Alberto Fernández asume la presidencia de Argentina prometiendo frenar la "caída libre" económica
El peronista llega al poder para relevar al conservador Mauricio Macri y con Cristina Fernández, la expresidenta, como su número dos en el Ejecutivo
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, prometió este martes, en el inicio de su Gobierno, ordenar la golpeada economía del país, detener su “caída libre”, sacarla de su “virtual” cese de pagos y revertir los “terroríficos” datos que este lunes describen su crisis.
“La Argentina que buscamos construir es una Argentina que crezca e incluya”, afirmó Fernández en su discurso de investidura ante la Asamblea Legislativa.
En un discurso de fuerte contenido económico, dedicó varios minutos a hacer un diagnóstico del escenario en el que asume, que, con una recesión iniciada en abril de 2018 y una caída del PIB calculada para este año del 2,8 %, a su juicio no es ya de “estancamiento” sino de “caída libre”.
Al precisar números que calificó de “terroríficos”, recordó que la inflación, que cerraría este año en niveles cercanos al 55 %, es la más alta de los últimos 28 años, que la tasa de desempleo -10,6 % en el segundo trimestre- es la más elevada desde 2006 y la pobreza -35,4 % en el primer semestre- es la más alta desde 2008.
“Argentina no para de achicar su economía”, advirtió el nuevo mandatario, quien precisó que la caída del PIB ha hecho mella particularmente en la industria nacional y las pymes, configurando un escenario de “extrema fragilidad” para la economía y el tejido social.
Sus primeros anuncios
En lo que constituyó uno de sus primeros anuncios, dijo que no dará tratamiento parlamentario al proyecto de Presupuesto 2020 remitido en septiembre por el Ejecutivo de Mauricio Macri tras alegar que sus “números no reflejan ni la realidad macroeconómica, ni las realidades sociales, ni los compromisos de deuda que realmente han sido asumidos”.
Sostuvo que un presupuesto adecuado solo podrá ser proyectado una vez que Argentina haya completado la renegociación de su deuda, uno de los mayores y más urgentes desafíos que deberá afrontar el nuevo Gobierno.
En este sentido, aseveró que el Gobierno de Macri deja al país “en una situación de virtual default” (cese de pagos) y con un nivel de endeudamiento “con un manto de inestabilidad que desecha cualquier posibilidad de desarrollo”.
Insistió en que, para pagar sus deudas, Argentina necesita volver a crecer y prometió buscar una “relación constructiva y cooperativa” con el Fondo Monetario Internacional y con los acreedores privados.
“Resolver el problema de una deuda insostenible que hoy tiene Argentina no es una cuestión de ganarle una disputa a nadie. El país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo”, afirmó.
Aseguró que Argentina encarará una negociación con responsabilidad pero asegurando que “los más débiles dejen de padecer”, una alusión a los sectores más vulnerables de la sociedad y a los que se refirió en varios tramos de su discurso.
“Para reordenar a la economía necesitamos salir de la lógica de más ajuste, más recesión y más deuda que se ha impuesto en los cuatro años que hoy acaban. En esa acción de reordenamiento, vamos a proteger a los sectores más vulnerables”, prometió.
Adelantó que en los próximos días convocará a sindicatos, patronales y otros sectores sociales para la puesta en marcha de un conjunto de “Acuerdos Básicos de Solidaridad en la Emergencia”, que, subrayó, serán el “cimiento sólido” para iniciar una senda de recuperación de la economía.
Esos acuerdos alcanzarán a diversas variables: precios, salarios, tarifas, tipo de cambio, aspectos monetarios, fiscales y sociales.
En simultáneo con estos acuerdos, anunció que en los próximos días enviará al Parlamento un proyecto para crear un Consejo Económico y Social para el Desarrollo, que será el órgano permanente para diseñar, consensuar y consagrar un conjunto de políticas de Estado de mediano y largo plazo.
Más allá de estas primeras señales del rumbo que quiere dar a la política económica del su Gobierno, Fernández hizo promesas más concretas, como lanzar un sistema masivo de créditos no bancarios a tasas bajas, medidas para incentivar el empleo juvenil y un plan de reactivación de obras públicas, con proyectos de infraestructura de ejecución rápida y que generen “gran empleo de mano de obra local”.