Las dos cosas que tienes que hacer sí o sí cuando sufras 'aquaplaning'
Después de la nieve llega la alerta por fuertes lluvias, todo un peligro al volante.
Se marchó Filomena, pero en unos días nos hemos cruzado con Gaetán, Hortensia y hasta Ignacio. Ya no hay nieve, pero sí lluvia, y mucha, un problema más para la circulación.
La previsión para el fin de semana es de fuertes rachas de viento e importantes precipitaciones, que podrían poner en aprietos a quienes quieran coger el coche. El principal riesgo en estas condiciones es el temido aquaplaning. De hecho, no hace falta vivir un temporal para encontrarse ante un problema que puede darse en todo tipo de vías.
El aquaplaning es una de las palabras más temidas por todo conductor; el momento en el que el vehículo pasa por una balsa de agua y ‘flota’, ya que las ruedas no pueden evacuar todo el agua que pisan. En ese instante no hay adherencia suficiente y cualquier movimiento brusco puede ser fatal. Por ello, saber cómo actuar en esos segundos es clave.
Lo primero, mantener la calma (esto es obvio siempre, pero con lluvia, más). Aparte, es fundamental sujetar el volante con firmeza y mantenerlo recto, nada de querer salirse de ese carril empapado o tratar de esquivar el charco. Un volantazo en mitad de una balsa es sinónimo casi total de accidente.
Frenar, tampoco. En el momento en que se produce el aquaplaning lo que hay que hacer es levantar el pie del acelerador suavemente, evitando transmitir más potencia a las ruedas, así como cambios bruscos de velocidad. Solo en caso de que la colisión fuese inevitable habría que frenar, intentando que la poca adherencia que tengan las ruedas traseras sirvan para reducir algo la inercia.
El aquaplaning no se puede prever, pero sí es posible reducir riesgos al conducir bajo la lluvia: reducir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad con otros vehículos son dos puntos básicos para cualquier ruta bajo lluvia.