Alas para volar sin ver
Más de 700 personas se inscriben en menos de dos meses en la primera plataforma 'online' que une a 'runners' ciegos con corredores guía.
El origen está en la Filosofía. La chispa que lo inició todo la prendió hace un año un profesor universitario de esa materia que quería participar en la Maratón de Valencia. Es ciego y debía pagar su dorsal y el de su guía, así que escribió un email solicitando una invitación a EDP, la eléctrica que patrocina la carrera. Fue la base para la creación de Comparte tu Energía, una plataforma online puesta en marcha a finales de mayo que permite por primera vez que los runners invidentes encuentren de forma sencilla a corredores guía con los que salir a entrenar y participar en pruebas.
"La petición de aquel catedrático nos hizo darnos cuenta de algo que a priori es muy lógico: hay muchos runners ciegos", explica a El HuffPost Carmen Fernández, portavoz de la plataforma.
Y ahí quedó todo, parado, durante muchos meses. Hasta que EDP quiso lanzar una acción relacionada con el deporte. La agencia de comunicación les propuso entonces la creación de una plataforma que uniese a runners ciegos con guías. "Cuando nos lo plantearon nos acordamos de aquel profesor y dijimos: 'Claro que sí. Esto es super útil. Lo sabemos", asegura Fernández.
Las cifras de la plataforma, que cuenta con la colaboración de la ONCE, le dan la razón. En menos de dos meses se han registrado cerca de 700 personas. De ellas, la inmensa mayoría (cerca de 600) son corredores que se ofrecen a ser guía. El resto, unas 100, son personas ciegas o con alguna discapacidad visual que buscan a alguien con quien correr.
El funcionamiento de la web es sencillo. Para registrarse solo es necesario introducir datos como el nombre y los apellidos, la zona por la que se suele correr, si se es corredor ciego o guía, los días y las horas a las que se está disponible para entrenar y los tiempos que se suelen hacer. Este último aspecto tiene una especial relevancia para unir a corredores que están en un estado de forma similar. "Es necesario que tengan cercanía y si uno de los dos es mejor... tiene que ser un poco mejor el guía", subraya Fernández.
Ese es claramente el caso de Antonio González, de 44 años, y Ana Lucía Santiago, de 41. Ambos han contactado a través la plataforma y llevan mes y medio entrenando juntos en Madrid. Antonio, el guía, es siempre quien se adapta al ritmo de Ana Lucía, la guiada. "La velocidad la marco yo en base a cómo la veo a ella. Yo me adecúo a sus ritmos: ir despacio es hacer cada kilómetro en 6.40 minutos; un paso medio es 6.10 e ir deprisa es hacer cada kilómetro en 6.00. Vamos intentando subir la resistencia primero y luego la potencia", afirma.
Así, Antonio se ha convertido en guía y casi entrenador de Ana Lucía. Ambos corren unidos por una braga de cuello que sostienen en las manos. Él no calla en todo el recorrido. Ella guarda silencio. Va sintiendo las subidas, los giros y el ritmo de carrera en las brazadas de su guía, que va gritando palabras de ánimo, de motivación.
Ana Lucía y Antonio, en la Puerta de Alcalá de Madrid.
Durante el recorrido, Antonio parece prácticamente un copiloto de rallies. "Yo le voy diciendo: 'Se aproxima un giro oblicuo izquierda'. O: 'Ahora un ángulo de 90 grados'. Cuando son pequeños giros le digo: '¡Izquierda, izquierda, izquierda!' o '¡Derecha, derecha, derecha!' Y ella ya sabe que eso es simplemente un giro de compensación. Cuando hay algún hoyo o algún obstáculo que obliga a subir más las piernas le digo: '¡Arriba, arriba, arriba las piernas!'.
Ese código de comunicación, aseguran, se lo han inventado ellos y lo están perfeccionando con el tiempo. "Yo voy muy segura porque él me describe absolutamente todo. Incluso diría que más de lo que yo necesitaría. Ya le digo que no hace falta que me diga tantas cosas, pero él es muy exquisito en eso", tercia Ana Lucía, quien admite que Comparte tu energía le ha motivado para volver a correr tras varios meses parada.
"Yo nunca tuve problemas para encontrar con quién correr en las carreras. El problema estaba a la hora de hacer entrenamientos. Era muy complicado encontrar a alguien que pudiera venir a entrenar conmigo dos o tres veces a la semana. En algún momento publiqué en una página web buscando guías y me escribieron varias personas, pero no era nada estable", recuerda.
Ahora ya ha forjado una buena amistad con su guía, al que se refiere cariñosamente como "mi Antonio" y del que dice que le aporta experiencia y una capacidad muy grande de sacrificio. "Aunque tenga trabajo, él ajusta horarios para buscar un hueco para entrenar conmigo. Creo que nunca voy a poder corresponder de la misma manera porque es impagable", admite.
Pero los corredores ciegos también aportan a sus guías cosas que son dificilmente pagables. Salva Bernal tiene 36 años y guía por Cartagena a Lidia Marta Baño, de 29. "Ella me aporta la ilusión por volver a correr porque lo tenía un poco aparcado. Había llegado un momento en que me había cansado", admite.
Salva y Lidia, durante un entrenamiento.
En su caso, también él hace mejores tiempos que su guiada, que se está preparando para correr una media maratón. "La primera vez que quedamos fuimos hablando todo el tiempo en una conversación muy fluida porque no nos conocíamos de nada. Y acabamos bastante fatigados. Hicimos poco más de nueve kilómetros a un ritmo bastante malo", admite Salva entre risas.
Lidia confirma que se llevan bastante bien. Y que guiarla a ella es fácil porque tiene resto visual. "Tampoco es tan importante que me indique todos los detalles del terreno. La brazada tampoco tiene que ser tan compenetrada", subraya. De hecho, su próximo reto es salir a correr con Salva sin una cuerda que los una. Simplemente uno al lado del otro. "Para probar de qué manera estamos más cómodos", añade Lidia.
"Lo único que yo tendría que hacer es guiarla un poco con la voz, diciendo por dónde queremos ir o si alguien viene de frente, porque a ella le cuesta enfocar. Llevaremos la goma elástica [con la que corren unidos] por si acaso", apunta Salva.
Los runners como él se han volcado de tal forma con el proyecto Comparte tu energía que algunos corredores ciegos, como Ana Lucía, han recibido más de 32 invitaciones de personas dispuestas a ser su guía. Pero su compañero, Antonio, destaca que lo importante es que quien lo necesite sepa que hay mucha gente dispuesta a ayudar. "Yo estoy seguro de que en su casa hay un porcentaje altísimo de personas que, si supiesen que pueden correr y que hay personas dispuestas a dar de su tiempo, se animarían", asevera.
Buena parte de la comunidad runner se ha enterado de la iniciativa gracias a una campaña en la que ha participado Martín Fiz, campeón del mundo de maratón. Él ha sido guía durante unos días del atleta Pablo Cantero, ciego desde los 11 años como consecuencia de un tumor cerebral. Dice que esa experiencia le ha marcado, que Pablo le ha enseñado a ver la vida de otra manera y que ha descubierto que "un corredor ciego le aporta mucho más al corredor guía que al contrario".
Martín Fiz y Pablo Cantero.
"Me he dado cuenta de que gente como él aprecia mucho más la vida. Hay frases que ahora ya no se me ocurrirían decir jamás. Por ejemplo: 'Si me quedo ciego no sabría qué hacer en la vida'. Ahora estoy convencidísimo de que si me quedase ciego lucharía por intentar hacer más cosas", asegura Martín Fiz a El HuffPost mientras insiste en que con Pablo Cantero ha aprendido a valorar más la vida, a explotar más otros sentidos.
Porque a Pablo, de 23 años, da gusto oírle hablar. Él se compara con un murciélago, "que no ve pero tiene unas alas". "Y yo las he tenido siempre y he aprendido a utilizarlas para volar sin ver. Son frases que a Martín Fiz le han demostrado que no importa la dificultad, sino el esfuerzo que tú puedas empeñar en lo que te gusta", explica.
Dice que pudo desplegar sus particulares alas de murciélago a los 11 años porque se apoyó en los mejores guías: sus padres, sus hermanos, la ONCE, el deporte y sus estudios. Y justo ahora ha recogido otro fruto: acabar la carrera de Psicología. "En todas las metas que me he propuesto he ido acompañado. Y ahora llevo tres meses con mi perrita Julie. Siempre intento rodearme de gente buena", avisa. Una inmejorable filosofía de vida.