Ángel Martín: "Cuando sales del hospital no entiendes el mundo, crees que no vales para nada"
Entrevista con el humorista y presentador, que lanza una edición especial de 'Por si las voces vuelven' y saldrá de gira con el monólogo 'Punto para los locos'.
Han pasado “muchas, muchas cosas” en el último año para Ángel Martín (Barcelona, 1977). Es el tiempo que ha pasado desde su debut como escritor con Por si las voces vuelven, el libro en el que contó en primera persona el brote psicótico por el que fue ingresado en psiquiatría, y del que Planeta acaba de lanzar una edición especial.
Esa experiencia la ha reconvertido también en un monólogo, Punto para los locos, con el que emprenderá en febrero una gira por España, que incluirá una cita muy especial: despedirá el 2023 ante 12.000 personas en el WiZink Center de Madrid. Su idea es que su público, aparte de reírse mucho, salga diciendo: “Qué bien estas cuatro cosas que han pasado y qué bien le han venido a mi coco”. “Creo que lo que falta no es perder el miedo a hablar, sino ese miedo a escuchar y que te hablen sobre salud mental”, resalta en una conversación con El HuffPost.
El humorista, que no siente nostalgia de los tiempos televisivos de Sé lo que hicisteis, ha vivido toda una reconstrucción. “Cuando sales del hospital, sales roto. No estás”, afirma. Para ello, dio “por muerto” al anterior Ángel: le parecía más rápido centrarse en las cosas que le interesaban en lugar de tratar de recuperar lo que era.
Aunque pudiera, no borraría lo que pasó, “absolutamente nada”, puesto que le ha permitido pararse a pensar “en ciertas cosas que son vitales”: “Sé que si no hubiera pasado algo así hubiera seguido construyendo una vida por pura inercia”.
Se acaba de publicar esta edición especial de tu libro Por si las voces vuelven, tras haber cumplido su primer año. ¿Qué balance haces?
Ha sido muy abrumador porque no tenía ninguna expectativa, no tenía nada con lo que compararlo. Vengo de la tele y podría comparar qué tal ha ido un nuevo programa en base a los otros; aquí no he podido hacer eso y lo que sí tengo es la sensación de que han pasado muchas, muchas cosas. Fueron 15 ediciones en un año, la edición especial, está en Colombia, en México, se está hablando para hacer traducciones, a las firmas sigue viniendo mucha gente...
Es muy abrumador, no solo por lo que ha sucedido con el libro en sí, sino con todo el movimiento que se ha generado alrededor, desde gente que te manda una foto con "¡Me he tatuado una frase!” a, de repente, un podcast con gente diciendo ‘Oye, que si necesitas que te cuente cómo es lo de tener trastornos con la alimentación, yo te cuento’. Creo que es la magnitud del movimiento que ha generado el libro lo que todavía me cuesta entender. Es una dimensión más grande de lo que uno pudiera imaginar. En cualquier caso, es muy positiva.
Comentabas que escribiste el libro que te hubiera gustado leer cuando saliste del hospital. ¿Qué es lo que hubieras necesitado en ese momento?
Realmente me hubiese venido muy bien el libro de alguien que hubiese pasado por lo mismo y hubiera conseguido remontar. Porque la sensación que tienes cuando sales del hospital es que necesitas alguna pista de por dónde empezar a remontar, más allá de lo que alguien te pueda decir la medicación que tienes que tomar o el tipo de vida que deberías llevar.
Más allá de las indicaciones médicas o de que alguien intente explicarte lo que le ha pasado a tu cerebro para que eso suceda, tú lo que necesitas es un ejercicio práctico de: “Ya, pero me levanto ¿y qué hago? ¿Cómo me enfrento yo al día? ¿Cómo relleno las horas? ¿Dónde pongo la cabeza?”. Yo hubiese necesitado eso, milimétricamente. Hubiera agradecido mucho eso, alguien que dijera paso por paso el “esto es lo que te va a pasar, aquí es donde estás y, si haces esto, yo he conseguido remontar. A lo mejor tú no, pero que sepas que con esta fórmula se puede avanzar”.
Esa remontada o esa reconstrucción, ¿es la parte más dura y de la que menos se habla?
Sí. Lo que menos se menciona, probablemente, es lo que sucede a raíz de salir del hospital. Primero, porque salir del hospital es menos explosivo que ingresar. Es como ‘¡Hala, le han ingresado en psiquiatría, ¿qué ha pasado aquí?‘. Todo eso es lo sorprendente. Y se relaciona, sobre todo, salir del hospital con ‘ya estás bien. Ahora estarás un par de días flojo pero luego remontas’. Yo creo que lo que es imprescindible entender es que, cuando sales del hospital, sales roto. No estás. Sales única y exclusivamente porque ya no hace falta que te estén chequeando unos enfermeros constantemente, pero tú no estás. No entiendes el mundo, no entiendes lo que ha pasado, crees que no vales para nada... es como si te hubieran succionado la personalidad y el alma por completo, como si alguien hubiera metido una aspiradora y hubiera dicho: “Todo lo que has estado construyendo me lo llevo y lo voy a tirar a un sitio que no te voy a decir”.
Ese es el momento más caótico, lo que empieza a partir de ahí, porque tienes que remontar desde un sitio que no sabes cuál es, ni dónde estás ni cómo hacerlo.
¿Te ha servido para redescubrir a un nuevo Ángel, con nuevos gustos, intereses...?
Sí, sobre todo porque yo di por muerto al anterior, me pareció que era mucho más rápido. No encontré libros... sí localizas foros y testimonios de gente que cuenta que ha pasado por eso, pero casi siempre están escritos desde la misma oscuridad en la que estás tú y no ayuda. Es gente que todavía está mal, diciendo que llevan mucho tiempo así, que no han conseguido salir... no te da ninguna esperanza. Entonces, inmediatamente, el propio sentido común me llevó a pensar ‘¡alguien tiene que haber remontado! Y, desde luego, no puedo usar la misma estrategia de esta gente porque no funciona y me va a pasar lo mismo’.
Mi conclusión fue matar lo que había sido, porque uno de los puntos en común que estaba en todo lo que leía era que trataban de recuperar lo que eran: ‘¿Por qué ya no me emocionan las cosas que me emocionaban, por qué ya no tengo ganas de cosas que antes sí?’. Lo que pensé es que no tiene sentido tratar de descubrir esos porqué y sí centrarme en las cosas que ahora sí me generan algo, por desconcertante que resulte. Eso, inevitablemente, te lleva a ser una persona totalmente distinta.
Has anunciado recientemente que vas a salir de gira con el monólogo Punto para los locos. ¿Qué es lo que se van a encontrar los que vayan a verte? ¿Van a reír, a llorar, a pensar...?
La idea es conseguir combinarlo todo, conseguir la misma montaña rusa emocional que consigue el libro. Conozco a mucha gente que, leyéndolo, ha hecho el mismo viaje que hice yo escribiéndolo. Es decir, lo has pasado bien, te has reído, has llorado, has tenido miedo a ratos... Lo que descubrí escribiendo es el poder de la comedia y las palabras cuando las combinas con alguna intención más allá de simplemente ‘hagamos unas bromas’, que es lo que yo hacía hasta ahora, escribir un monólogo para que nos riamos mucho durante una hora y pa’casa.
Cuando descubres que también la puedes usar para tratar de poner herramientas nuevas o quitar gravedad a algunas cosas, de repente lo que pensé fue: “Vamos a intentar hacer eso con un monólogo”. Intentar que, a poder ser, sea el más divertido que has escrito nunca y que además tenga ese poso de que al volver a casa no puedas evitar recordar ciertas cosas.
La idea es que, aparte de ser un monólogo que digas ‘me he reído mucho’, que salgas diciendo qué bien estas cuatro cosas que han pasado y qué bien le han venido a mi coco.
Estamos rompiendo un poco ese tabú de hablar sobre salud mental, ¿falta todavía derribar el de hacer humor sobre ella?
El humor yo creo que aparece en realidad cuando no le tienes miedo a hablar de algo. Creo que lo que falta no es perder el miedo a hablar, sino ese miedo a escuchar y que te hablen sobre salud mental. Es decir, la gente que esté pasando por procesos no tendría ningún apuro en decir que está pasando por esas movidas si no tuviera la sensación de que quien tiene enfrente, cuando se lo cuente, le va a poner un sello o una etiqueta. Cuando se pierde el apuro a hablar coloquialmente de la movida que sea es cuando aparece el humor.
Hay una frase del libro en la que dices “Volverme loco es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida”. Si tuviéramos un botón o superpoder de borrar algo de lo que se ha vivido, ¿tú esto no lo borrarías?
Ni de broma. No borraría absolutamente nada. Nada. Bueno, una cosita muy idiota, pero no tiene que ver con esto. Precisamente, en mi caso el brote es lo que me ha permitido descubrir muchas cosas que de otra forma no habría descubierto seguro. Jamás me hubiera parado a pensar en ciertas cosas que son vitales e imprescindibles. Sé que si no hubiera pasado algo así hubiera seguido construyendo una vida por pura inercia, sin saber dónde estoy yendo, cuál es el objetivo, lo que quieres construir ni nada de nada. Pasar por algo así, a mí por lo menos me ha permitido tener muy definido lo que quiero.
¿Cómo afrontas las firmas de libros? Porque hay mucha gente que se abre contigo y te cuenta por lo que ha pasado, combinado con algo que también comentas, que es que se te ha “multiplicado la empatía por millones”.
Es muy bonito. Emocionalmente, es un viaje muy salvaje. Por resumirlo: después de una firma, necesito ir al hotel. No me puedo ir a cenar con los que la han organizado. Necesitas irte al hotel y darte una ducha, no porque hayas tocado muchas manos, sino porque necesitas descompresión total. Es inevitable ir con medio chubasquero, no te puede afectar todo lo de los demás. Puedes escuchar, pero no te llevas a casa todas las movidas de todo el mundo. He descubierto que hay ciertas cosas que es inevitable que te apuñalen en el corazón; hay algunas que las puedes gestionar bien pero otras impactan mucho.
A mí por ejemplo me impacta mucho cuando alguien se enfrenta claramente a un miedo, agobio o ansiedad por venir. Hace la cola y viene: te has enfrentado a una cosa muy salvaje para ti por estar aquí, eso me impacta mucho. También cuando alguien viene y está en el momento justo en el que yo estuve con la medicación, recién salido, muy blandito... Lo ves en los ojos y me impacta, conecto enseguida con el esfuerzo que sé que está haciendo. Alguna historia que te resumen en cinco segundos y es especialmente demoledora, con pérdidas a lo mejor que no deberían haber sucedido... Y claro, aunque hay momentos así también los hay muy graciosos. Hay gente que viene porque te veía en Sé lo que hicisteis y es una espiral porque de repente alguien te dice: “Gracias porque he podido entender por qué un familiar se suicidó siendo joven”, que te pega una hostia que te deja roto, pero el que viene después es "¿Qué pasa, Patricia Conde?”.
Hay una parte del libro en la que comentas la posible conexión entre haber consumido marihuana y quizá lo que te pasó, y a la vez también defiendes la legalización de la marihuana. ¿Cómo lo argumentas?
Porque mi tía tiene cáncer y le prescribieron que fumara marihuana. Entonces, algo hay, no tiene más. Es que es de puto cajón. A mí cuando la gente me dice ‘Pero cómo puedes defender...’ es como ‘tronco, tengo un familiar al que le han diagnosticado un cáncer y le han recomendado consumir marihuana. Creo que el problema es que la gente, muchas veces, no piensa más allá y es ‘¿Pero cómo puedes defender que la gente vaya emporrada todo el día?‘. ¿Cuándo he defendido yo que la gente vaya emporrada todo el día? He dicho que defiendo el que se estudien ciertas drogas para legalizarlas, porque considero que con un consumo y bien estudiadas, hay ciertas drogas que podrían ser beneficiosas. De hecho, si nos ponemos ya muy tiquismiquis, los medicamentos no dejan de ser drogas en su justa medida. Tiene que ver con eso, con que sé que se receta en muchos sitios, no defiendo el ‘estáte colocado todo el día bebiendo cerveza y que te la pele el mundo’. No, tronco, no hagas eso.
¿Y qué le dirías a unos chavales que empiecen a coquetear con los porros?
Modera, tronco. Dependiendo de la edad en la que estés yo entiendo que estés ahora mismo en ‘esto me evade’, pero en algún momento vas a tener que enfrentarte un poquito a la vida real. Controla eso, contrólalo, majo. Si estás que te levantas a las siete, te fumas uno, y a las tres estás ya que no ves el mundo, frena. No estás yendo a un sitio inteligente, amigo.
El haber hecho público tu brote y tu experiencia, ¿crees que te ha pasado factura en lo profesional o no?
Ni lo sé ni me lo he planteado. También es verdad que cuando escribo el libro yo ya estoy fuera de lo que son los medios tradicionales como televisión. Ahora mismo en mi cabeza no hay una intención de volver a ese circuito de tele, de medios generalistas... No sé si en algún despacho habrá alguien ‘A este no le llaméis’. Es más probable que haya alguien en un despacho diciendo: “A este nunca le llaméis porque cuando pasa algo que no le gusta, se enfada y se va”. Pero por el libro no lo sé. Sé que con la gente con la que me he llevado bien me sigo llevando bien.
¿Tienes nostalgia de la época de Sé lo que hicisteis?
No, no, no. La recuerdo con mucho cariño y me río mucho, pero no tengo esa nostalgia de ‘ojalá volvieran esos tiempos’. Para nada. Me lo pasé muy bien, pero como me lo pasé muy bien en muchas fiestas con amigos y no volvería a montarlas porque luego hay que limpiar.
¿Seguís en contacto?
Sí, además todos, sin excepción. Berta, Cristina, Patricia, Miki, Dani... sí, todos seguimos en contacto.
Quería hacerte una minipregunta sobre Patricia porque estos días se ha hablado mucho de ella a raíz de su participación en MasterChef. No sé si has visto...
Es que no he visto nada. He leído titulares pero no clico, no entro ahí. Sé que está bien. Es mi amiga, entonces no entro en eso. Sé que ha habido como una medio movida, porque entras en Twitter y pone Patricia Conde y cuando hay algún amigo entras a ver qué ha pasado, y sé que es algo relacionado con eso, pero no he entrado al detalle. Si quiero saber algo la llamaré a ella y le diré ‘¿Qué ha pasao?’, me dirá lo que ha pasado, diré ‘Vale’, colgaré y ya está.
Mencionas titulares... ¿Qué es lo que tiene tu informativo para tener tanto éxito?
Probablemente el lenguaje y, segundo, yo creo que porque no es opinión. Es ‘esto es lo que ha pasado, si te interesa más lo buscas tú‘. Generalmente muchos medios se han convertido casi en panfletos políticos y ves claramente hacia dónde disparan, a quién defienden, etcétera, y en mi informativo la política cada vez me la pela más, es como ‘bueno, que se han peleado estos’. Y luego intentas un poco salir de lo habitual, el lenguaje creo que es lo divertido y es mucho más completo que un informativo normal: es que tengo videojuegos, tengo ciencia, tengo cosas del espacio, tengo deportes de los que no se habla en ningún sitio, tengo frases, tengo santoral...
Creo que es única y exclusivamente el lenguaje y la sensación de que no pretendes joderle el día a la persona que lo está viendo, no pretendes indignarle. Nace con la intención de resumirte de lo que están hablando todos, porque ni siquiera soy un informativo, lo que hago es ‘estas son las noticias con las que están hoy’, es un resumen de las cosas que te vas a encontrar. Ya te vas a indignar tú por tu cuenta, para qué te voy a sumar yo a las siete de la mañana indignación.
¿Cuál es tu receta para cuidarte? Sé que incluye deporte, aunque lo aborrezcas.
Lo odio, lo odio. Odio profundamente el deporte, pero sé que es imprescindible. Las cosas que son imprescindibles pues, de forma inteligente, las aplico en mi vida. Sobre todo, cuando noto que hay algo que no me hace sentir bien, sale de mi vida de forma inmediata, el deporte es imprescindible, la alimentación trato de cuidarla bastante. No en el sentido de no me como una pizza, sino de no te metas una pizza a las diez de la noche si te vas a la cama a las once, chalao. Trato de escribir mucho, pasar mucho tiempo conmigo prestando mucha atención a las emociones. Si de repente llego a casa y noto que estoy en tensión, enfadado o rebotado, me paro a tratar de descifrar qué es, no lo dejo pasar en plan ‘habré tenido un día chungo’. No, ¿por qué has tenido un día chungo? Y trato mucho de aprender de un día para otro, constantemente. Trato de que cada día sea un aprendizaje y aprender de los demás. Este ejemplo es muy idiota, pero hay millones de artículos —va a sonar muy superficial, pero es la manera más fácil de entenderlo— con las últimas frases de la gente antes de morir, y todos dicen: “Me arrepiento de no haberlo intentado, de no haberle dedicado más tiempo a mis amigos”. Si se arrepienten todos, algo hay, no voy a cometer yo el error. Te lo dijeron desde hace siglos, tronco, no seas idiota. Trato de aprender de los errores de otros