Alemania saca los colores a España y vapulea a Reino Unido
Esta crisis puede, o mejor, debe de ser el comienzo de una nueva forma de ver las cosas y de actuar.
Estaremos unos meses encerrados sin gastar más de lo necesario, reenfocándonos en el dormir bien, trabajar (los que podemos) desde casa sin perder mucha productividad, y estando más tiempo en familia.
A nivel de ciudadanía, estos cambios se han asumido y no queda otra, pero en el sistema político habrá que forzar cambios a través de los votos de los que estamos encerrados.
Los políticos poca elección han tenido para desviarse de las pautas marcadas por China parando los movimientos de los ciudadanos y aislándonos. Los que no optan por este sistema se llevarán todas las medallas a la ineptitud y un número de muertos inasumibles por ningún país del mundo.
Las decenas de miles de muertos en Estados Unidos serán el legado del peor dirigente, tanto en términos de falta de diplomacia y de empatía, y sobrado de soberbia y arrogancia… esa arrogancia directamente proporcional al nivel de ignorancia.
El sistema sanitario fragmentado y dirigido por territorios más o menos grandes deberá, en un mundo globalizado, ir de la mano de unas decisiones globales en términos de sanidad, con una organización que actúe más rápido y firme que la OMS en esta crisis actual.
Aquel que salga del guion original como Brasil, Estados Unidos, o Reino Unido hasta hace poco y no se tomen con la importancia debida una pandemia, deberían pagar con sanciones el peligro que originan en un mundo en el que escuadrones de enfermos potenciales viajan a países descontaminados, por la falta de decencia y compromiso de mandatarios que parecen salidos de La Vida de Brian.
¿La sanidad pública va a ser de nuevo puesta en duda o a subasta?
La respuesta debería ser no, pero aún recuerdo como al principio de la crisis financiera de 2008, muchos “economistas de colegio privado” acusaban de la crisis a las doctrinas de John Maynard Keynes. Keynes planteaba las herramientas del estímulo fiscal y políticas expansivas por parte del Estado para lograr que los países puedan salir de tiempos de crisis o simplemente puedan ayudar a que las ruedas de la economía sigan girando.
A Keynes lo enterraron y parecía que era un hecho que la inversión pública era cosa del pasado, pero en plena crisis se le desenterró de nuevo y detractores como Posner o Feldstein pasaron a defender públicamente el legado de Keynes.
El mayor cliente de muchos sectores e industrias son los estados, y si estos compran, las fábricas producen más, hay más trabajo y más impuestos entran para seguir reinvirtiendo.
En la crisis actual y en el caso de Reino Unido y España, que conozco más, parte de la reinversión tiene que ir ligada sin más discusión a 2 sectores básicos.
La Educación ha tenido en cuestión de semanas que reconvertirse, y aquello que el co-director del Centro de Investigación en Educación Digital de la Universidad de Leeds, el lorquino Antonio Martínez Arboleda, lleva presentando desde hace años acerca del replanteamiento de la educación actual en coordinación con las nuevas herramientas, ha pasado a ser presente, y no futuro de ciencia ficción.
Trabajar desde casa es posible en muchas industrias y ahora hay que probar que se puede llegar a conseguir que el estudio y aprendizaje desde casa pase a ser viable.
La educación en todas las edades puede ser replanteada, y sin dejar las clases presenciales y tutorías de lado, quizás podamos complementar o suplementar, como es el caso actual, la educación en edificios físicos por la educación más flexible dónde y cuándo quieras o puedas, pudiendo disfrutar de esas clases en las pantallas de nuestros ordenadores o televisiones y poder revisitarlas, si es necesario para facilitar el aprendizaje.
La educación no es gasto público, es INVERSIÓN pública, y cuanto más preparados estemos como país, más flexibles seremos para rellenar los trabajos del futuro, siendo pioneros por una vez, y aprovechándonos de esa posición de precursor y líder.
La segunda base de la sociedad la disfrutamos nada más nacer y nos acompaña en muchos casos hasta el ultimo aliento, y es la Sanidad.
No. No tenemos la mejor sanidad del mundo y ha quedado claro, y mucho menos aún los británicos, con un NHS en declive.
Ahora sabemos qué países estaban preparados, demostrado con datos y gente viva en vez de ataúdes… y no, los políticos alemanes no son los que salvan las vidas en Alemania… ¿o quizás sí?
Quizás con sus votos en el Bundestag han logrado que el gasto sanitario por cabeza sea de casi 6.000 euros anuales, el 80% por encima de España. Alemania en los pasados 12 años ha estado incrementando de media el 2.5% su gasto en este sector, con Reino Unido incrementándolo solo el 1.1%, y España pasando de reducirlo el 1.4% entre 2008-13 y llegando a subirlo el 2.3% los 5 años siguientes.
La inversión ha de ser constante y reflejar el cambio del paciente medio. La abombada pirámide de población española con los baby boomers que llevan años llegando en masa a la tercera edad, significa que hay que volver a recalcular los presupuestos… en Reino Unido tres cuartos de lo mismo.
En Alemania se invierte 9.5% del PIB en Sanidad, en España 6.2% y a pesar de que en número de personal médico no estamos muy por detrás, en el numero de personal de enfermería sí (profesionales de enfermería que hasta el Brexit exportábamos a Reino Unido por miles); está un 136% por debajo si lo comparamos con el de los teutones.
Angela Merkel no hace milagros. El Gobierno alemán no está compuesto por superhéroes contra el Covid-19. Alemania es constante y su inversión permanente en Sanidad ahora saca los colores al resto de Europa.
Nos han convencido de que la salud pública española es la mejor, y así convencidos al igual que los británicos, ni levantamos la voz ni pedimos que mejore… ”¿Para qué, si ya somos los mejores?”, piensan muchos con la papeleta electoral de la mano.
2020 nos ha dejado claro que los alemanes están ahí por algo, y ahora hay que pedir a nuestros conciudadanos españoles y británicos que empiecen a demandar inversión donde se necesita. Inversión en el futuro a través de la Educación, y en la Sanidad para poder llegar a ver ese futuro.