"Mi cara estaba desfigurada": Andrea Ropero se queda con esta cara al escuchar el 'bullying' que sufrió este jugador de la ACB
"Me desperté dos días después en la UVI porque había estado en coma".
“Me empezaban a pegar, a escupir, ‘eres basura’, ‘a ver si te suicidas’, hasta que un día me pillaron, me dieron una paliza que me reventaron la cabeza a patadas hasta el punto que me desperté dos días después en la UVI porque había estado en coma”. Coincidiendo con el primer juicio por acoso escolar por racismo en España, que se celebra este martes en Madrid, la colaboradora de El Intermedio -de laSexta- Andrea Ropero ha recogido el demoledor testimonio del exjugador de baloncesto Iñaki Zubizarreta, víctima del acoso escolar y actual portavoz de los menores que sufren bullying.
Tras más de una década jugando en diferentes equipos de la ACB, Zubizarreta apoya ahora a chavales en casos especialmente conflictivos.
″¿Cómo alguien que mide 2,07 puede sufrir acoso escolar?”, le ha preguntado Ropero a Zubizarreta, quien le ha explicado que fue precisamente la estatura lo que le hizo sufrir bullying. “En su día fui un niño diferente por la estatura, con 15 años pasaba los dos metros. La gente veía un niño enorme que se comportaba como un crío. El segundo más alto de clase me llegaban por el sobaco, y yo tenía la misma edad que ellos”, ha explicado Zubizarretera, quien reconoce que cuando cumplió los 11 años un día cualquiera era “un auténtico infierno”.
“Para ir al colegio, cada día te tienes que armar de valor y encontrar una motivación para tener que enfrentarte a tus fantasmas, a tus miedos, a esa gente que se ríe excluyéndote”, ha reflexionado Zubizarreta, ante la mirada atónita de Ropero.
Ahí comienzan los primeros problemas de autoestima: “Piensas que todo el mundo vale más que tú, que todo lo que te pasa te lo mereces”, asegura el exjugador de la ACB, quien encima reconoce que tenía en contra a la tutora.
“Lejos de hacerme caso me encasilló en el cliché de ‘cuanto más alto más bobo’ y cuando le hacías una pregunta en clase te respondía que ella no tenía tiempo para responder a un tonto que no le iba a entender”, ha rememorado Zubizarreta, antes de entrar a narrar un episodio durísimo.
Una paliza acabó dejándole en el hospital, pero ni siquiera entonces le hicieron caso: “Recibí por parte del director y la profesora una invitación clara de que me fuera del colegio”.
Entonces, sólo su familia consiguió mantenerle en pie: “Me aferré a la vida gracias a mi familia. Sobre todo a mi hermano que ha sido la persona más grande que tengo. Luego apareció el baloncesto, que es donde pude superarme a mí mismo”, ha asegurado, llegando a zanjar: “El baloncesto me ha salvado la vida”.
Ahora Iñaki se dedica a enseñar a los más pequeños el valor del respeto. En este caso, el colegio Nuestra Señora de Europa, en Getxo, es el punto de partida para el deportista. Allí, los niños escuchan el duro relato del exjugador sobre su infancia.
“Tras la paliza, mi cara estaba tan desfigurada que no se me reconocía”, ha recordado el deportista, quien le ha contado a los chavales, atónitos, cómo un día “la broma” fue que le cogieron entre todos, y le metieron la cabeza dentro de la taza del váter: “Hasta que la mierda no me entró en la boca, no pararon”.
“Me despedí de mis padres, me despedí de mi hermano y me fui a la Galea”, reconocía. La Galea es un paseo de acantilados en la provincia de Vizcaya. “Allí, pensando en si me tiro o no me tiro -explicaba- me hice una promesa a mi mismo que fue que jamás iba a volver a permitir que ninguna persona me humillase, ni iba a permitir que nadie lo pasase mal si yo estaba viendo algo”, ha resaltado.
Así, tras estar “mucho tiempo anclado en el rencor”, aprendió la lección más importante: “A no ser como ellos”.