica de muebles Polywood, en Syracuse (Indiana), denunció que le habían dicho que solo podía extraerse la leche en su descanso estipulado de 15 minutos y durante la comida, una rutina que no le proporcionaba el tiempo suficiente. Además, tenía que hacerlo en el baño de mujeres.
Cuando un inspector del ministerio de empleo explicó la ley a la dirección de la empresa, un representante de Polywood admitió que no cumplían con los requisitos. Un empleado de la empresa preguntó al inspector si esta tenía que estar realmente ”a merced de las madres lactantes”.
La dirección de Polywood no quiso hacer ningún comentario al respecto cuando se le preguntó.
En realidad, las infracciones que los inspectores han destapado probablemente reflejan solo una pequeña parte de las veces que se impide a las mujeres utilizar el sacaleches en el trabajo. Los expertos comentan que uno de los problemas es el gran número de trabajadoras desamparadas por la ley.
Algunos estados han aprobado leyes propias que son más integrales y cubren a las empleadas que se han quedado fuera de la regulación federal. Sin embargo, sigue habiendo grandes lagunas. El Center for WorkLife Law, un grupo de investigación de la facultad de derecho de Hastings, de la Universidad de California, calcula que 27,6 millones de mujeres estadounidenses en edad fértil no tienen garantizados ni el tiempo ni el espacio para poder extraerse leche en el trabajo. Si ninguna de esas mujeres denuncia, los inspectores no pueden hacer mucho.
Otro problema es lo mucho que tienen que perder las mujeres que sí están protegidas por la ley cuando se inicia una inspección. Normalmente no es posible mantener el anonimato cuando se denuncia a la empresa, pues todo el mundo sabe quién ha sido madre recientemente, y eso puede conllevar represalias. Por tanto, las mujeres deben sopesar su deseo de dar el pecho frente a la relación con sus jefes, las posibilidades de tener un aumento o incluso de conservar el trabajo.
Muchas mujeres denunciaron a sus empresas después de haber dejado el trabajo. Este fue el caso de una empleada de Sunglass Hut, en Indiana, a la que le ponían trabas para hacer pausas y extraerse leche en el centro comercial. El inspector anotó que la empleada denunció porque “tan solo quería educar a la empresa”.
Por lo general, no se busca un incentivo económico al presentar una denuncia, aunque se puede solicitar a las empresas que abonen las nóminas no pagadas con carácter retroactivo si han despedido a la empleada, si le han recortado horas de trabajo por extraerse leche o si les han descontado las horas de descanso que antes eran pagadas. Esto es lo que ocurrió en una tienda Wawa en Belén (Pensilvania), que tuvo que readmitir y pagar cerca de 5000 dólares (unos 4500 euros) a una madre lactante a la que habían despedido. Sin embargo, a la mayoría de las trabajadoras rara vez se les concede algo más que una conciliación de acuerdo con la legislación federal.
Liz Morris, subdirectora del grupo Center for WorkLife Law, sostiene que habría que modificar la ley para dar cabida a los daños y perjuicios, de manera que las empresas que infringen la ley se enfrenten a consecuencias más graves. “Aunque incumplan por completo la ley, las empresas no siempre se enfrentan a sanciones económicas”, explica Morris. “En mi opinión, ese es el mayor problema”.
Algunas mujeres a las que se les ha impedido sacarse leche en el trabajo han decidido presentar una demanda de acuerdo con el título VII de la ley de derechos civiles, que prohíbe la discriminación por motivos de raza, color, religión, sexo o país de origen. La ley en sí no dice nada explícito sobre la extracción de leche, pero los tribunales de apelación federales han dictaminado en los últimos años que la discriminación debida a la lactancia se considera un incumplimiento de dicha ley. Un juicio puede llevar a un gran acuerdo o a un veredicto judicial, al contrario que una denuncia presentada de acuerdo con la disposición de lactancia materna. Sin embargo, las conciliaciones solicitadas bajo el título VII no son tan claras ni directas.
Gale Sherwin, un abogado del sindicato estadounidense American Civil Liberties Union especializado en los derechos de la mujer, piensa que los dirigentes políticos deberían reforzar los puntos débiles que hay en la ley federal de lactancia materna actual. Además de ampliar la cobertura de la ley, Gale comentó que el Congreso debería concienciar sobre la ley pidiendo a las sostiene que cuelguen avisos en el lugar de trabajo, similares a los carteles que explican el salario mínimo. Probablemente, muchas mujeres no denuncian porque no saben que pueden hacerlo.
“Ambas partes están dispuestas a pensar en maneras de mejorar las condiciones de las madres trabajadoras en esta parte de la historia”, afirma Gale. “Podría ser el impulso necesario para reforzarlas”.
Por ahora, la ley se basa en mujeres que conocen sus derechos y están dispuestas a dar un paso al frente. Tras la denuncia presentada contra la cafetería Paula’s Pancake House, en Solvang (California), un inspector descubrió que cinco madres lactantes que trabajaban allí no tenían un espacio adaptado según la ley, al igual que le ocurrió a otra empleada de otro establecimiento de la empresa. Una de las trabajadoras comentó que la dirección de la cafetería describía los descansos para la extracción de leche como una “carga para el restaurante” y que las empleadas no debían molestarse en volver al trabajo “a menos que dejaran de amamantar”. Otra dijo que el director puso los ojos en blanco para mostrar su irritación ante la petición de los descansos.
Una trabajadora contó al inspector que tuvo mastitis. Otra decidió sacarse la leche a pesar de no tener un espacio privado donde hacerlo, y lo hizo de pie, de cara a la pared, escondiéndose como podía en la parte trasera del restaurante. Según el archivo del caso, sus compañeros se tapaban los ojos cuando tenían que pasar por delante de ella para coger suministros.
Daniel Greenwald, director de los restaurantes, asegura que desconocía el alcance de las investigaciones del ministerio de empleo hasta que el HuffPost las hizo públicas, e insinuó que las empleadas se habían inventado las acusaciones. También comentó que el restaurante había despedido en esa época a un encargado al que se consideró responsable de las infracciones. “Forma parte del pasado... Ya está solucionado, hemos pasado página”, declara Greenwald.
El inspector del caso describió el restaurante como un “entorno hostil” donde imperaba el temor a las represalias. Aun así, solo una de las mujeres tuvo derecho a recibir una compensación económica porque su jefe la había trasladado a otra parte del restaurante en la que recibía menos propinas. La empleada recibió una indemnización de 333 dólares (unos 300 euros).
El resto de las trabajadoras se tuvo que conformar con la esperanza de que la empresa cumpliera la ley la próxima vez.
K. Sophie Will ha contribuido en la investigación y la redacción.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ EEUU y ha sido traducido del inglés.