Así es ahora la vida (fuera de España) de la científica que puso rostro a la precariedad
"Me sentí un poco marioneta de las redes sociales".
Irene Vázquez Domínguez es licenciada en Biología por la Universidad Complutense de Madrid y se especializó en genética y biología sanitaria. Su rostro se hizo popular en las redes sociales en 2018, cuando denunció las precarias condiciones de los investigadores en España. Ahora, tres años después, sigue trabajando de lo suyo. Eso sí: en el extranjero.
Tras licenciarse en Biología, Irene realizó un máster interuniveresitario en la Universidad Complutense, la Universidad Autónoma y la Universidad de Alcalá de Henares en Genética y Biología Celular. Más adelante decidió comenzar sus estudios doctorales en Biociencias Moleculares en la Universidad Autónoma de Madrid y dedicarse plenamente a la investigación; sin embargo, su tiempo y esfuerzo no fueron debidamente considerados como un trabajo pleno.
Esta investigadora colaboró junto con otros tres compañeros en un artículo publicado en El Mundo en 2018, donde trataban de denunciar la situación de los estudiantes de doctorado y reclamar unas condiciones de trabajo dignas tanto en salario como en recursos y consideración. Su vida ha cambiado mucho desde entonces y ahora se encuentra en una situación completamente diferente.
Irene pudo optar a un contrato FPI MINECO, una ayuda para Formación de Personal Investigador ofrecida por el Ministerio de Economía y Competitividad con la que recibía 985 euros netos al mes en 14 pagas, pero no todos pueden acceder a este tipo de salarios con contratos predoctorales.
Dedicarse a una rama de investigación supone tiempo, esfuerzo y gastos que muchos estudiantes se ven obligados a afrontar de su propio bolsillo y esos años de formación no son tan valorados en España como en otros países por lo que muchos optan finalmente por buscar oportunidades en el extranjero.
A pesar de todo, Irene actualmente sigue dedicándose a la investigación, pero ahora lo hace fuera del país. En marzo de 2019 decidió mudarse a Nijmegen en los Países Bajos y trabajar allí como investigadora postdoctoral en el departamento de Genética Humana en el Radboud University Medical Center (RadboudUMC). La diferencia con España es abismal.
“Me encuentro trabajando en un grupo competitivo y en un centro con recursos económicos para desarrollar ciencia de calidad, estando involucrada en distintas investigaciones. Ahora comienzo a independizarme como investigadora, y realmente eso es muy satisfactorio”, explica Irene.
La joven investigadora ha avanzado mucho en su carrera profesional y decidió cambiar la temática de su investigación de linfoma linfoblástico de células T a distrofias hereditarias de la retina. “Es cierto que continúo en genética y especialmente en terapias del ARN, cambiar de enfermedad me ha implicado formarme en otros enfoques o técnicas, así como ampliar mi conocimiento en algunas áreas”, expone.
En su nuevo entorno de trabajo se encuentra mucho mejor tanto a nivel personal como laboral, siente que sigue avanzando como científica y sus actuales supervisores le apoyan para poder desarrollas unas líneas de investigación propias, lo cual es muy complicado en España.
Carrera y evolución
“A la Irene de 2018 le diría que no se ha equivocado y que no desista, que todo el esfuerzo que ha hecho y que va a hacer para conseguir el doctorado va a merecer la pena. Independientemente del lugar en el que realices tu etapa predoctoral, el último año es especialmente duro y exigente a nivel emocional, a veces piensas que no vas a llegar a la meta y dan ganas de mandarlo todo a paseo”, recuerda la científica.
“Yo dejé los miedos atrás, terminé el doctorado y, aún así, tuve energías para empezar a buscar puestos de trabajo como investigador postdoctoral casi de inmediato. Mi intención sigue siendo la misma: seguir creciendo como científica”, declara.
Cuando Irene se fue de España se dio cuenta de lo diferente que reacciona la gente cuando dices que eres investigador en otros países. “En España generalmente te dicen algo como ‘anda qué bien, haces lo que te gusta’, pero fuera es algo como ‘haces un trabajo muy necesario para que todos estemos bien, y que todos podamos hacer algo que nos gusta’”, diferencia la científica.
En otros países se tiene más en consideración la labor de los investigadores y ese reconocimiento acaba reflejándose en los salarios y las condiciones laborales. “La vida es más cara, a pesar de que los precios de alquiler en Madrid capital no difieren tanto de los de aquí”, comenta entre risas. “Pero el salario es casi tres veces más elevado, sin contar con que la inversión en I+D+i es del 2,23% del PIB frente al 1,25% en España”, destaca.
Mejores sueldos, mejores condiciones laborales y una mejor estabilización ligada a un mayor reconocimiento académico son las grandes diferencias que separan a España de otros países. A día de hoy Irene consiguió entregar su tesis doctoral en cuatro años y se siente orgullosa de su etapa postdoctoral.
“Creo que he superado las inseguridades desarrolladas con la tesis, he ampliado notablemente mi nivel de inglés, y ahora estoy trabajando en desarrollar mi propia investigación, y debo decir que, tras mucho esfuerzo, esta semana he recibido, junto a una compañera de otra universidad, un premio en un congreso que nos va a permitir iniciar el desarrollo de esa línea juntas”, explica Irene emocionada y orgullosa por sus logros.
El nacimiento de un meme
A raíz del artículo publicado en 2018, mucha gente comenzó a compartir la situación y el salario de Irene como forma de reivindicar las injustas condiciones en las que se encuentran muchos jóvenes en España. El apoyo y los comentarios a raíz de aquella publicación motivaron mucho a la investigadora y aquella entrevista llegó a muchísima gente.
Aquel artículo en conjunto con la presión que ejercían algunos colectivos predoctorales, permitió la aprobación del Estatuto Laboral del Personal Investigador en Formación (EPIF) en 2019. La gran difusión del caso de Irene y de sus compañeros fue extraña para la científica, que no se acostumbraba a ver su imagen en todas partes.
De esta manera nació un nuevo meme que utilizaba la imagen de Irene, su línea de investigación y su salario para compararlo con el de algunas celebridades, personajes famosos o de reality shows para recalcar la injusticia que supone el salario de ambos en vista a sus estudios y aportaciones.
“Siendo honesta, a pesar de que era algo muy bueno para los fines que buscábamos, es cierto que también me sentí un poco marioneta de las redes sociales”, reconoce Irene. “Nadie me pidió permiso para usar mi imagen, de la noche a la mañana me convertí en la cara de la precariedad”, recuerda.
Algunas personas incluso comenzaron a comentar en esas publicaciones asegurando que aquellos datos no eran ciertos y que en realidad era una conocida actriz. “No recuerdo haberme dedicado a esa profesión, pero oye, soy conocida en ella”, asegura entre risas. “Era muy raro sentarme en el tren de regreso a casa y ver cómo algunas personas miraban su móvil y me miraban a mi sin decirme nada”, explica.
El meme ha vuelto a las redes con cierta recurrencia y de vez en cuando Irene se vuelve a convertir en “la cara de la precariedad”. “Por suerte en esas ocasiones ya me encontraba en el extranjero”, comenta. “Lo que de verdad me indignaba era que, a pesar del bombo que se le dio en redes, tuvo muy poca o nula repercusión social posterior”, reconoce la investigadora.
“No se hizo nada para que los sueldos se equiparasen a la responsabilidad social y/o nivel educativo que una persona tiene. Es más, ni el COVID-19 lo ha conseguido, y personal sanitario, investigadores hospitalarios e investigadores en centros de investigación/universidades siguen con bajos sueldos, condiciones precarias, pocas garantías de estabilización laboral y muy poco reconocimiento”, expone Irene indignada por la situación.
Recomendaciones para futuros doctores
Comenzar un doctorado no es una tarea fácil y hay muchos aspectos que se deben tener en cuenta. Según explica Irene y desde su propia experiencia, antes de embarcarse en ello es importante ser consciente del esfuerzo que supone a largo plazo. A veces darse un tiempo y formarse en paralelo puede ser una buena alternativa.
Una vez dentro, se debe tener en cuenta que es importante leer y estar informado sobre tu campo de investigación. “Esto es algo difícil y muchas veces no se tiene tiempo para leer, y es totalmente normal, pero al menos intentar ojear papers o estar atento a las cosas que pasan en tu campo es recomendable”, sugiere Irene.
Según explica, siempre es importante que haya un buen ambiente tanto por parte de tus compañeros como por tu supervisor, del que vas a depender durante todo el tiempo que dure tu investigación y especialmente en el primer año de formación. Aunque no todo es trabajar, se debe tener muy en cuenta mantener tus relaciones sociales y evitar el desgaste mental. “A nivel personal, es importante cuidarte. Tú vas primero, y la ciencia, después”, recomienda la investigadora.
También es importante aprovechar la experiencia y las oportunidades que puedan surgir durante la realización del doctorado. “Hacer contactos en un congreso, asistir a algún curso formativo o, incluso, presentar alguna charla. Hay que aprovechar las oportunidades”, aconseja Irene.
Ante todo, se debe tener en cuenta que todo esfuerzo tiene finalmente su recompensa y disfrutar del proceso es vital para aprovechar la experiencia al máximo. Irene es hoy una persona nueva, orgullosa de su trabajo y en constante crecimiento, un ejemplo de que siempre puede haber una salida aunque las condiciones no siempre sean las más adecuadas o justas.