Las librerías de barrio, ante la desescalada: "El contacto con la gente es lo que prevalece"
Las librerías que no abrieron este lunes con la idea de esperar una semana a la siguiente fase ven ahora mermadas sus opciones.
La fase 0 de la desescalada no ha sido igual para todos, ni siquiera para los comercios que han podido reabrir sus puertas esta semana. Las librerías eran uno de los establecimientos afortunados con permiso para abrir en toda España desde el 4 de mayo con cita previa, pero cada negocio es un mundo y cada librero ha afrontado a su manera esta primera etapa.
Están los que abrieron con entusiasmo este lunes, están los que prefirieron esperar, y también están los que desgraciadamente se quedaron por el camino, a los que la pandemia obligó a echar el cierre definitivo tras unas semanas de parón.
Julia Ugarte y Miguel Pinel pertenecen al segundo grupo. Ambos son dueños de pequeñas librerías de barrio en Madrid —una en Pacífico y otra en Puente de Vallecas—, ambos se las han visto y se las han deseado para aguantar el tirón, y ambos decidieron que la opción de reabrir mediante cita previa no estaba hecha para su negocio. “Me parecía absurdo dar cita en una librería de segunda mano, donde lo importante es entrar, mirar y hojear los libros tranquilamente”, comenta Pinel, de La Subterránea. “El tema de las citas era mucho lío logístico”, admite Ugarte, dueña de La Lumbre.
Tanto Pinel como Ugarte estaban decididos a esperar hasta el 11 de mayo para volver a abrir sus puertas al público, pero ahora las dudas sobre si Madrid pasará a la siguiente fase les hacen replantearse su decisión. “Si el 11 no se puede abrir, no abriremos. Estamos pendientes de los detalles de última hora”, explica Julia Ugarte. “Por ahora la información es bastante subjetiva, ojalá especifiquen algo en firme próximamente”, confía la librera.
“Depende de si el Ministerio de Sanidad hace caso a [Isabel Díaz] Ayuso o no”, comenta Miguel Pinel, que aunque sigue “muy pendiente de eso”, ha decidido que La Subterránea abrirá el 11 de mayo sea como sea. “No vamos a posponer la reapertura en ninguno de los dos casos, principalmente porque no podemos permitírnoslo ya”, lamenta. “Si es en fase 0, lo haremos con mascarillas y guantes para todos los clientes y, además, con la cita previa para entrar en la librería”, aclara. “Quería que la vuelta a la librería fuera más ‘normal’ y por eso prefería esperar una semana más”, apunta el librero, que si hace unos días veía absurda la idea, ahora probablemente no tenga más remedio que abrir con cita previa.
Pinel empezó con La Subterránea en junio de 2019, y justo cuando el negocio empezaba a ser rentable, vino esta crisis. “Hace un año estaba haciendo un máster de editoriales, y como vimos que el percal estaba un poco complicado, una compañera y yo decidimos montar la librería”, cuenta. “Quisimos montarla en Vallecas porque yo vivía aquí, pensamos que el barrio tiene muchas posibilidades culturales y, también, para ayudar un poquito a la descentralización, para que en los barrios podamos ser un poco más autosuficientes”, explica. “Vendemos sobre todo libros de segunda mano, pero queríamos que no fuese una vieja librería de cajón desastre, así que intentamos ofrecer algo más: actividades culturales, recitales, presentaciones de libros, talleres de lectura, y que haya una selección de libros con más ojo, con más calidad”.
A Julia Ugarte le ocurrió algo parecido. Su marido siempre había sido librero, pero hace dos años y medio llegaron a un “punto de inflexión” en el que no veían opciones laborales disponibles “o que nos apetecieran”, así que se lanzaron a crear La Lumbre, una librería café que pronto se hizo muy popular en el barrio, especialmente por las presentaciones y eventos literarios que organizaba. Decimos “organizaba” porque esta faceta sociocultural tendrá que esperar aún más. “Tardaremos más en recuperar eso”, admite Ugarte. “No se ha hecho todo el esfuerzo de confinamiento durante este tiempo para tomarse luego a la ligera el tema de las reuniones”, se resigna.
Los dos meses de cierre han dado tiempo a los libreros para pensar en alternativas, preparar la vuelta, recurrir a la promoción en redes… y para echar cuentas. A ambos les ha ‘salvado’ la fidelidad de sus clientes, que durante el confinamiento no se han olvidado de sus libreros de referencia.
“Al final no ha ido tan mal y hemos conseguido cubrir gastos, pero no ha sido fácil”, reconoce Pinel. “Propusimos varias iniciativas en Instagram, desde comprar bonos para canjearlos al final de la cuarentena hasta donaciones, además de animar a la gente a venir cuando pase todo esto”, explica. “Mucha gente ha cogido bonos y ha compartido nuestras publicaciones, y es lo que nos ha ayudado a no cerrar”. Además, Pinel se acogió a una ayuda “de 600 euros para autónomos” y habló con su casero para llegar a un acuerdo sobre el precio del alquiler. “La idea era buscar lo que fuera con tal de no cerrar y, finalmente, no ha sido tan catastrófico como podía haber sido”, señala.
A Julia Ugarte, en cambio, sí se le pasó por la cabeza cerrar definitivamente La Lumbre. “En un momento nos planteamos hacer un traspaso”, confiesa. En estos dos meses de parón “la única línea de ingresos” que han tenido ha sido el dinero procedente de unos cheques regalo que ofrecieron a sus clientes para canjear una vez pasada la cuarentena. “Han tenido muy buena acogida, la verdad. Al ser una librería de barrio, el contacto con la gente ha sido muy cercano este tiempo y, cuando hay complicaciones, es lo que al final prevalece”, reconoce. También les ha ayudado el hecho de tener “casi todos los pagos al día” y conseguir que sus proveedores les permitieran aplazar los pagos.
Curiosamente, en esta primera semana en la que Ugarte ha ofrecido a sus clientes la posibilidad de hacer reservas de títulos para recogerlos tras la apertura, la librera se ha visto desbordada. “Tengo que poner ahora un mensaje en la web, porque no me da tiempo a contestar a toda la gente. Gestionar las reservas online requiere mucho más tiempo material que atender la librería de forma presencial”, sostiene.
Mientras tanto, Miguel Pinel y Julia Ugarte se preparan para poner a punto sus respectivas librerías, sea cuando sea la reapertura. Palabras como mascarillas, guantes, desinfección y distancia de seguridad se han convertido ahora en parte de su léxico habitual. Lo de ‘vigilancia’ va menos con ellos, aunque saben que también tendrán que controlar el exceso de aforo y la distancia interpersonal. Tanto Pinel como Ugarte piensan que no será complicado. “La gente ya lo tiene interiorizado”, opina la dueña de La Lumbre. “La librería tampoco solía estar superpetada”, añade el de La Subterránea.