Ante la desaceleración global, seguir apostando por la infraestructura
Hace unos días firmé en Uruguay el compromiso de FONPLATA de financiar el mejoramiento de la Rambla Portuaria de Montevideo para mejorar el acceso vial, ferroviario al principal centro de conexión de Uruguay con el resto del mundo. Este proyecto es apenas un ejemplo de las cosas que tenemos que seguir haciendo en la región en los próximos años, más allá de coyunturas económicas puntuales.
Si miramos a las proyecciones de los grandes organismos financieros internacionales para este año, la buena noticia es que las economías latinoamericanas en general, y las de la mayoría de nuestros países miembros (Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay) en particular, seguirán creciendo. La mala es que estamos entrando en un periodo de desaceleración global.
Mención aparte merece Argentina, con un panorama que luce difícil hoy, pero alentador en el mediano plazo. Se estima una contracción de 1,7% este año para, sin embargo, retomar la senda de la expansión a partir de 2020 con estimaciones de alrededor de 2-3% al año.
A pesar de lo que parece un contexto favorable para estos países, por lo menos en los siguientes tres años, lo prudente es prepararse para hacer frente a los efectos de esta desaceleración global que, sin ninguna duda, se van a sentir en esta esquina del mundo. Es previsible que exportemos menos y que las condiciones de acceso al financiamiento sean más difíciles que en años anteriores.
Por otra parte, no podemos olvidar la vulnerabilidad de nuestra región a los fenómenos naturales, cada vez más recurrentes y extremos, en virtud del cambio climático, el calentamiento global y sus devastadores efectos en la naturaleza, las personas y la infraestructura.
De manera que el panorama para Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay en el periodo 2019-2021 es de un crecimiento moderado de entre 2 y 4%, según las previsiones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en un entorno de desaceleración global que incluye una reducción en las exportaciones y condiciones más difíciles de acceso al financiamiento, y con la exigencia de ofrecer soluciones efectivas a los riesgos climáticos.
Todo ello, sin descuidar la inversión social en una región en la que, a pesar de haberse logrado importantes avances en la última década, el ritmo de reducción de la pobreza -especialmente de la pobreza extrema- tiende a ralentizarse.
Por eso para estos países es muy importante que puedan mantener sus inversiones en infraestructura.
Invertir en infraestructura, con una gobernanza clara y una administración eficiente de los recursos, redunda en mejores condiciones para el desarrollo de la industria y el comercio, estimula las inversiones y genera oportunidades para todos los miembros de la sociedad.
Si esa inversión, además, se hace pensando en la reducción y mitigación de los efectos del cambio climático, se está garantizando su subsistencia a largo plazo, tiempo suficiente para que puedan ser amortizadas y maximizar sus beneficios.
En las condiciones actuales, la mejor opción para estos cinco países es seguir acometiendo estas inversiones y contribuir a superar las enormes brechas de infraestructura, especialmente en sectores como el transporte, la electricidad, la logística y el comercio.
Es un esfuerzo que ya se venía haciendo y que en los últimos años ha contado con el apoyo de la institución que presido. Desde FONPLATA les hemos ofrecido la posibilidad de tener acceso a créditos en condiciones muy ventajosas con respecto al mercado, y nos comprometemos a seguir haciendo en el futuro. Esta es, sin duda, una de nuestras principales ventajas en un contexto de encarecimiento del dinero para los países, como el actual.
Y nuestro trabajo en el terreno lo demuestra. Con extensas obras viales en Paraguay y Uruguay, significativos proyectos de desarrollo urbano en ciudades intermedias de Brasil, apoyo a la recuperación de la infraestructura urbana en Bolivia, e importantes obras para el desarrollo de puertos fluviales en Argentina, entre varios proyectos para la integración de estas naciones y el desarrollo de sus zonas menos favorecidas.
Más allá de lo estrictamente financiero, estamos comprometidos también con ayudar a nuestros socios a hacer frente a los desafíos que supone para sus infraestructuras y su desarrollo el cambio climático.
En esta idea se inscribe en las alianzas de cooperación suscritas con la Agencia Francesa de Desarrollo y el Banco Europeo de Inversiones para el desarrollo sustentable de nuestros países miembros, y en especial la promoción de la lucha contra los efectos del cambio climático en Bolivia, Brasil y Argentina. Alianza que este año programamos extender además con la KFW (Kreditanstalt für Wiederaufbau).
Se trata, en definitiva, de que estos cinco países puedan seguir mirando un futuro con desarrollo y sustentabilidad ambiental, teniendo siempre en cuenta las necesidades más inmediatas de los menos favorecidos. Desde FONPLATA y otras organizaciones internacionales de desarrollo seguiremos trabajando para que así sea.