¿Aquí puede pasar algo como lo del Capitolio de los EEUU?
El sentir general entre nuestros políticos es que eso no podría pasar en España, aunque algunos no ocultan su preocupación.
El asalto al Capitolio de los Estados Unidos... ¿puede darse en España, a la vista del deterioro y la polarización del Congreso de los Diputados? Pues depende. Si seguimos con la agresividad, las acusaciones de Gobierno ilegítimo o los insultos, el pasto para el éxito de los populismos está servido y no son descartables episodios violentos. Si el Gobierno no frena la penetración de Vox en las diferentes fuerzas de seguridad −Policía, Guardia Civil y Ejército− llevamos números para que nos toque en el sorteo algún episodio contagioso como los vistos en las últimas horas en la democracia más asentada del planeta, con perdón para los británicos.
De hecho, algunos de los consultados para este artículo −todos han pasado por el Congreso de los Diputados o están en él aún− como el ex convergente catalán y ex PdCat Carles Campuzano, el ex ministro socialista Jordi Sevilla, o el popular Guillermo Mariscal, entre otros, recuerdan que en Cataluña, cuando Artur Mas tuvo que recurrir al helicóptero para llegar a la sede parlamentaria, el episodio tenía connotaciones similares. Solo que entonces no fue el propio president quien quiso dinamitar el sistema, como ha hecho Trump.
Pero la derecha y la extrema derecha han ido más lejos. Han comparado ese asalto con la convocatoria de rodea el Congreso en la investidura de Rajoy en 2016, cuando la protesta respondía a un enfrentamiento entre las izquierdas. Ese argumento es una más de las trampas y falsas verdades que se están utilizando. Lo tiene muy claro Antonio Hernando, por aquellos días portavoz del PSOE y, por tanto, defensor de la abstención que haría a Rajoy presidente.
“Yo estaba dentro del Congreso aquel día. De hecho, rodea el Congreso fue convocado por Podemos contra la dirección del PSOE en funciones, que defendió la abstención para que Rajoy fuera elegido presidente. Yo era el portavoz y defendí esa abstención. ¿Qué bobada es esa de Vox y PP −Abascal y Egea− de que es lo mismo que lo del Capitolio? Aquella fue una acción de la izquierda contra la izquierda”, recuerda Hernando, que rememora vivamente aquel día de finales octubre de 2016. El movimiento rodea el Congreso ya había nacido en septiembre de 2012, pero la verdadera repercusión tuvo lugar en aquella investidura de Rajoy. Al final de aquella tarde, los periodistas fuimos testigos de cómo sus señorías −sobre todo las de derechas− salieron por la puerta de atrás e incluso algunos cambiaron pantalones de raya por vaqueros y ellas tacones por deportivas, para confundirse entre la gente. Ni rastro de los apedreamientos que dice Teodoro García Egea. Ni de ningún lesionado por tales pedradas.
Pese a la estupefacción del planeta ante las imágenes en Washington, Hernando es optimista. Mantiene que una acción como la que hemos presenciado en el asalto al Capitolio “aquí no puede pasar”. “Lo digo de verdad”, insiste, “ni arrastrados por los populismos de Vox o los de Podemos. Creo que aquí hay mucha fortaleza institucional y no se puede dar un asalto de esas características”.
Sin embargo, la presidenta de su partido, Cristina Narbona, no oculta la preocupación enorme que tiene. Como todos, pasó una parte de la noche ante la televisión y siguiendo las redes sociales, y esta mañana, “a la vista de las respuestas de la extrema de derecha y de alguna derecha del PP (alude a Santiago Abascal y a Egea), es para que estemos muy preocupados”. Y en líneas similares se manifiesta uno de los miembros del Gobierno de Pedro Sánchez, que considera que no es comparable el rodea el Congreso con lo que ha sucedido en Estados Unidos: “Ha habido un problema de seguridad, ya sea por tolerancia o insuficiencia. Yo estaba dentro de la Cámara el día de las protestas y ni me enteré, no tuve problemas para entrar ni para salir, ni se interrumpió la sesión. Las fuerzas de seguridad españolas cumplieron su función”.
Ya en tiempos de Eduardo Dato, Canalejas y De la Cierva, eran habituales las manifestaciones alrededor del Congreso mientras se desarrollaban las sesiones, como el propio Azorín y los medios de la época relataron en los albores del siglo XX. El propio Canalejas censuró en alguna ocasión desde la tribuna el excesivo uso de la fuerza para disolver a los manifestantes. Nada que ver entonces ni ahora con los sucesos instigados por Trump en sus últimos días como presidente.
Campuzano es menos negativo, quizá por todo lo que ha vivido ya en Cataluña. Pero “el deterioro de las bases del sistema democrático y del respeto al adversario y a las reglas de la democracia, es muy grave. Estoy leyendo las memorias de Obama y ya con Sarah Palin en 2008 y el Tea Party se asentó la retórica del odio. Eso va cuajando y tiene consecuencias aquí, como en todas partes”.
Para el economista y exministro Jordi Sevilla, comparar el episodio del asalto a la sede del poder parlamentario norteamericano con aquello de rodea el Congreso, es poco menos que una estupidez. O una maldad lanzada en este contexto de las fake news. “Lo que ha pasado en el Capitolio es un intento de subvertir el orden constitucional, y lo que pasó en aquel rodea el Congreso fue una protesta genérica. Diferente es lo de Cataluña, cuando a Mas hubo que sacarle en helicóptero. Aquí, eso podría pasar si se hubiera seguido llamando okupa y presidente ilegítimo a Pedro Sanchez”.
Con todo, Sevilla es optimista porque cree que “esto le va a salir mal a Trump”. “Va a ser procesado y ha perdido la posibilidad de ser candidato republicano dentro de cuatro años, y ha dado a los demócratas algo que no tenían desde hace tiempo, la Casa Blanca, el Congreso y el Senado. Y un gesto importantísimo, las empresas cotizadas mostrándose en contra el asalto en el The New York Times”, apunta. Por todo esto, el exministro es de quienes cree que en este 2021 recién inaugurado, las democracias se van a fortalecer y “será el comienzo del fin de los populismos, tanto de izquierdas como de derechas”.
Frente al optimismo de Sevilla y las reservas de Campuzano, la diputada de Más Madrid Inés Sabanés comienza la reflexión con la misma palabra que Narbona: preocupación. “Me preocupa que se han puesto a hacer comparaciones con rodea el Congreso y es un dimensionamiento irreal. Quien hace eso demuestra ignorancia o algo peor”. Para la señoría del partido de Errejón, el PP y Ciudadanos han perdido la oportunidad de censurar con rotundidad el acto, y aunque Casado ha sido más institucional, no tapa a sus compañeros.
La duda profunda de Sabanés viene de que “la extrema derecha ha lanzado mensajes inquietantes aquí y no han condenado el asalto como tal”. “Creo que Europa nos protege y el mismo Estados Unidos. Tras lo de ayer, el postrumpismo lo tiene difícil. Pero si las democracias no rebajan las acusaciones de ilegítimo a los elegidos democráticamente, será complicado cambiar. Con todo, lo de ayer es una seria advertencia. Va a marcar un punto de inflexión en el contexto europeo de las democracias y en Estado Unidos. Habrá que poner límites a los insultos y a las noticias falsas para no seguir en esa senda y poder defender las democracias”, explica.
El popular Guillermo Mariscal considera que “los populismos llevados al extremo, desembocan en intentos de atacar el sistema democrático y a abandonar el consenso por el uso de la fuerza”, como vimos anoche. Y lo que más próximo a eso le resulta fue “cuando en el parlamento de Cataluña tuvieron que salir en helicóptero”.
Quedan doce días para que Biden llegue a la Casa Blanca. Serán muy largos, y en ese tiempo, en ello coinciden la mayoría de los consultados, va a haber mucho más tiempo para ver las reacciones de la derecha y la extrema derecha de este país frente a los últimos intentos que haga un personaje como Donald Trump, el primer presidente de la historia de su país que ha querido dinamitar el sistema desde dentro, el corazón mismo. El sentir general entre nuestros políticos es que eso no podría pasar aquí. Tampoco nadie habría imaginado que veríamos las imágenes instagrameables del Capitolio, con un estilismo que parecía premeditado, y en rincones tan icónicos del Congreso americano.