Juan Franco, "el alcalde con más problemas de Europa" que triunfa en Netflix
El regidor de La Línea, independiente, se convierte en un documental en la voz de unos vecinos hartos de traficantes y que reclaman un Campo de Gibraltar seguro
El último éxito documental de Netflix se llama La Línea: la sombra del narco, cuatro capítulos de media hora en los que la vida de frontera —los traficantes, los fardos de droga y tabaco, los uniformados— tiene un protagonista inesperado: un político.
El alcalde de La Línea de la Concepción (Cádiz), el independiente Juan José Franco Rodríguez, se come la cámara explicando por qué es el regidor “con más problemas de Europa”, cómo su municipio hace frente al reto de ser vecino del primer productor de hachís del mundo, Marruecos, y cómo trata de plantarle batalla a los ‘malos’ por todos los medios.
La viralización de la serie, entre las más vistas de España, Francia o Italia, y la coincidencia en el tiempo con un nuevo pico de agresiones a agentes de la Guardia Civil y la Policía en la comarca, multiplica en las redes sociales los comentarios sobre el regidor, de 45 años, en el cargo desde 2015 y formado en Derecho e Historia. Dicen que es “valiente”, “arrojado” y “claro como el agua”. Todo eso apena le saca los colores. “Uno tiene un poco de ego, claro, pero lo importante es que el documental es positivo, hemos podido explicar qué pasa. También se le podía haber sacado más provecho y más capítulos, pero entiendo que esto no es Juego de Tronos”, asume.
Cansado del tratamiento “injusto” de algunos medios, se da por satisfecho: “En nuestra zona, sacando lo que es verdad, tienes para escribir un libro. No te inventes más cosas”. Ha quedado plasmado, dice, que “uno: tenemos un problema con los traficantes; dos: es un problema que excede los límites de un ayuntamiento, necesitamos ayuda; y tres: es un problema social y mientras sólo nos centremos en lo punitivo y lo represivo, arreglo no va a tener esto”.
“Esto” es una situación “insostenible”, en la que una población asediada por unas mafias que se adueñan del territorio trata de vivir con más estabilidad. Hace dos años, ante la gravedad del problema, se dispuso el Plan Integral de Seguridad para el Campo de Gibraltar, que ha tenido resultados notables: la incautación de 268,2 toneladas de droga —en su mayoría, hachís—, la detención de 2.000 personas por narcotráfico y contrabando—un 30% más que en el mismo periodo anterior—; la recuperación de 1.403 vehículos y embarcaciones y de más de 1,2 millones de cajetillas de tabaco; y la requisa de 8,3 millones de euros en metálico, según el Ministerio del Interior.
Y, sin embargo, no es suficiente. Unos dicen que los traficantes están acorralados y otros, que más fuertes que nunca. El alcalde se suma a la primera lectura del problema, pero echa la vista atrás para explicarlo mejor. “En esta zona, el estado no diré que ha desaparecido o que ha hecho dejación de funciones, pero sí que ha habido carencias. Por circunstancias derivadas de la crisis se pierde fortaleza, no se cubren las necesidades tanto humanas como de medios para poder luchar contra esta lacra”, explica, tratando de evitar todo el tiempo la palabra ‘narco’, ya demasiado idealizada y romántica para algunos.
La crisis económica arrastró a sectores como el del ladrillo o el turismo, pero “quien se ponga a comparar no conoce de temas de narcotráfico”, apunta, “porque el consumo sigue existiendo y, además, la demanda europea sigue ahí”. Es una de las cosas que más enfadan a Franco: el “análisis simplista” de quien piensa que las redes y el consumo son cosa de su tierra, nada más. “Parece que la droga que llega a nuestra zona se queda aquí y nada más lejos de la realidad. En nuestro espacio, las redes el trabajo que tienen es el equivalente a MRW, Seur o cualquier otra empresa de ese tipo, lo que hacen es traspasar una mercancía ilegal desde un punto concreto del continente africano al continente europeo. Y, obviamente, los kilómetros de costa son los que son, se van a la parte que está más cercana, no se van a ir a Polonia”, asevera, repitiendo una de sus frases rotundas del documental.
El alcalde, que gobierna con mayoría absoluta sobre 63.000 habitantes en la lista de La Línea 100x100, relata que es cuando la situación llega a ser de “impunidad” cuando se disparan las alarmas y el grueso de los ciudadanos se da cuenta de “lo que hay”. “El narcotráfico podía ser un problema en 2010, lo era y estaba ahí, pero el modus operandi era más soterrado, discreto, escondido. Había unas reglas del juego que se respetaban. ¿Te cogieron? Te cogieron. A la cárcel y poco más”, resume. Pero las cosas cambiaron. “Con el tiempo, se va produciendo un fenómeno en el que ellos van viendo que ante la acción no hay una reacción y van cogiendo confianza”, sostiene.
Al nuevo giro ayudan series de televisión como Narcos o Fariña. ”¡Tú quieres ser Sito Miñanco, que es un tío de puta madre! El inspector es un pringao, que sólo fuma y lo pasa mal”, fulmina. No hace falta ni la explicación posterior, pero la da: “Así van cogiendo los mismos roles, idealizando comportamientos y generando una cultura del consumo ostentoso, que siempre ha estado, sí, pero que va a más. Es cuando empiezan a desafiar a los Cuerpos y Fuerzas de seguridad”.
El alcalde pone dos ejemplos de momentos ”épicos, entre comillas” que hicieron subir como la espuma la popularidad de los traficantes. Uno es el rescate de uno de ellos del hospital local en el que estaba siendo tratado (en febrero de 2018), y el otro, la noche de San Juan de 2014, donde en una de las candelas se colocó una narcolancha. “Si yo llego a estar de alcalde eso no acaba así”, sentencia serio.
Hechos “escabrosos, mediáticos y ostentosos”, con mucho “por debajo”, que hacen que el Ministerio del Interior “ponga pie en pared”. Ya hubo “algún atisbo” de actuar por parte del exministro popular Juan Ignacio Zoido, pero quien sienta las bases para este plan de choque es el socialista Fernando Grande-Marlaska, el actual titular de la cartera. “Yo le estoy muy agradecido por el trabajo que desarrolla”, reconoce el regidor linense.
Y vino lo bueno. “Nos encontramos con que la presión empieza a ser muy intensa, hay operaciones muy espectaculares, con resultados increíbles, aprensiones de toneladas de hachís, paso por prisión de muchos sujetos que se dedican a este asunto...”, enumera, satisfecho. En estas, llegan las nuevas agresiones a agentes de las últimas semanas, que estremecen, porque otros atropellos así ya han acabado antes con la muerte de servidores públicos.
“El análisis que yo hago es que creo que están desesperados -sostiene Franco-. Primero se corta el flujo de tránsito de mercancía con este plan, luego se encuentran una situación de pandemia, que les ha afectado, como a los negocios legales, y lo que antes podía ser la pérdida asumible de un cargamento de x kilos ahora mismo no se lo pueden permitir. Entre ellos también hay picaresca, robos camuflados con aprensiones por policía... son delincuentes. No venden pescado congelado al por mayor. Ojalá. Y saltan”, argumenta.
El cerco hace que la violencia se acreciente, que es lo que sostienen Grande-Marlaska y los mandos policiales de la provincia de Cádiz. A las mafias no las frena que, a las penas básicas de contrabando de tabaco o drogas, ahora se les unan cargos por delitos de lesiones contra la autoridad u organización criminal. Es algo parecido a la desesperación, a tenor de lo que cuenta el alcalde, las armas “destinadas a autoprotección” para hacer frente a robos por parte de otros clanes, el uso de los vehículos como arma porque las pistolas no son suficientes.
Llegados a este punto, Franco, por más que aplauda lo hecho hasta ahora, se suma a las plataformas, sindicatos y asociaciones que reclaman más medios para la zona. “Completamente de acuerdo en que hacen falta más medios, humanos y materiales. Se están poniendo, y los resultados son los que son, espectaculares, pero hacen falta más”, dice, poniendo énfasis también en las calidades. “No puedes competir con individuos que van con lanchas de miles de caballos o con coches de grandísima cilindrada y luego ves que el Patrol que lleva la Guardia Civil se cae a pedazos”, resume.
Con lo que no comulga es con que algunos de los portavoces de esas entidades comparen La Línea con Sinaloa (México) o Medellín (Colombia), nudos de referencia mundial en el tráfico de drogas. “Que yo recuerde, Pablo Escobar tenía 5.000 muertos a las espaldas. En mi ciudad no ha habido eso. Si comparas nuestro municipio con otros de la Costa del Sol, en 2018 tuvieron 18 muertos. En uno de los casos, a tiro limpio, el consejero de Turismo andaluz dijo que era un hecho puntual, no comparable a lo que pasaba en el Campo de Gibraltar. Ya basta”, se duele de la mala imagen que siempre arrastra su tierra. Una estampa en la que abundan algunos testimonios del documental de Netflix. “Parece que algunos vienen destinados aquí aterrados, estar en esta zona parece que te da como galones, que has estado en territorio hostil, en zona de guerra, y sirve para algún ascenso”, lamenta.
Ya en los 90, hace cabeza, se presionó contra el tráfico de tabaco y pasó un poco igual, que se angustiaron. Ahora, de nuevo, ocurre. “El problema del narcotráfico es que va a seguir estando ahí mientras Marruecos siga siendo el primer productor de hachís del mundo, a 30 kilómetros en línea recta del Campo de Gibraltar, pero tiene que mantenerse esa presión y tiene que actuarse sobre la raíz del problema. Espero que el mensaje, aunque sea con una serie, llegue a los despachos correspondientes”, remarca.
La clave está en lo social
Nada de lo que los guardias y policías hagan para sacar al Campo de Gibraltar de esta espiral sirve, a juicio del alcalde, si no se ataca en lo social, “la madre del cordero”. Su tono se hace más lento, más dolido, cuando habla de ello. “Las barriadas donde tenemos más incidencia de esta lacra son aquellas en las que el paro juvenil está con índices disparatados, por encima del 30%, donde hay pocas posibilidades de inserción laboral, con un tejido de familias desestructuradas, un progenitor en prisión, drogas... Complejo”, explica.
Asume que su radiografía causa malestar en su ciudad, pero Franco se ratifica en frases como otra de las perlas del documental: “hay gente que no sabe hacer la o con un canuto, ni llevar una bandeja”. La inmensa mayoría no tiene ni los estudios primarios terminados, “y en España la Secundaria es obligatoria, recuerdo”. Un chico en la veintena, como uno de los arrestados por arrollar a un policía hace dos semanas, causa muchas preguntas sin respuesta en el político. ”¿Qué sabe hacer? ¿De qué lo pones? ¿En una empresa, una fábrica, un bar?”, resopla.
“Probablemente -prosigue-, si ha acometido contra un agente haciendo una puesta en riesgo de su vida propia, además de la de los agentes, no creo que trabaje por altruismo, sino a cambio de un precio. Si me pones 3.000 euros sobre la mesa no voy a estrellarme contra un control, así que se supone que hablamos de unas cantidades suculentas. ¿Cómo lo pones a trabajar por mil euros? Hay generaciones que están perdidas, por desgracia, y hay que ir a por los más pequeños, para que ese modelo de conducta sea despreciable, que no haya más héroes populares”, señala.
Cada uno recibe lo suyo, un buen fajo, y a eso se suma el entramado en el barrio, en las familias. Reconoce que, como pasa en la ficción aunque a un nivel mucho más intenso, existe “una estructura de seguridad social ante incapacidades temporales, paros y obligaciones en ese tejido” que hace que algunos malos tragos sean llevaderos: un dinerito para una obra a la que no se llega, una ayuda porque tu hijo acaba en la cárcel, otra por la pensión baja... “Esto es así porque el Estado no llega. No estoy diciendo que tengamos que construir una sociedad subsidiada, pero sí de que se cree un grupo de trabajo, que venga a la zona, estudie lo que pasa contando con los que ostentamos cargos de responsabilidad, a pie de obra, y analice cuáles son las motivaciones y posibles soluciones”. E invertir, claro.
Es su diagnóstico: informarse, analizar, conocer, meter dinero y darle la vuelta a la historia. “Pero ya”, porque “cada cinco o 10 años que pasen es una generación perdida. Chavales de 27 a 32... olvídate de ellos. No vas a insertarlos. A lo mejor algunos, pocos, tres de diez o así. Es complicado porque se han acostumbrado a llevar un coche de gran cilindrada, a ir de putas, a consumir drogas, a cenar en reservados en lugares donde el sueldo a mí no me da. Cuando llegas a la vida real, cobras 800 euros porque no tienes formación ni títulos ni idiomas”, argumenta. El Plan Estratégico de Impulso y Desarrollo de la Ciudad es la guía que propone, para quien quiera escuchar. “Y a partir de ahí, empezaremos a ver el sol”.
Y el Peñón...
¿Moncloa escucha su ruego? Aparte de Interior, dice Franco, sólo ha encontrado calor en la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, que ha visitado la zona para abordar el otro gran problema que tiene la Línea: la salida del Reino Unido y, por tanto, de Gibraltar, de la Unión Europea. ”¡Uff, el Brexit también!”, resume con media sonrisa desesperada. “Mire, yo no quiero que parezca que por salir en una serie me he vuelto tonto, pero es que los problemas que estamos gestionando en la ciudad no son los problemas ordinarios y normales de una ciudad de 65.000 o 70.000 habitantes, si añadimos la flotante”, dice.
“Estamos lidiando contra el Covid, como todos; contra el narcotráfico, como unos pocos; y contra el Brexit, solos, porque somos el territorio más afectado en toda la UE continental, la única frontera Brexit en el continente”, recuerda. El nuevo giro a las negociaciones Londres-Bruselas que ha dado en los últimos días el primer ministro Boris Johnson, anulando parte de lo pactado, es “poco halagüeño”, teme el alcalde.
Otra cosa más que solucionar. Pero Franco no pierde las esperanzas. A lo mejor es porque es del Atleti.