'Andalú', folclore y reivindicación a golpe de 'meme': la nueva era de la cultura andalucista
La comunidad autónoma vive un resurgir cultural que bebe de sus raíces para acallar prejuicios.
Andalucía. Se acerca el 28 de febrero, día de la comunidad, y en cualquier colegio de la comunidad autónoma los alumnos llevan semanas ensayando el himno de Andalucía con la flauta dulce. Ese día los patios se llenarán de arbonaidas —como se conoce a la bandera verdiblanca, del andalusí tierra pequeña— y de molletes de pan con aceite. Eso se repite generación tras generación, hasta llegar a una que ha tenido, como hicieron sus abuelos, que emigrar fuera ya sea al extranjero o a Madrid o Barcelona para buscar empleo.
El paro en esta comunidad autónoma es de los más altos de España, solo superado por Ceuta y Melilla, con un 19,4% de tasa de desempleo. Además, entre menores de 25 años, esta cifra se eleva a un 36,1%. En este caldo de cultivo, en una comunidad autónoma que también tiene las siete localidades más pobres de España, se ha regenerado un movimiento andalucista que reivindica la cultura de esta comunidad autónoma que ha dado nombres como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Paco de Lucía, Lola Flores, Pablo Picasso o Diego Velázquez.
Este nuevo andalucismo, fomentado en buena parte por jóvenes que han visto el programa infantil de los 90 y 2000 La Banda en Canal Sur en su infancia y que se han criado con el eco de la Expo de Sevilla de 1992, se escribe en andalú y no tiene pretensiones de parar sino de derribar aún más los prejuicios hacia esta comunidad desde los llamados “mesetarios”.
Para Jesús Jurado, politólogo malagueño y autor del libro La generación del mollete (Editorial Lengua de Trapo) en el que analiza este fenómeno, este nuevo andalucismo nace, entre otros factores, de “la memoria sentimental de las cosas que veíamos en la tele de pequeños y de las actividades de conmemoración del día de Andalucía”. Aunque apunta a un factor socioeconómico que ha desencadenado este sentimiento: la crisis económica de 2008-2010.
“Esto rompe con las expectativas generadas, sobre todo después de la imagen idealizada de la Expo 92. Lo que hace también es obligarnos a romper con toda esa memoria sentimental nuestra, esas vivencias generacionales que al final nos hicieron sentir andaluces”, añade.
El tuitero sevillano conocido como Malacara coincide en este origen con Jurado y apunta también a una respuesta a los tópicos despectivos hacia los andaluces. “Es un sentimiento que radica en todo, porque en cierta manera, hemos sido tontos. Otros han sabido defenderse y hoy les sale el dinero por las orejas y a nosotros, pues nos cuesta más o nos está costando y nos ningunean un poco o nos están ninguneando”, explica y apunta a que el sentimiento andalucista está empezando ahora impulsado por una generación que viene de la pobreza en su tierra.
“No es un capricho en absoluto, que es un empoderamiento de nosotros como sociedad y ya está bien de que se metan con nosotros y tener los trabajos peor pagados, ya está bien ser el sitio al que vienen a tomar sangría de no sé dónde”, señala.
Para Curro Morales, del grupo Califato 3/4, ese andalucismo ha estado siempre ahí, pero que ahora se ha potenciado más con las redes sociales. “Es algo que siempre ha existido, pero que quizás ahora, con los memes y demás como que se ha hecho más latente y ha tenido mayor visibilidad, pero la problemática que intenta solucionar ha estado siempre ahí y siempre ha habido gente en esa línea”, explica.
Ahí tienen gran responsabilidad tuiteros como Malacara que se han encargado de concienciar del andalú y de sus realidades costumbristas con sus tuits de humor en los que se mezcla la política, la realidad de Andalucía, fotos de animales y hasta Baby Yoda.
También los diversos memes andaluces que se difunden en cuentas como Memê Andaluçê.
Precisamente para Jurado, la emigración ha sido un factor diferenciador de la cultura andaluza frente a otras como la galega, la euskaldun o la catalana. ”A diferencia de otras comunidades, en Andalucía sí que hubo una expectativa de superación de la emigración, parecía que estábamos convencidos de que era una cosa del pasado, por eso nos ha dolido tanto el retorno de la emigración”, explica. “Habíamos sido educados en una conciencia andaluza fuerte y además teníamos una autoestima colectiva fuerte, heredada de esta generación del 92. Creo que esa combinación hace que sea especialmente traumático y problemático”, detalla.
Para él, desde el exilio es desde donde más se problematiza o se reformula en clave andalucista. Basta con ver la cantidad de andaluces que asisten a cualquier evento propio de la comunidad en ciudades como Madrid, comocualquier concierto de Soleá Morente, Dellafuente, María Peláe, María José Llergo o Califato 3/4. Tal y como recuerda el autor de La generación del mollete, los datos están ahí: “1 cada 3 jienenses en edad de trabajar y 1 de cada 4 gaditanos en esa edad están fuera de su provincia, eso es una diferencia clara frente a catalanes, vascos o gallegos”.
A diferencia de otras comunidades, Jurado apunta a un especial orgullo en Andalucía que no se encuentra en otras comunidades como Extremadura o las Castillas, donde, según él, “continúan en esta dinámica que su forma de salir de la marginación es romper con sus raíces y hacerse ciudadano de pleno derecho en Madrid o donde sea para integrarse en la sociedad de acogida”.
Morales tampoco considera que este fenómeno sea algo novedoso, pero sí que admite que cuando van fuera de Andalucía muchos andaluces emigrados les reciben “con muchísimo cariño y muchísimas ganas porque saben que les llega y le toca la fibra y le recuerda a su tierra, porque la mayoría de gente que está en esa situación está por obligación”.
El diseñador jienense Leandro Cano ha obtenido galardones a nivel nacional e internacional, ha desfilado en pasarelas como la de Berlín y sus prendas han vestido a Lady Gaga o a Celine Dion, y desde fuera de Andalucía también ha sentido ese sentimiento de pertenencia que plasma en sus colecciones.
“Si estamos fuera, como que echamos de menos y echar de menos hace que lo veas de una manera diferente y esa manera de hacerlo te hace crear diferente”, sentencia. “Yo me he sentido así muchas veces en mi vida, como fuera, pero nunca he dejado de tener un pie aquí. Es difícil, pero es cierto que creativamente como que te da un punch distinto de lo que debería de ser y es Andalucía”, explica.
La falta de oportunidades y de empleo en la comunidad autónoma no ha repercutido en que sea una tierra que ha dado a grandes nombres del mundo de la cultura tanto pasada como actual. Por poner un ejemplo, solo en la última edición de los premios Goya hubo 11 nominados andaluces.
De Carlos Cano a la joven rapera Carmen Xía o Dellafuente pasando por el Omega de Enrique Morente y Los Planetas o Califato 3/4. Para Cano, están creando esta cultura andalucista, aunque lo que les precede es muy importante. “No hemos inventado nada solo hay que sacarlo, beber de las raíces de lo que nos han dejado. Todo lo que hizo Lorca, Blas Infante, todo lo que hicieron tantísimos andaluces y andaluzas que nos han dejado ese legado y esa cultura que nos deja jugar y pasear y navegar entre estas ‘maravillosidades’. Para mí es pura inspiración”, señala.
Para él, sus referentes van desde el padre del andalucismo Blas Infante a Lorca, Lola Flores, Rocío Jurado o Camarón. “También el movimiento este de Dellafuente, Gata Cattana, que tienen esas letras que hablan tanto que dicen cosas como ‘qué alegría ser pobre en Andalucía, porque de la pobreza sale la creatividad’. Esa es nuestra fortaleza, aunque podría ser nuestra debilidad”, reflexiona.
El grafitero y artista urbano Pintarraheô, que se encarga de escribir frases en andalú por las calles de la comunidad autónoma, especialmente en Sevilla, no cree que la generación joven esté más representada por los valores andaluces que otras anteriores. Pero sí que esta se está viendo impulsada. “Estamos viendo un resurgir de una identidad y un orgullo de ser andaluza y, quizás por la repercusión que tienen las redes sociales, adquieren una mayor visibilidad y es más posible tejer conexiones entre las personas que compartimos ese sentimiento”, indica.
Por su parte, Cano cree que la artesanía es un pilar fundamental de la cultura andaluza. “Eso es cultura, y la mujer en este papel que han formado una base muy importante al trabajo de esa nueva Andalucía y que tiene un valor añadido”, apunta.
Además, anima a que los creadores andaluces reivindiquen su tierra como él hace con sus diseños: “Como andaluces y creadores tenemos la obligación, la necesidad y el fin de llevar a Andalucía de una manera diferente y de crear esa ’nueva Andalucía”.
Sin embargo, durante muchos años, esa cultura andaluza y esa estética —que hoy en día se siguen apropiando desde políticos a personajes de ficción— ha sido calificada como lo “español”. “Durante mucho tiempo se pensó que para ser moderno y salir de todo aquello que veíamos mal en Andalucía del subdesarrollo, del atraso, del peso asfixiante de la tradición, lo que había que hacer era abandonar nuestras raíces y abrazar una cultura autóctona que cuanto más sonase a extranjera, mejor”, explica.
Morales apunta a nuevos referentes del andalucismo como el escritor y presidente de la Fundación Blas Infante Antonio Manuel o incluso a personajes de humor como Chiquito de la Calzada, con cuyos sonidos mezclaron su peculiar himno andaluz en No înno de Andaluçía. “Andalucía está plagada de personajes en el buen sentido”, señala.
La cultura andaluza también se ha canalizado —para bien o para mal— desde Canal Sur, toda una institución donde los andaluces ven tradiciones como la Semana Santa, el Carnaval de Cádiz y programas de entretenimiento con más o menos aceptación. Desde ahí se ha conseguido a través de las redes sociales que el público joven viva desde la nostalgia con las series como Bandolero y el programa infantil de La Banda se sientan identificados con la cadena.
El estigma del “cateto andaluz” ha perseguido desde los personajes de las series de ficción al acento de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Esta ha sido otra lucha que el andalucismo ha batido tanto en el plano cultural como en el político.
Para el tuitero Malacara, esta situación está cambiando, pero todavía queda por hacer. “En los años 80 o 90 era mucho peor, con esas series infames de Emilio Aragón. Pero creo que últimamente estamos haciendo un trabajo, aunque queda todavía bastante por delante”, señala.
El sevillano lo ve como una lógica que copia a la que sucede en Europa con España, donde se nos ve desde países del norte o centroeuropa como pobres y lugar de vacaciones. “Es como, ¿vosotros también, no? Somos un poco más pobres, pero vosotros también, ¿qué supremacismo de mierda es ese? Entonces creo que nace a raíz de un sentimiento de chulería y supremacista por parte de gente del norte o de Madrid, sobre todo”, señala.
“Todo eso junto a que se han llevado la industria, es un pueblo pobre y cada vez más. Es un ‘ya está bien’ y un ’vamos a querernos un poco entre nosotros”, detalla.
Jurado cree que es precisamente esa crítica continua al andaluz o andalufobia lo que propicia que salgan productos culturales orgullosos de sus orígenes. “Precisamente esa reacción negativa, o ante un agravio, acaba generando cosas muy positivas, una serie de afectos, de comunidades, de espacios en común, que son los que permiten plantear una visión en positivo, optimista, orgullosa, optimista y atractiva del término andalú”, sentencia.
Pintarraheô cree que estos tópicos siguen existiendo, al igual que con catalanes, los galegos o los euskaldunes, algo que recae según él en una visión centralista y colonialista. “Mi visión, y ya la he expresado en varias ocasiones, es que Andalucía —así como Catalunya, Galicia y Euskadi— son colonias internas peninsulares de la corona de Castilla, ahora bajo el paraguas de un estado llamado España que, desde la perspectiva milenaria andaluza, es cosa de hace dos días”, argumenta. Para él, “desde todo poder central imperialista se tiende a menospreciar y subalternizar a los pueblos periféricos conquistados”. “No es nada nuevo ni extraordinario”, apostilla.
Aunque lo que más le preocupa de este punto es que se asimile este discurso dentro de Andalucía, algo que compara con lo que sucedió en las colonias francesas. “Lo peor es que son los conquistados los que adquieren e interiorizan esos preceptos y los refuerzan. Es lo que el psiquiatra martiniqués Franz Fanon llamó ‘El síndrome del colonizado’. Estas tesis decoloniales han sido brillantemente aplicadas en años recientes para el caso andaluz por los pensadores y escritores Igor Rodriguez Iglesias (La lógica de inferiorización de las variantes lingüísticas no dominantes) y Manuel Rodriguez Illana (Por lo mal que habláis, El esclavo feliz)”, apunta.
“Yo con mi acción intento contribuir a la destrucción de estos tópicos lingüísticos que se nos vierten permanentemente desde todos los frentes. Y no tengo intención alguna de abandonar”, enfatiza.
“Este movimiento cultural no ha permeado todavía, está muy latente, pero no es hegemónico para nada. Yo no metería los huevos en esa cesta, porque luego vienen las desilusiones. Queda mucho por hacer, por trabajar y esto hay que creérselo y eso no es de un día para otro, esto son años, décadas”, señala.
La grafía del acento andaluz también se ha convertido en una herramienta para potenciar la cultura propia y las raíces. Y también como una provocación a los sistemas estructurados de la lengua castellana.
Para Jurado, esto nace también de la provocación a raíz de las críticas al acento. “Esa visión provocativa hace mucha falta. Porque representar gráficamente lo que en la forma oral es evidente, nuestra principal seña de identidad que son nuestros diferentes acentos, de repente es como la mayor herejía que se puede cometer cuando realmente lo que se está visibilizando es esa diferencia precisamente, que tanta importancia tiene en nuestra experiencia vital en cuanto salimos de Andalucía”, señala.
De entre las distintas propuestas que existen el Êttandâ Pal Andalûh es el más popular entre artistas y creadores como Califato 3/4, quienes lo ven como una reivindicación de que “la lengua viene del pueblo” y del artista urbano Pintarraheô, quien antes de pintar las paredes ya había compuesto canciones de flamenco y poemas en esta propuesta.
A la hora de escribir en las paredes vio una manera de “expandir y normalizar el uso de nuestra lengua en su forma escrita EPA”. “No de una manera deslabazada e intuitiva, que eso se ha hecho muchas veces antes, sino con una ortografía seria, completa, coherente y consistente”, explica y señala que quería alejarse de la informalidad que encasilla al andalú.
Para él, el EPA es la primera “ocasión del andalú de convertirse en una lengua estandarizada. “El hecho de que fuese desarrollada por lingüistas, historiadoras de la lengua, filólogas, traductoras provenientes de toda de la geografía andaluza de una manera abierta, democrática y digital le da una potencia y completitud nunca antes vista”, señala y alaba también la labor de páginas como AndaluGeeks a la hora de difundirla.
A estos trabajos, tal y como recuerda el artista, se han sumado desde traducciones de videojuegos como el Minecraft o el Worldle a obras de teatro con personajes andaluces, a ilustradores, músicos o poetas que se han animado a utilizarla.
Sin embargo, no se muestra optimista a que el EPA se adapte institucionalmente a corto plazo. “En cualquiera de los casos me preocupa entre poco y nada que lo haga o lo deje de hacer. Lo que realmente me gustaría ver es que son las propias andaluzas las que lo usen y vaya ganando penetración en la población. El resto es solo cuestión de tiempo”, reivindica.
Para los creadores y los representantes de la cultura andaluza, esas vivencias, el acento y la identidad de su tierra les acompaña en sus propias obras. Leandro Cano cuenta que “no sabía diseñar de otra manera que no fuese como había visto en Andalucía”. “Porque es mi tierra, mis raíces, mi origen y, sin duda, la base de mi trabajo es Andalucía 100%”, señala.