5 razones por las que NO tienes que ver 'Chernobyl'
La nueva serie de HBO sobre el fatídico accidente nuclear de 1986 está recibiendo numerosos elogios...
Soy de la generación Chernobyl. Cuando ocurrió el fatídico accidente nuclear, en 1986, yo estaba en el útero materno y nací un par de meses después. En alguna ocasión, mi madre me contó que en aquella época las autoridades españolas recomendaban a las embarazadas no salir a la calle por el riesgo de que las partículas radiactivas liberadas en el siniestro ocurrido a más de 2.500 kilómetros de distancia afectasen a los fetos. De hecho, mi hermano, que entonces tenía 10 años y recuerda el acontecimiento, se ha mofado alguna vez de mí: “Claro, a ti la radiación de Chernobyl te afectó, por eso tienes pequeñas taras”.
La tragedia de la central nuclear soviética está estos días en el candelero gracias a la serie Chernobyl, de HBO, cuya recreación de aquellos sucesos está cosechando elogios y reseñas apabullantemente positivas. En cuanto supe que iba a emitirse, aguardé al estreno de la serie con impaciencia. Ahora que ya he devorado los cinco capítulos, os dejo estas cinco razones por las que os aconsejo que no tenéis que verla:
1. Te va a explotar la cabeza con todo lo que vas a aprender sobre física nuclear
¿No sabes lo que son los roentgen? ¿Y para qué sirve el grafito? ¿Tienes alguna idea de cómo funciona un reactor nuclear? Probablemente, si no eres físico, no sepas nada de todo esto. Pero si ves Chernobyl, eso va a cambiar. La serie es una clase magistral de física nuclear porque muestra cómo los científicos soviéticos tuvieron que desplegar todos sus recursos pedagógicos para explicar a los dirigentes de la URSS (que por lo general eran tan dummies en lo relativo a la industria nuclear y la radiación como cualquiera de nosotros) qué era lo que había ocurrido y qué consecuencias tenía, para que les entrara en la cabeza el gigantesco marrón que tenían entre manos.
2. Vas a pasar miedo
Hay escenas que te van a poner los pelos de punta. Lo que la radiación puede hacerle a un ser vivo es verdaderamente horrible. Recibir una dosis elevada elimina los electrones de los átomos en las moléculas del cuerpo humano. Esto hace que los enlaces químicos de nuestros órganos y tejidos se rompan... Vamos, que las células del cuerpo se deshacen causando un dolor insoportable que ni siquiera la morfina puede calmar. El sonido de los medidores de radiactividad, parecido a una granizada que arrecia a medida que la radiación es mayor, es una inquietante banda sonora que acompaña a muchas escenas de personas enfrentándose a un asesino invisible, conscientes de que cada segundo que escuchan ese ruido crepitante reduce drásticamente su esperanza de vida.
3. Te va a crear mal rollo saber que hubo gente que perdió la salud, y en muchos casos la vida, para salvar a la URSS... y de paso a toda Europa
Todos los personajes de la serie, salvo uno, están basados en personas de carne y hueso que tuvieron un papel en los acontecimientos que rodearon al accidente: científicos, bomberos, mineros, civiles, soldados... Fueron víctimas y héroes al mismo tiempo. Porque, tal y como muestra la serie, la radiactividad de Chernobyl pudo haber envenenado todo el continente europeo. Si esto no pasó fue porque, mientras algunos trataban de escaquearse y ocultar el problema, gente anónima se sacrificó y se dejó la salud, y en muchos casos la vida.
4. Si todavía te quedaban dudas de los peligros de la industria nuclear...
... después de ver lo que hace la radiación, es posible que sientas aumentar tu rechazo a esta fuente de energía. En España tenemos seis centrales nucleares funcionando actualmente. A pesar de que esta industria está rodeada de las mayores medidas de seguridad imaginables, errar es humano y nunca puede descartarse al 100% que pueda haber un accidente. Porque Chernobyl no ha sido el único desastre de una central nuclear. En 2011 fue Fukushima y... “no hay dos sin tres”, dice el refrán.
5. Te vas a dar cuenta de que estás en deuda...
Es probable que la serie Chernobyl sea el mayor y único homenaje que se ha hecho a mucha de aquella gente que hace 33 años cumplió con su deber, evitando que la catástrofe fuera aún mayor y toda Europa se tornase inhabitable. No hablo de políticos ni mandamases: me refiero a gente corriente, de abajo, de esa que cuando le toca, apechuga sin dudar. Algunos de los que participaron en las labores de contención sabían a lo que se enfrentaban. Otros no eran conscientes. Todos los europeos estamos en deuda con estas personas anónimas. Conocer sus nombres e historias es el homenaje que les debemos, y ver Chernobyl es la mejor forma de hacerlo.