Anatomía de un instante
Casado y Egea habían comprado las voluntades de los diputados de UPN pero sabían que el diputado Casero se había equivocado al votar.
Casado y Egea habían comprado las voluntades de los diputados de UPN pero sabían que el diputado Casero se había equivocado al votar. Agarrados a sus escaños, contemplaron como su gran trampa corrupta había terminado en una derrota esperpéntica.
Todo comenzó por la mañana entre los pasillos del Congreso, como es habitual en los dos diputados de UPN conversan animadamente con los diputados y diputadas de VOX y PP, no es extraño verlos en la cafetería del hemiciclo tener largos encuentros. Probablemente la traición a la dirección de UPN ya se había fraguado la noche anterior con el experto en la compra de voluntades dentro del PP, Teodoro García-Egea. Pasó en Murcia y querían que pasara en el Congreso de los Diputados.
La estrategia era sutil y buscaba un impacto mediático brutal; mantener oculta la compra hasta el instante de la votación, así el golpe al Gobierno y a la Reforma Laboral sería televisado en directo a todo el país. El trumpismo que se ha adueñado del PP desde la derrota de Ayuso, la única capaz de sostener sus votos ante el avance de la extrema derecha en su electorado, soñó con una tarde mágica e inolvidable. Ver al incombustible y resiliente Pedro Sánchez morder el polvo en la arena de la Carrera de San Jerónimo.
Ya sabemos que en el PP están acostumbrados a la compra de diputados, a lo que no están habituados es que a uno de los suyos cometa la torpeza de equivocarse garrafalmente a la hora de votar. El diputado Casero cometió un error, que ha pasado a decenas de diputados y diputadas, tanto desde su escaño como en el voto telemático entre los que me incluyo, que no es informático ni es un sabotaje, ni pucherazo ni las mil mentiras que están contando.
Un voto emitido en una urna, en un escaño o en el voto telemático no se puede cambiar. Mentirán hasta la saciedad para tapar la compra de votos, la torpeza de su diputado y la frustración por su estrategia que acabó en ridículo propio desvela sus trampas ante los ojos de todos y todas.
Casado, Egea y Gamarra habían fracasado, sabían que perderían. Su reacción en esos tres minutos que vivimos en el Congreso merece que Javier Cercas escriba una segunda parte de Anatomía de un instante con ellos.
Son tantísimos matices los que subyacen en esta votación en todas y cada una de las personas que estamos presentes en el hemiciclo. Me quedo con dos muy destacables; Espinosa de los Monteros sabía de la compra pero no del fallo del PP, véase su excitación al anunciar la Presidenta del Congreso por error el resultado. Incluso dando las gracias a los diputados de UPN, levantando su brazo derecho, exhibiendo fortaleza al mirarlos. Cruel final para Vox, no tenían ni idea que Casero se había equivocado al votar desde su casa.
Y Pedro Sánchez que se mostró inmutable cuando Meritxell dio el resultado. El presidente del Gobierno contó los votos en el recuento, se suman los presenciales y telemáticos, pero no se da nunca la cifra conjunta. Su mente ágilmente sumó 166+9=175. Él sabía que había ganado. Otros diputados y diputados también del PSOE lo hicimos.
Pedro Sánchez expresó un rostro de tranquilidad, casi imperturbable a lo que ocurría, frente al nerviosismo de la mayoría de la cámara. Muchos hablarán de la suerte del presidente que le acompaña desde hace años, como su desdicha con los fenómenos sanitarios y naturales que le acompañan en su mandato, me quedo con su serenidad siempre, frente a todo. Un presidente que se mostró ante todos y todas las españolas como un Presidente.