El vaticinio de Antonio Sola, el ‘creador de presidentes’: España será, antes de 2050, una democracia digital directa, una República y probablemente sin Cataluña
Entrevista con el consultor político y presidente del Fundación Liderar con Sentido Común.
A lo largo de cada año está detrás de más de veinte campañas electorales alrededor de todo el planeta. De Liberia a Nepal pasando por Estados Unidos, Colombia o España. Antonio Sola lleva en su mochila haber asesorado a José María Aznar, Mariano Rajoy, Felipe Calderón y José Manuel Santos, entre otros.
“Antonio, agacha, que vienen los nuestros”, fue una de las frases que le dijo Mariano Rajoy y que se quedó grabada. Cree Sola que los españoles reclaman ahora una nueva política y que hay posibilidades de que vengan movimientos fuera del sistema tradicional de partidos. ¿Hay espacio, por ejemplo, para un Macron en nuestro país? “Claro”, contesta.
Del panorama actual, tiene claro que el que mejor gana y comunica es Alberto Núñez Feijóo. Pero no lo ve venciendo en unas primeras elecciones, sino en un segundo intento. De Pablo Casado comenta que “tiene un problema de identidad, no sabe quién es”. Para ese estratega, Pedro Sáchez no es solo puro marketing, pero entiende que le han construido un personaje “vacío”. Pasado, presente y futuro. Su vaticinio: España será, antes de 2050, una democracia digital directa, una República y probablemente sin Cataluña.
¿Cómo se crea un presidente?
A base de pecho de los candidatos, son los primeros que ponen el propósito para querer ser. Y luego tienes que hacer una construcción política para poder llegar, eso significa tener un vehículo como un partido o un movimiento dependiendo de los países. Una estrategia que tenga dos componentes: todo lo que tiene que ver con el territorio (los votantes, el día de la elección) y lo que tiene que ver con el aire (lo comunicativo). Encima de eso, de la tierra y el aire, está lo estratégico, que busca descubrir cuáles son los valores emergentes y fallecientes en una sociedad específica. Tiene mucho de ciencia la construcción de un presidente y algo de intuición e inspiración.
¿Hoy la política es más comunicación que política?
Sí, por desgracia. La industria del marketing político, a la que pertenezco, ha creado una farsa política comunicativa y los medios también han participado de eso. Sobre todo el mundo de la red. Así como pienso que la política no revolucionó la tecnología, la tecnología sí revolucionó la forma en la que vivimos y la política. Eso construyó una farsa comunicativa donde hemos pensado que la comunicación está por delante de la política y que la imagen es más importante que la identidad. Eso no es verdad. Hay que volver a una nueva relación que medie al ciudadano con el candidato y ese espectáculo que es la política se pueda reordenar. Hemos inventado un concepto que es politainment, la política del entretenimiento, que ya existe en España, con largas horas en televisión. La política trata de competir con el entretenimiento pero además es entretenimiento en sí misma. Eso ha cambiado la relación con las personas y con los políticos.
¿Cuáles son los valores emergentes en la España actual?
Acabamos de presentar un estudio en Murcia y hemos descubierto que los valores emergentes tienen que ver con la solidaridad, el altruismo y una necesidad cooperativa entre los ciudadanos porque creen que sus políticos no son líderes y no tienen sentido común. Los líderes de referencia son maestros y padres. Mucho de lo que se va a poner en alza son los valores asociados a lo femenino: empatía, cercanía, solidaridad e inteligencia aplicada para combatir la soledad y la vulnerabilidad antropológica que hemos sentido durante la pandemia.
¿Los fallecientes?
Tienen que ver con la individualidad, el “yo puedo solo” y el aislacionismo.
Fuiste asesor de Rajoy, que era el anticandidato por excelencia.
Muy mal candidato.
Aguantó y ganó en las terceras elecciones. ¿Cómo era ese Rajoy?
Es una extraordinaria persona, un tipo supremamente capaz, dialogante, inteligente, pésimo candidato. Lo contrarrestaba con la posibilidad de ser un buen jefe de Gobierno. El Rajoy de las campaña era muy complicado, mi impresión es que no le gustaba mucho hacer campaña. Además, en España las precampañas son larguísimas. Cuando llegó al Gobierno, fue un presidente ordenado, tenía el Estado en la cabeza, respetó el consenso de la Constitución y capitalizó una mayoría absoluta. Luego la perdió. Lo que pasó ahí es que dejó de inspirar, él ganó por desquite. González gana por González, Aznar gana por Aznar, pero Zapatero gana por desquite y Rajoy gana porque Zapatero pierde. Son dos presidentes que llegaron de otra manera. La concepción de sus políticas y de sus gobiernos fue distinta. Le llegó la moción de censura, que nunca pensó que llegaría. La gente en la calle lo valora bien.
¿Cómo era Aznar? ¿Un estilo opuesto?
Aznar era más rígido. Pero esa rigidez terminó permitiéndole ganar. En el marketing buscas un par de oposición. El de ese González de ‘la bodeguita’, risueño y andaluz tenía como espejo un tío casi leporino, que no movía el labio, serio de solemnidad, era lo opuesto y le permitió llegar. Fíjate que con Zapatero sucede muy similar luego y también con Zapatero y Rajoy. Siempre tenemos un espejo en el que nos miramos. En ese espejo construyes la realidad simbólica del candidato.
Al presidente actual le acusan de ser todo marketing…
No creo que Pedro sea todo marketing. Para esa acusación, Sánchez tendría que estar mejor de lo que está. Sin embargo, la generación de ahora es más frugal y hace política del siglo pasado, esos dinosauritos aprendieron de sus papás y replican lo mismo. La misma simbología, el mismo aparataje, la misma construcción. Pero no es distinto a lo que trató de simbolizar en su día Felipe González. Son más frugales, más marketinianos, con más entendimiento de las redes. Albert Rivera es el ejemplo de esto: un tipo que creyó que por ser guapo, buen hablador y tener un proyecto era suficiente con su tirón.
Hablando de Sánchez, tiene como gran estratega a Iván Redondo. ¿Qué te parece su figura?
Muy bien, el mundo de la consultoría tiene mucho que aportar al de la política. Ha habido otros jefes de gabinete como Julio Feo que se dedicaban a hacer campañas porque en España la dinámica de los partidos es la que manda para que construyas metiéndote en la maquinaria. Iván tuvo que dejar de ser consultor y construir dentro de la dinámica del partido. Eso te instruye y puedes aportar.
¿Quién es el político español que mejor comunica?
Si me permites darle la vuelta, es quién es el que mejor gana. En los últimos años es Feijóo, y además comunica bien.
¿Feijóo ganaría unas generales si se presentara?
Las primeras probablemente no, pero las segundas sí. En las primeras necesitaría construir, salvo que este Gobierno estuviera muy destruido y él pudiera rápidamente construir una alternativa nacional. Pero vería más para una segunda opción, pero puede ser perfectamente presidente. Arrimadas también está siendo valiente y me gusta su forma de comunicar.
¿El que peor comunica?
De los que hay, el peor es Sánchez. Hay mucho trabajo por hacer, han hecho un producto vacío.
¿Qué pasa con Pablo Casado? ¿Puede llegar a ser presidente?
Claro, va a llegar si aguanta a la tribu. Una de las frases que me encantaba de Rajoy era ‘Antonio, agacha, que vienen los nuestros’. Es genial. Pablo tiene que estar agachado porque están llegando los suyos. Pero puede ser perfectamente presidente, a lo mejor no por sus méritos, sino por los deméritos del otro. Casado tiene un problema de identidad, no sabe quién es. Es un problema muy grave porque antes de comunicar tienes que saber quién eres. Vive en los mundos de Aznar y Rajoy, siempre hay un conflicto que hasta que no lo superas es muy difícil ir hacia adelante. Eso creo que le está pasando. Pero eso no quita que en 2022 si Pedro sigue yendo como va, Pablo en una muy inteligente estrategia que pudiera plantear, fuera presidente. Claro que sí.
¿Hay tanta diferencia entre la política española y la latinoamericana?
La política española se está latinoamericanizando. Claramente. En América vivimos mucho populismo político. Aquí vino el populismo para instalarse una temporada, desde hace algún tiempo, de la derecha a la izquierda. Valores que dijimos de la política latinoamericana que no vendrían aquí pues llegaron con fuerza.
El último fenómeno en España es Vox, que bebe de Trump, Bolsonaro y del Brexit. Intenta hacer una comunicación diferente, calando en redes entre los jóvenes…. ¿Puede ganar unas elecciones o ha llegado a su techo?
Tanto Vox como Podemos son dos extremos no ideológicos en el voto. Los extremos en España no se llenaron de votos ideológicos, sino de la ira, del descontento, del encabronamiento. Por eso hoy Podemos no está en Galicia. En la construcción que están haciendo, mientras haya cabreo va a sobrevivir y ganando terreno. ¿Le da para ganar una elección? Le podría dar. ¿Y a Podemos? Le podría, de hecho le dio pero se equivocaron. Los partidos nacionales estuvieron contra las cuerdas, pero una vez más no entendieron los extremos cómo convertir lo bisagra en una opción real de poder. Se están equivocando ahora. ¿Podría crecer y ganar Vox? Sí. ¿Podemos? Aunque parezca mentira, sí. En esa dinámica estamos porque no se acaba todavía la batalla cultural y política que tenemos hoy. ¿Qué vamos a hacer con los territorios? ¿Con la monarquía? ¿Con la representación parlamentaria con una ciudadanía descontenta?
También emplearon muy bien el marketing los partidos independentistas, consiguiendo identificarse con lo cool, lo guay entre los jóvenes. En cambio, los partidos constitucionalistas dejaron el terreno abierto y no compitieron por la imagen hasta después del 1-O…
Hay que ir al origen del problema catalán, es cultural. Los culpables son González, Aznar, Zapatero, Rajoy y ahora Sánchez porque tienen que entregar a los nacionalismos para poder gobernar la Educación. Soy catalán y tengo primos con los que no puedo hablar, pero los hijos de mis primos ya no reconocen ninguna posibilidad al Estado español. No es un problema de imagen sino identitario y cultural. Dentro de cuatro años va a haber más independentistas porque los niños están creciendo. El equilibrio va a invertirse, va a ser un problema mucho más grave de lo que es. Hay que ir al origen. Para cambiarlo hay que ir a comprender eso y a intervenir eso. Lo que pasa es que esta camada de políticos está discutiendo la imagen.
¿Cuál ha sido el mejor candidato que has tenido entre manos?
Los dos mejores. Uno fue Felipe Calderón en México, era estudiado, se formó en un partido toda la vida y construyó una narrativa muy interesante. Era disciplinado, tenía gran capacidad. También el haitiano Michel Martelly, que era un golfo cantante y que venía de un programa de televisión donde explicaba cómo consumía coca. A él le tuvimos que explicar no cómo salir a un escenario, sino en qué consistía la Constitución. Pero hice esa campaña porque creía que había que romper el sistema de la política tradicional. Fue una campaña fresca, distinta, de un cantante. Ambos fueron dos experiencias maravillosas.
¿Cuál es el primer consejo que das cuando alguien te dice que quiere ser candidato a una presidencia?
La primera pregunta que hago: ¿eres feliz? Y la segunda es que me dé la oportunidad de vivir con el aspirante dos o tres semanas para conocerse y decidir si me quiere contratar o si quiero que sea mi cliente. Lo tercero es que me diga por qué quiere ser presidente.
¿No te ha entrado nunca el gusanillo de la política?
Sí, sí, estoy en una etapa de mi vida con 48 años, puedo decir más no que sí a los clientes y hemos creado la fundación. Tengo inquietudes políticas y me preocupa mucho lo que está pasando aquí y en otras partes del mundo. Estoy proponiendo cambiar la democracia por una digital directa, cambiar la intermediación. Se crean partidos políticos como setas, la gente está harta de la política tradicional y en esa discusión quiero participar.
¿En España tendría cabida una plataforma como la de Macron? Ahora se está volviendo a los partidos tradicionales…
Tiene que ver con la cultura. ¿Podría haber un Macron Español? Claro. La tibieza de la socialdemocracia es hoy insuficiente. Por eso Chile, que es el país más anglosajón de Latinoamérica, tiene problemas y piensa en reformar la Constitución. Por eso nosotros tenemos problemas y pensamos también en reformarla. Pensamos que el Estado del Bienestar es insuficiente, nos falta más. En España podría funcionar la dinámica de construcción de una plataforma así. La nueva política no sé cuál es todavía, pero es evidente que van a venir alternativas de fuera del sistema de partido. Los españoles en esto de la cultura política creen en el sistema de partidos, se sienten cómodos, pero ya no se sienten cómodos con esta clase de políticos y eso afecta al sistema de partidos. Por eso, los extremos crecen.
Se habla de la crisis de la prensa tradicional, ¿pero los medios siguen influyendo y marcando unas elecciones?
Los medios tradicionales en España siguen siendo determinantes para la construcción política, para bien y para mal. No las redes sociales, que son transaccionales. La conversación más importante en las redes es la que generan los medios tradicionales como El País, TVE, ABC. Son muy influyentes, ponen y quitan, hacen crecer o decrecer, tienen una gigantesca capacidad, muchos más que en otros países en los que la dinámica mediática está más evolucionada.
¿Cómo será la España de 2050?
Creo que será una democracia digital directa horizontal, más participativa, con otra intermediación política, sin Senado y una República en un constructo político no derivado en ideologías. Creo que va a ser antes de 2050.
¿Y Cataluña formará parte de esa España?
Probablemente no.